Hablar de cultura y educación me induce a pensar sobre la estrecha relación que ambos términos tienen, pues entiendo, que estos se complementan, en el proceso de vínculos del sujeto en un contexto determinado.

Entendemos por cultura, todos aquellos valores, tradiciones, creencias, conocimientos y costumbres, en fin, todo cuanto el sujeto hace y que comparte en un grupo de personas y que los mismos se han ido prolongando, a través de las generaciones.

En cuanto a la educación, Paulo Freire, el pedagogo y filósofo brasileño, en su libro ´´La educación como práctica de la libertad´´, define la educación como un proceso de revolución en la cultura, desalienante, liberadora y afirmativa de la personalidad nacional.  (Ver pág. 7.)

Para él, la educación es un constante vivir experiencias mutuas entre el educador y el educando, quienes en conjunto dan vida a lo que Freire llama educación concientizadora.

Desde ahí, puedo asociar la relación de ambos conceptos, ya que, desde ellos, se busca vivir experiencias que, en ocasiones, pueden ser únicas y a la vez, tienen o buscan un propósito determinado.

En este país la educación, desde el Ministerio de Educación, es asumida de un plano teórico que entra en contradicción con el quehacer práctico del discente o estudiante.

En cuanto a la cultura, como realidad del accionar cotidiano del sujeto, debe estar vinculada con la búsqueda y el fortalecimiento de las identidades del pueblo dominicano.

La educación y la cultura, como parte del vivir y del morir del sujeto, en la vida, han de ser enfocadas desde la óptica de ser parte del existir y el desarrollo de la sociedad.

En lo referente al tratamiento dado en las instancias estatales, esos conceptos son tratados de una visión lejanía de la experiencia o la memoria histórica del sujeto, lo cual conlleva a un enfoque distorsionado de lo que debe ser un enfoque que asuma conocernos y asumirnos como dominicanos, redefinidos desde el innegable proceso de hibridación cultural que caracteriza a la sociedad dominicana.

Ver página 107 de la Revista "Cultura, Diversidad y Diálogo" (recoge los trabajos expuestos en el Congreso Iberoamericano sobre Cultura, Diversidad y Diálogo) publicada por la editora Búho, Santo Domingo, República Dominicana, año 2009.

Hay que entender que la llamada cultura inmaterial que es propia de nuestro acervo simbólico-cultural y espiritual, donde entra el folklore, los bailes, danzas, las creencias, las costumbres, etc., el Estado, a través del Ministerio de Cultura, nos difunde un planteamiento teórico de su hacer, pero, cuando bajamos a la realidad de los pueblos y sus barrios, es otra la realidad artística y cultural que nos sirve de acuñamiento vivencial.

En cuanto al acervo cultural material nacional, nos encontramos con un accionar de abandono y olvido en la mayoría de nuestros recursos materiales, representado en nuestras estatuas, edificaciones y nuestros recursos artísticos culturales.

No existe una vinculación en la aplicación de las políticas culturales del Ministerio de Cultura y el Ministerio de Educación. Ambos ministerios llevan caminos y objetivos dispersos, aunque trabajen con el mismo recurso humano, como es el sujeto pensante o el sujeto creador de la sociedad dominicana.