En el contexto de la física clásica, el soneto “Por competir por tus cabellos”, del poeta Don Luis de Góngora y Argote, cabalmente representa un sistema determinista en términos de su carácter totalmente predecible y cognoscible durante el devenir inevitable del tiempo y los cambios que el organismo humano experimenta. De igual manera, podría también representar un sistema abierto complejo, dado que sus diferentes elementos, interactuando entre sí y con su entorno, se relacionan altamente entrelazados.

En efecto, los elementos orgánicos permutables o variables de la materia poemática, pertinentes a los dos cuartetos, cuello, cabello, labio y frente, habrán de colapsar, miserablemente, bajo el suplicio del último terceto, dada la predictibilidad, propuesta en el primer terceto, con relación al futuro deterioro y descomposición orgánica de nuestra existencia. En ese sentido, el matemático Pierre Simón Laplace (1749-1827), sostenía que si le dieran las coordenadas pasadas y presentes de cualquier sistema, él te diría su futuro.

Por otra parte, las características contrastivas de la materia presente en el soneto, correspondientes al campo de la biología y en general del mundo físico, cuello-cristal, cabello-oro, labio-clavel y frente-lilio, conforman un sistema abierto complejo por su capacidad de mantener, entre los límites del orden y el desorden, la consistencia de dicho contraste. Punto de equilibrio, o “la vida al borde del caos”, acuñado por los científicos, que permanece, precisamente, apuntalado en los dos cuartetos. Pero el deterioro que origina el sobrevenir del tiempo en el primer terceto, forzosamente apuesta por la disolución de aquel firme afianzamiento de la “edad dorada”, la cual, en el último terceto, toma el sendero de la disipación y, por lo tanto, el desengaño.

Ahora bien, dada la complejidad de la materia en el soneto, ¿podríamos postular, igualmente, la complejidad de la forma? Las dos tendencias principales  del lirismo barroco, el conceptismo y el culteranismo, afincan  sus composiciones en un profundo hermetismo. Si bien el primero, a través de los conceptos, el segundo mediante una sintaxis artificiosamente retorcida. Tal es el caso en el soneto “Por competir por tu cabello”, donde los procedimientos exponen un estilo ornamental y una construcción sintáctica de mayor complejidad formal, unida a los recursos retóricos como la hipérbole, el paralelismo, las comparaciones, la anáfora, el hipérbaton, entre otros.  

Bien visto el punto, esa convergencia de materia y forma, trazada genialmente por Don Luis De Góngora y Argote en la estructura del soneto, ejerce su fuerza mutua para crear un modelo poético de “obsolescencia programa” con relación al tema de  la fugacidad del tiempo y la desintegración orgánica, o total del universo. Trama, inexorable, dentro del sistema complejo y determinista propuesto.

 

Mientras por competir con tu cabello,

oro bruñido al Sol relumbra en vano,

mientras con menosprecio en medio el llano

mira tu blanca frente el lilio bello;

 

mientras a cada labio, por cogello,

siguen más ojos que el clavel temprano,

y mientras triunfa con desdén lozano

del luciente cristal tu gentil cuello;

 

goza cuello, cabello, labio y frente,

antes que los que fue en tu edad dorada

oro, lilio, clavel, cristal luciente,

 

no sólo en plata o viola troncada

se vuelva, más tú y ello juntamente

en tierra, en humo, en polvo, en sombra,

en nada.