PEDERNALES, República Dominicana.- Llegaron al pueblo en 1950 y vivieron hasta el final de la tiranía, 1961, en la casona de madera de dos pisos, sobre pilotillos, que pertenecía al administrador de la colonia, en la 27 de Febrero esquina Genaro Pérez Rocha, frente al colono Benigno Pérez.
Ella, Bienvenida Trujillo, considerada elegante, se presentó como hija de un hermano del sátrapa, prima hermana del truhan Danilo Trujillo, brazo visible de los tres aserraderos y los desalojos sin condiciones de los parceleros en las lomas de Aguas Negras, Flor de Oro o Mencía, La Altagracia y Los Arroyos. Él, el marido, corpulento, cerca de seis pies de estatura, piel clara, segundo teniente del Ejército. Vinieron con sus hijos Natalia (de Bienvenida), Luz María, Miguel y Antonio, convertido en primer teniente a los 18 años.
Bienvenida y Aquilino fijaron residencia en el segundo piso de la vivienda, y, en 1957, debajo, instalaron una bodega y la primera fábrica de hielo, atendida por el preso Enrique Ferreira. El sistema funcionaba en el suelo con un motor Diesel.
Producían bloques de hielo grandes que eran preservados en pajas de arroz. Hasta ese momento, la comunidad compraba el producto en “cuadritos” hechos en neveras de kerosene de los negocios de Lilian Leonor y Enerio Del Orbe (Dié).
Desde el primer minuto la gente miró con ojeriza a los nuevos huéspedes. Acataban sus palabras como sagradas, por precaución. Aunque la pareja siempre se esforzó por empatar con sectores activos de la comunidad, la duda persistió hasta el final.
Pesaba mucho el apellido del “Jefe” y “Benefactor de la Patria Nueva”, Rafael Leonidas Trujillo (1930-1961). Infundía temor. Nadie sabía la razón de la mudanza hasta un lugar tan distante de la capital. Sí se sabía de sus rasgos de autoritarismo desde que este oficial nativo de Constanza pateó a Pipín Fernández porque desobedeció una orden (un capricho) que le ganó el mote de desobediente. Y desde que ordenó casarse con una hija a un subteniente médico que había llegado a la comunidad.
Más que respeto, le gente sentía temor. Y debía disimularlo a la perfección. Conocían ya de puntos oscuros en sus vidas. Y sobre la represión de la tiranía.
“Todo el mundo los respetaba, les tenían temor porque eran los Trujillo. Fíjate que tanto ellos como sus hijos consideraban a los demás como sus sirvientes, y su hija chiquita se enamoró de un médico joven que llegó allá, y él lo obligó a casarse con ella porque ella decía que el médico era muy bonito”, evoca Mireya Fernández, 91 años, nacida en Banano, Pedernales, que formó familia con Rubén Bretón, presidente del Partido Dominicano hasta que le pusieron en el lado de los desafectos.
Quedó en nebulosa el caso del esposo de Madre, hija de Virgilio Heredia Medrano (Blanco pupú) y Esperanza. Aquilino le acusó de escalar y robar su bodega en la madrugada. Fue encarcelado, pero días después “se ahorcó”. Típico ahorcamiento de los presos que trasladaban al pueblo y luego aparecían con un letrero en el pecho testificando: “Me ahorqué porque no quería seguir robando”.
DISFRAZ DE UNA VIOLACIÓN
“Yo conocí muy bien a Natalia. Era una mujer hermosísima, desde mi visión de niñito”, ha recordado Tony Bretón, un arquitecto del pueblo que ya ha entrado a la séptima de década.
Mireya, madre de Tony, sostiene que ella (Bienvenida) tenía “una relación familiar con Petán, pero no sé si era su sobrina, o su amante”.
Nanano coincide con otros pedernalenses de la época en cuanto a andanzas de bestezuelas trujillistas en la zona.
“Por orden de Petán, a Pedernales mandaron presos dos sobrinos de Trujillo, por ladrones de reses en Monte Plata. También estuvo presa una hermana de nombre Mélida, que era una puta, y al mismo analfabeta y criminal capitán Almánzar lo mandaron de castigo para acá”.
DESHOJANDO FLORES
En el Pedernales de la época todos sabían que Natalia no era hija de Aquilino. Y creían que, la madre, Bienvenida, era hija de unos de los hermanos Trujillo.
Especulaban con que el padre de Bienvenida era José Arismendy o Petán (1895-1969), “el emperador de Bonao”. Otras le atribuían la paternidad al más viejo de la prole, Virgilio (1887-1967). Los dos, perversos en extremo.
Aún hoy, Miguel Pérez, 80 años, se inclina por Virgilio, pero otros, como Milcíades Mancebo, 87 años, están seguros de que se trató de un “parche”, una encomienda forzosa a un guardia para disimular un abuso más como se estilaba.
Milcíades Mancebo (Nanano), 87 años, tiene otra versión:
“No, señor, ella no era hija de los Trujillo; era querida de uno de esos cuatreros. Usaron al pobre Collado para encubrir uno más de sus abusos… La señora Bienvenida tuvo un hijo con un hermano de Trujillo y la casaron con un pobre guardia, a quien hicieron teniente, y los mandaron para acá como si fueran presos. Luego, él siendo teniente del Ejército, lo hicieron juez de paz, y así fingió hasta el final de la dictadura… A ella le dieron la casa donde funcionaba la administración de la colonia y montó un restaurante con una fábrica de hielo para subsistir… Tuvo tres hijos con el señor Collado: Miguel, Luz y Antonio. Ella fue querida del señor Petán, si es que se le puede llamar señor… y entonces le hizo una hija, Natalia, y la casó con Aquilino”.
No sería la primera. Ni la última. El trujillato está plagado de violaciones sexuales a niñas y adultas.
“Eso era normal para ellos. En esa época llegó una familia de apellido Báez, en las mismas condiciones (de Aquilino y Bienvenida). Habían violado a una de sus hijas, y la casaron con uno de los sobrinos, de nombre Darío. Al papá de la muchacha lo hicieron síndico y le dieron chalet donde vive Doña, mi prima, frente al parque. Eran casos muy comunes, recuerda el de las tres hijas de Carmelo Méndez, abusadas por Danilo Trujillo”, argumenta Milcíades.
Clemente Pérez, 98 años, Mireya, 91, Milcíades, 87, y Claudio Fernández (Quique), 85, perciben que la pareja se comportó normal en el pueblo. Dicen que de nada presumía.
Refiere Milcíades: “Eran muy amigos de Benigno Pérez, padre de Lolola. Aquilino socializaba, jugaba béisbol con nosotros”.
Antes de marcharse de Pedernales, Aquilino y Bienvenida legaron la fábrica de hielo a su empleado Enrique, quien había casado con Isidora Pérez (Lolola), hija de Benigno. Y la casona a Chichí Madera, quien luego sería síndico por el Partido Reformista de Joaquín Balaguer (1970-1974), cuando la represión hervía en el país.
Al tirano lo ajusticiaron el 30 de mayo de 1961. La fábrica siguió funcionando hasta bien entrados los años sesenta. La casona sucumbió ante la falta de restauración. El solar está ahí, vacío, y dicen que es propiedad del alcalde del período 2016-2020, Luis Manuel Féliz Matos (Minguito).