El conciso y contrastivo debate llevado a cabo a través de Twitter (reproducido en acento.com.do) entre Apolinar Veloz, economista, y Miguel Guerrero, periodista, implica no sólo un debate sobre distintos puntos de vista acerca de la sociedad dominicana en términos de su economía y democracia, sino que también conlleva, en búsqueda de la verdad, un dejo epistemológico en cada una de sus posiciones. En cuanto a la totalidad del sistema, para el primero sólo existe una sola realidad y su diversa interpretación mental, mientras que para el segundo coexisten diferentes realidades independientes del control humano.
Bien visto el punto, ¿acaso todo tipo de representación atesora su equivalente en la realidad objetiva? ¿O acaso toda representación, en virtud de su carácter mediado por la lengua, es lingüísticamente auto-reflexiva, sobre sí misma, en lugar de hallarse vinculada con la realidad objetiva? De hecho, la mediación de la lengua no presupone en modo alguno que el mundo exterior no exista. Objetos y acontecimientos del mundo real existen mentalmente representados, pero inexorablemente subordinados, consciente o inconscientemente, a nuestra interpretación ideológica.
En ese sentido, el economista y académico Apolinar Veloz cuestiona el reiterado discurso que toma por sentado la presencia de la llamada democracia en el seno de la nación dominicana. Materialmente la tilda de “negocios” para los que se “adueñan del patrimonio” del país. Y más aún: “utilizando los peores trucos, zancadillas y extorciones”, y no por uno de los pilares sacro del capitalismo: la “competencia en el mercado”. Precisamente, como la realidad no puede dividirse para darles la razón a ambos contendientes, el economista argumenta que la realidad es solamente una, aunque la percibamos, representamos, de manera diferente. En este caso, la interpretación mental que hace Apolinar Veloz de la sociedad dominicana no resulta en una representación epistemológicamente objetable, dadas las evidencias palmarias de que en este “capitalismo atrofiado de los criollos” el Estado está al servicio de los negocios de una clase político-empresarial que se ha adueñado del país. De ahí, en cuanto a una o más partes, la consiguiente crisis representacional del sistema democrático.
Por otro lado, en defensa del actual prototipo imaginario de democracia, el periodista Miguel Guerrero argumenta que en nuestra sociedad existen “distintas realidades” que, como resultado posible del azar, escapan al “control humano”. En un cuestionable entrecruce entre la desigualdad social y la propia diferenciación biológica, el también historiador insiste, ante la imposibilidad de poder cambiar la realidad social del país, en sólo “sobrevivirle”, apuntalándola. Mucho menos, aunque contradictoria e inescapablemente, interpretarla. En su modelo bioideológico de representación, el prestigioso periodista justifica el actual sistema de cosas apelando a la “naturaleza humana”, cuyas “leyes naturales”, inmutables, de nuestros genes egoístas no podemos cambiar o violentar. Dice él: “Pon a dos niños en una cuna y varios juguetes en ella y al rato los veras peleándose por su posesión”. Es el viejo dilema entre el Leviatán de Thomas Hobbes y El Emilio, o de la Educación, de Jacobo Rousseau. En sentido general, es loable la actitud de Miguel Guerrero cuando plantea humanizar la realidad social del país. No obstante, para él, “construir otra realidad” sobre sus cenizas conllevaría a erigir “otra realidad” más “desigual”, en obvia referencia a una utopía que, hasta ahora, nunca ha podido, por una razón u otra, ser materializada: el socialismo y el comunismo.
Ahora bien, ¿la generación de la pobreza y las desigualdades sociales constituyen “una desgracia inevitable”, parte intrínseca, por casualidad, del régimen capitalista y de nuestra condición humana? ¿Podríamos realmente humanizar una economía de mercado soslayando la histórica máxima de Honoré de Balzac?: “Detrás de una gran fortuna siempre hay un crimen”. El expresidente Joaquín Balaguer en una ocasión atribuyó la pobreza y las desigualdades sociales al lado oscuro de la sociología (?).
Importante: ¿Qué elementos subjetivos, con relación a la misma información factual sobre la sociedad dominicana, podrían determinar las divergencias interpretativas o disímiles enfoques aquí tratados? La conformación ideológica, y no meras “preferencias y sesgos naturales”, de ambos profesionales. Ésta, en última instancia, determinará la verdad de nuestras observaciones correlacionadas con la realidad social y económica de esta media isla “Barataria”, regenteada, históricamente, por el legendario escudero Sancho Panza.