La avaricia torció el curso de la historia   

Desde tiempos  remotos la humanidad se ha valido de múltiples elementos para comunicarse. La comunicación devino preocupación constante en el ser humano, no para deformar el conocimiento sino para crear lazos de unión que nos permitan dar un salto cualitativo y cuantitativo en el desarrollo de la ciencia y el arte.  El resultado, sin embargo, ha sido otro: en la medida en que las sociedades tribales fueron desapareciendo, dieron lugar al surgimiento de las clases sociales (opresores y oprimidos). Entonces, la comunicación pasó a ser patrimonio de los sectores dominantes, quienes mutilaron la razón de su existencia.

Así, con la aparición de la propiedad privada desaparece el Comunismo Primitivo y surge el sistema esclavista, que oprime y tergiversa los cimientos de la vida.

A partir de este fenómeno, la humanidad empieza a conocer los tentáculos del dolor, y la vida se convierte en un infierno colectivo.

La comunicación será manipulada por los amos, pero los esclavos buscarán a su vez formas de comunicarse con miras a encauzar las luchas de liberación,  las cuales profundizarán las contradicciones entre ambas clases sociales.

Al tiempo que los esclavistas se muestran insaciables en la consecución de  más y más riquezas, son evidentes los logros de las luchas reivindicativas de los esclavos, que terminarán por debilitar  las estructuras dominantes.

Con la desaparición del sistema esclavista, surge el Feudalismo, con sus respectivas clases sociales (señor feudal y siervo). Sin embargo, la situación de dolor y pobreza seguirá siendo la misma para las grandes mayorías.

Así, los señores feudales serán los antiguos esclavistas y los siervos los antiguos esclavos.

Los medios de comunicación, cónsonos con el avance de los medios materiales  de producción,  seguirán en poder de las clases opresoras. Los siervos, como antes los esclavos, buscarán sus propias formas de comunicación en su afán por establecer nuevos modelos de luchas sociales, gracias a las cuales los oprimidos obtendrán mejores condiciones de vida y empezarán a desgastar el poder y la infraestructura del feudalismo.

El avance de la técnica y las exigencias de nuevas necesidades materiales de los sectores dominantes imponen, por otra parte, que los modelos económicos sufran una transformación total. De ahí que los antiguos señores feudales se conviertan no ya en los dueños de las tierras, sino en los propietarios de las máquinas de vapor que se utilizarán en múltiples industrias y medios de transporte. Los siervos dejarán de ser simples campesinos y se convertirán en obreros, o sea: en seres humanos que venderán su fuerza de trabajo a cambio de un salario. No obstante, se generará una situación que el obrero como tal no entendería, y es que los capitalistas no le pagarán todas las horas trabajadas, sino una parte de las mismas. El resto, es decir, lo que han dejado de pagarle, se llama plusvalía, y es, en esencia, lo que enriquece a los capitalistas (la plusvalía, también conocida como plusvalor, apareció definida por Carlos Marx en su obra El Capital, y es básicamente el valor no pagado del trabajo del obrero que crea un plusproducto del cual se hace propietario el empresario, originando así la esencia de la explotación o acumulación capitalista).

Evidentemente, se trata de un robo técnicamente calculado, que además de proporcionarles grandes riquezas a los más ricos, fomentará entre ellos la avaricia, la insensatez y la lujuria. La vida humana valdrá lo que vale una piedra mal puesta en el camino, y la expresión: “¿quieres ser rico?, hiere un potrico”, prevalecerá en las mentes desaforadas.

Con el predominio del sistema capitalista, los medios de comunicación se renovarán y alcanzarán una superación técnica jamás vista, pero serán usados como armas de destrucción mental para mantener en el suplicio de la enajenación a las grandes mayorías.

Como podemos apreciar, la comunicación no está al margen de las luchas de clases. Y si es así, como lo es, tampoco el teatro podría estarlo porque con él se inició precisamente la comunicación.

Desde este contexto histórico, que hemos sintetizado al máximo, vamos a ver que la dinámica del teatro ha sido similar a la de las luchas sociales.

 

Haffe Serulle en Acento.com.do