Doce encuentros y una despedida (Frailejón Editores, 2024), el nuevo libro de Sorayda Peguero Isaac, tiene la dominicanidad adentro y ya empezó a correr. Salió en Medellín, se fue a Bogotá, a Cali, a Barranquilla y a Barcelona, y ahora está aquí, en Santo Domingo, esperando su tarde y esperando ocupar su lugar.

Ella lo llamó así pensando que la vida se compone de encuentros y de adioses y de ese juego interminable de ausencias y lejanías. “Algunos encuentros permanecen en la memoria como pinturas prehistóricas grabadas en las paredes de una cueva”, dice Sorayda.

Sorayda Peguero.

Y dice también que la mayoría de los cuentos y relatos del libro están inspirados en ese juego de la memoria que consiste en revisitar algunos encuentros que han marcado su vida.

“Si alguien me pregunta por qué escribí estos textos, tal vez responda que lo hice para no olvidar”, dijo una vez Sorayda, un día en que presentó un libro con una luciérnaga adentro.

Un libro siempre es una razón, y la de este son los amigos. Los que llegaron y los que se fueron. “¿Qué por qué hice este libro? Para honrar a los amigos y amigas que el buen azar ha puesto en mi camino”.

Doce encuentros y una despedida es un libro hecho a mano con las materias primas del viento y de la lluvia. Es coqueto, es galante y editorialmente, es el resultado de un trabajo artesanal realizado fuera del circuito comercial tradicional. El nuevo libro de Sorayda es, en toda regla, un libro hecho para honrar la vida.

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Alejandra Vélez y Sorayda Peguero.

“Algo bastante evidente -explica Sorayda- es la forma en que está elaborado el libro. La extensión, los materiales utilizados, el proceso artesanal, las manos que intervinieron en los aspectos estéticos (las de Alejandra Vélez, la ilustradora, las de Yuli Cadavid, la artista plástica) lo convierten en un libro objeto, que además fue publicado por una editorial pequeña e independiente, fuera del circuito comercial tradicional”.

“Importante destacar -recalca la autora dominicana- que cada uno de los ejemplares del libro se encuaderna y se cose a mano en el Taller Talante de la artista plástica Yuli Cadavid. Las telas de las tapas se hicieron hasta en cuatro colores distintos. Yuli hizo treinta grabados para acompañar los primeros ejemplares que salieron del taller, antes del lanzamiento oficial. La ilustración que eligió para los grabados fue la que hizo Alejandra Vélez para el texto Santa Teresa y el mar. Algunas personas dicen que esa soy yo”.

Doce encuentros y una despedida es un libro coqueto y lleno de galanterías. Según Iván Hernández, el editor, es un libro con identidad en el que Sorayda cuenta quién es, quién fue y quién quiere ser, y en el que “cada una de las trece historias es una melodía, el canto de un pájaro atento a lo que sucede a su alrededor”.

Sus personajes son personas reales que alguna vez pasaron por su vida y se quedaron para siempre a vivir en su mirada. Y ahora están aquí, hechos historias, hechos literatura. Empezaron a volar como palomas para que la vida siempre pueda suceder.

Alejandra Vélez.

El santo y la seña de Sorayda Peguero Isaac son estos: nació en Haina, un pueblo cañero de la República Dominicana y allí convivió con aquellos seres que hoy son motivo y razón de muchas de sus historias. Por aquí pasó una luciérnaga (Tusquets, 2021) fue su primer libro. Escribe con frecuencia en las páginas culturales del periódico El Espectador de Colombia y estudió en la Escuela de Escritura del Ateneo de Barcelona, lugar donde vive hace un montón de años. Actualmente escribe un libro cuyo tema es el secreto mejor guardado del mundo.

Sorayda escribe como bailaban Checha y Bonyé -que también son parte de este libro-, con gracia, con galanura y con un elegante desparpajo que le queda bien. Su mirada siempre va en la dirección del viento y carga sus historias en la punta de sus ojos. Y para colmo, tiene en su pelo la sublevación de los tiempos. ¡Un pelo que no se rinde!

Y para que conste en las Actas del tiempo: Doce encuentros y una despedida, el nuevo libro de nuestra Sorayda Peguero Isaac que lleva la dominicanidad adentro, ya anda por ahí coqueteándole a la brisa.