En el primer artículo de esta serie sobre nuestra educación, dijimos que la gran falencia del sistema educativo dominicano era que no enseñaba a los alumnos a aprender y, por el contrario, forzaba a los estudiantes a estudiar contenidos sin enseñarles cómo estos se aprendían y facilitarles el camino al aprendizaje, la asimilación, la retención del aprendizaje, la recuperación a voluntad de lo aprendido (superando la Curva de Olvido o Curva de Ebbinghaus) y la implementación de ese aprendizaje para convertir la información adquirida en conocimiento.
El problema mayor es que tampoco los maestros lo saben.
Han sido formados para impartir unos contenidos sin enseñarles cómo hacer que sus estudiantes aprendan.
El resultado es estudiantes que llegan al primer grado del bachillerato (lo que antes era el séptimo, primer nivel de la intermedia), sin competencia lectora ni de escritura, por una política de promoción de grado automática, sepa o no el alumno (con lo que se les enseña desde temprano que para pasar de curso no hay ni que estudiar ni que saber. Se premia la incompetencia).
Peor todavía, muchos enseñan contenidos para los que no fueron formados.
Profesores de matemáticas enseñando lengua española o sociales, por ejemplo.
Además de que se estafa a los estudiantes, tanto en escuelas públicas, como en colegios y universidades, cuando se les “imparten” materias como Química sin que se realicen las prácticas de laboratorio que es lo único que le permitirá al alumno aprender la disciplina.
Para mayor escándalo, en nuestro país se construyen recintos dizque escolares carentes de bibliotecas, laboratorios y gimnasios, donde un profesor recita o dicta clases que los estudiantes deben copiar y memorizar sin saber de qué le hablan ni para qué sirven.
Un verdadero engaño.
Una burla.
Y un abuso.
Si un estudiante no ha pasado por un laboratorio y ha hecho una serie de prácticas supervisadas básicas, no tiene ni idea de lo que es la Química.
Lo mismo sucede con otras materias como Física, Ciencias Naturales e incluso Sociales, porque recitar de memoria unos párrafos no enseña nada.
Todo aprendizaje se realiza únicamente a través de la experiencia.
Asumir la responsabilidad del propio aprendizaje
Como individuos nos toca asumir la responsabilidad del propio aprendizaje.
Por fortuna, si algo tiene el siglo XXI en que vivimos es que facilita ese propósito.
Cierto, hay mil y una manera de distraernos, robarnos el tiempo, ocupar nuestra atención con basura mediática y hacernos perder el tiempo.
Esa es siempre una opción, pero no es la única. Existen otras.
Podemos emplear nuestro celular y la internet para aprender y avanzar, o para rebosarnos de disparates, bulos, chismes y bajezas.
Tenemos libre albedrío.
Y como adultos (lo empezamos a ser desde la edad de 13 años), decidimos de qué rellenar nuestros cerebros y nuestros corazones.
No soy dado a llorisqueo ni a señalar culpables, sino orientado a soluciones y respuestas y a la propia responsabilidad, para empezar, sobre uno mismo.
Creo en el autocoaching y en el autoaprendizaje.
El mundo, la vida, la sociedad es una gran escuela para quien quiere aprender, avanzar y prosperar.
Y nadie nos impide nada, salvo nosotros mismos.
Tampoco nada tiene que ser fácil, solo tiene que ser posible. Eso es suficiente. Basta y sobra.
Lo otro es determinación, esfuerzo perseverante y resiliencia.
Empecemos a ver algunas estrategias y métodos para el aprendizaje independiente, autónomo.
Y cada quien decida si lo aplica o no, porque nadie puede decidir por otro.
¿Cuál es la única destreza clave que hay que dominar?
Antes de cualquier método o estrategia de aprendizaje, conviene insistir en que hay una destreza clave a dominar: ser un lector eficiente.
Le recomiendo que refuerce esa idea leyendo el libro de Jonathan A. Levi The only skill that matters (La única habilidad que importa).
Levi en su libro explica que en los próximos años tendremos una de estas dos conversaciones:
“Y en ese tiempo, cada trabajador del conocimiento del mundo tendrá una de dos conversaciones. En la primera, su empleador le agradecerá su servicio y le dirá que ya no es necesario. Su trabajo ha sido subcontratado, eliminado o automatizado. Toda la suerte.
En la segunda conversación, utilizarán frases como "insustituible", "experto líder" y "activo invaluable".
Luego, te preguntarán qué haría falta para mantenerte cerca.
¿Qué conversación quieres tener?”.
Si usted siente que esa es una conversación que está lejos para usted, hoy precisamente leía que en Chile una empleada que quejaba que fue reemplazada por un robot.
Si sucedió en Chile ¿qué tiempo falta para que empiece a suceder acá?
Es que la mayor fuente de información son los libros y si no somos eficientes en extractar la información de libros y documentos, asimilarla, retenerla y recuperarla a voluntad, además de validarla mediante la práctica, estaremos en serias desventajas.
No estamos solos en el mundo. Otros buscan las mismas posiciones y oportunidades que uno y quieren ser los elegidos.
La ineptitud y la incompetencia no son ventajas para nadie.
Esa competencia, ser un lector eficiente, es no negociable.
Aprender a movernos de novato a experto de forma acelerada
Todos podemos acelerar el aprendizaje y desarrollar nuestras habilidades y competencias, ampliar nuestra información y adquirir nuevos conocimientos de manera más eficiente y rápida que todas las generaciones anteriores.
Ellas no contaron con los prodigiosos recursos que están a nuestro alcance.
Si entendemos las cinco vías de aprendizaje y nos disponemos, podemos empezar como novatos en cualquier disciplina y acelerar nuestro camino hacia expertos en ella.
Simplemente definimos nuestro por qué y nuestro para qué.
Nos damos un objetivo de aprendizaje.
Y establecemos qué habilidades queremos adquirir.
Steve Scott explica en su impactante libro Novice to Expert (De novato a experto) que hay seis pasos para aprender cualquier cosa, aumentar nuestro conocimiento y el dominio de nuevas habilidades.
Basta con que recorramos esos seis pasos de manera consciente, deliberada y tras resultados.
Para alcanzar resultados extraordinarios de forma rápida, economizando tiempo, Scott nos recomienda, apoyándose en los aportes de Tim Ferris, del que aprenderemos bastante, lo siguientes tres conceptos básicos:
Concepto # 1: Centrarse en el aprendizaje acelerado
Eso consiste en aplicar la Ley de Pareto o regla del 80/20: centrarnos en aprender el 20% en una disciplina que produce el 80% del resultado. Las destrezas y habilidades claves.
Concepto # 2: aplicar el aprendizaje justo a tiempo.
Siempre que queramos aprender algo nuevo debemos prestar atención a aquella información que podamos implementar y poner en práctica de inmediato.
Concepto # 3: conocer cuál es nuestro nivel de competencia
¿Recuerda los cuatro niveles de competencia, los que van de incompetencia inconsciente (no sabemos que no sabemos) hasta la competencia inconsciente (lo hacemos bien sin pensar en cómo lo hacemos)?
Es importante saber cuál es nuestro nivel de competencia.
Este modelo, propuesto por el psicólogo Noel Burch en 1970 para ayudar a las personas a adquirir nuevas habilidades de manera eficiente, es valioso para nuestro propósito.
Es importante descubrir cuál es el propio estilo de aprendizaje
Para ser un aprendedor autónomo eficiente tenemos que conocer qué estilo de aprendizaje es el más idóneo para nosotros.
Todos tenemos la capacidad de aprender, es lo que el cerebro más disfruta hacer, pero no todos aprendemos de la misma manera.
Básicamente se han identificado siete estilos de aprendizaje y es muy probable que el nuestro sea una mezcla de dos de ellos.
¿Cuáles son estos estilos de aprendizaje?
Visual: sensible a imágenes, mapas mentales, fotos, videos, colores, todo lo que estimule el sentido de la vista.
Cinestésico: El movimiento, el desplazamiento, el juego, la manipulación, todo lo que le permita moverse y usar sus manos le ayuda a aprender.
Auditivo: necesitan oír explicar la información, son sensibles al ritmo, el tono de voz, la música y el diálogo.
Social: aprenden más en actividades grupales, como debates, careos, estudios en grupo, tareas colaborativas, discusiones y eventos.
Solitario: son aprendedores intrapersonales. Toman notas, se explican a sí mismos, leen, analizan y se sienten a gusto trabajando individualmente.
Verbal: son orientados a las palabras, disfrutan leer, las ritmas, los acrónimos, las expresiones.
Lógico: suelen ser orientados a los números y las estadísticas. Les agradan trabajar metódicamente, empleando el análisis lógico y las estructuras para aprender de forma eficaz.
El enfoque en los siete estilos de aprendizaje deriva de los aportes de Howard Gardner y las inteligencias múltiples.
En Inglaterra, el 93% de los docentes está de acuerdo en que los estudiantes aprenden mejor cuando reciben la información a aprender a través de su estilo de aprendizaje predilecto.
Eso demanda en los maestros mayor capacidad y flexibilidad para presentar la información de manera multisensorial y apropiada para que cada alumno pueda aprovecharla según su estilo de aprendizaje particular.
Para ser empleable en la economía del conocimiento ¡hay que tener conocimientos!
En la década de los años ´50 del siglo XX, Peter Drucker, el extraordinario experto en gerencia, observó que el número de personas que manejaban información, empleados administrativos en sus distintos niveles, superó en número a los operarios de primera línea que trabajaban en los talleres con maquinarias y líneas de ensamblaje.
Habló entonces de que habíamos evolucionado de una sociedad industrial a una sociedad de la información.
Con la tercera revolución industrial, que inició en la década de los años ´70 del siglo XX, la sociedad de la información evolucionó a lo que se denominó sociedad del conocimiento.
La cuarta revolución industrial va a acentuar esa evolución, sustituyendo la “mano de obra” humana por mano de obra automatizada, robots que son los perfectos obreros, hechos para cumplir órdenes y hacer tareas repetitivas.
Para poder participar, ser empleable y contratable, en la sociedad del conocimiento ¡hay que tener conocimientos!
Recordemos que conocimientos no significa información. Conocimientos significa competencia ejecucional, desempeño, saber hacer.
Las personas todas tenemos el instrumento excepcional para ello: nuestro cerebro.
Pero el cerebro en sí no es nada sino es entrenado y habilitado para adquirir nuevos conocimientos, nuevas habilidades y se le “alfabetiza” para el siglo XXI enseñándole a aprender, desaprender y reaprender, como los Toffler postularon hace ya 54 años, en 1970 precisamente, cuando hablaron del shock del futuro.
En esa época, ellos preveían lo que arribaba con la tercera revolución industrial cuyos primeros atisbos presenciaron. Sus libros son un portentoso registro del cambio de poder, de las industrias tradicionales a la industria del conocimiento.
Los que entendieron y aprovecharon esa ola formidable, la tercera ola, como ellos la denominaron, tomaron el liderazgo económico y social y reemplazaron a las familias que prosperaron en la segunda ola, la segunda revolución industrial.
Ese mismo fenómeno lo estamos presenciando hoy, cuando la cuarta revolución industrial toma el relevo.
No es extraño que sea precisamente un portaestandarte de la cuarta revolución industrial, Elon Musk, quien sea hoy el hombre más rico del mundo.
Para tener un espacio legítimo en esta época hay que tener conocimiento útil, valioso y relevante para las empresas e instituciones, tanto que estén dispuesto a pagar por él, sea como empleado o como suplidor de servicio.
Sin conocimiento estaremos feos para la foto.
Por eso, desarrollar la capacidad de aprender de forma independiente, autónoma, urge.
Y esa recomendación no excluye a nadie. Ninguna posición está segura, a salvo.
Y quien no entienda la advertencia, no se librará de la conmoción que se nos viene encima.
Aquiles Julián. Presidente del Centro PEN RD Internacional