Cuando se cumplen 10 años de la exhumación de los restos del poeta chileno y premio Nobel de Literatura, Pablo Neruda, enterrado en la que fue su residencia en el municipio de Isla Negra, en la costa de Chile, siguen las incógnitas sobre la causa de su muerte, que ocurrió 12 días después del golpe militar de Augusto Pinochet de 1973.
Bajo una estricta vigilancia y supervisión médica, pero con una bandera chilena sobre la caja donde transportaban sus huesos, se llevaron el 8 de abril de 2013 los restos del poeta desde el lugar donde estaba enterrado hasta los laboratorios forenses, encargados de esclarecer las causas de su muerte.
Neruda falleció el 23 de septiembre de 1973, pocos días después del golpe militar que derrocó el gobierno de Salvador Allende, íntimo amigo del poeta; murió en Santiago, en una clínica, esperando viajar a México, donde nunca pudo llegar.
En 2011, el Partido Comunista de Chile, donde militó el poeta, presentó una querella tras conocer, en palabras de quien fue el chofer del literato, que Pablo Neruda gozaba de buena salud días antes de morir y que empeoró horas después de recibir una sospechosa inyección en el abdomen. La vía judicial llevó a su exhumación dos años después.
Árdua investigación
Los primeros análisis forenses, realizados en 2013, no encontraron veneno entre los restos de Pablo Neruda, aunque un informe posterior de 2017 reveló la presencia de la bacteria 'Clostridium botulinum' en una muela, que puede generar la enfermedad del botulismo, letal en personas.
Si bien hasta ahora no se ha determinado oficialmente que el poeta fuera envenenado, la jueza que lleva el caso, Paola Plaza, dispone de un tercer informe forense que, según ella, será el "definitivo" para saber las causas de la muerte de Neruda.
Según la familia del poeta, que conoce los detalles de la causa, ese tercer informe desvelará que "la bacteria del 'Clostridium botulinum' no tendría por qué haber estado en la osamenta de Neruda".
El sobrino del poeta, Rodolfo Reyes, en exclusiva a EFE el pasado febrero, avanzó que los expertos del tercer informe forense concluyen que la bacteria "no se filtró al cadáver de Neruda desde dentro o alrededor de su ataúd", sino que ya lo tenía antes de morir.
"Víctimas del golpe militar"
Uno de los médicos forenses que participaron en la exhumación de Neruda y los primeros análisis de sus restos, el español Francisco Etxeberria -entrevistado por EFE-, sostuvo que el poeta, independientemente de que fuera envenenado o no, debería ser reconocido como "víctima del golpe militar de 1973″.
"A sus patologías previas, se añade el estrés de saber que su país ha sufrido un golpe de Estado, que su íntimo amigo, Salvador Allende, se ha suicidado en el Palacio de la Moneda -que también ha sido bombardeado-, que están deteniendo y haciendo desaparecer a sus amigos, saber que él mismo puede correr esa misma suerte…", remarcó el médico forense.
Etxeberria recordó que el poeta sufría de un cáncer de próstata avanzado al que se le sumó una infección urinaria antes de morir, pero que, pese a todo, podría haber seguido vivo durante más tiempo si no hubiese ocurrido el golpe militar, que alteró la tranquilidad de su vida.
En caso de que no fuera envenenado, el médico forense tiene su hipótesis: "Sin golpe militar, Neruda habría sobrevivido unos meses, no sabemos cuántos, pero seguro que no hubiera muerto el 23 de septiembre de 1973. El golpe puede ser el factor determinante que precipitó su muerte".
Diez años después de empezar a buscar la causa de su muerte, Pablo Neruda descansa en el mismo lugar donde lo exhumaron, a escasos metros de las olas del mar que rompen en las rocas, donde el poeta, en vida, pidió ser enterrado: "Compañeros, enterradme en Isla Negra / frente al mar que conozco, a cada área rugosa de piedras / y de olas que mis ojos perdidos / no volverán a ver".
Iñaki Martínez Azpiroz