En el Museo de Arte Moderno y hasta el 30 de mayo, el artista Dustin Muñoz nos deleita con su majestuosa exposición Terra lux, de sinigual significación en su temática, variedad, técnicas, tamaños de sus obras y versatilidad conceptual.

Terra lux nos trae al mundo de hoy con obras como Bioética en clave cosmopolita y la Peregrinación de los antípodas, nos devuelve al pasado republicano con el retrato sublime de Rosa Duarte, nos hace caminar el sendero de la sacralidad en el arte, en Ecce homo y Nuestra Señora de las Mercedes, de gran impacto y dominio del lienzo, colores y estados anímicos de los protagonistas de su musa.

También esta exposición nos remite a lo social, siempre presente en el arte como vanguardia de las ideas y crítica del ordenamiento social y soporte de las ideas liberales, que encontró Dustin en la obra de arte, una manera de denunciar situaciones, inequidades, diferencias, complejos, adversidades y rechazados, siendo explicado por el artista como una meditación y preocupación llevada a sus cuadros que, combinando acrílico, tela y gasa, logró espectaculares representaciones para el disfrute y sensibilización que una exposición persigue lograr en su dialogo con los públicos.

Lo cotidiano se construye en esta muestra pictórica, con ambientaciones complejas y superpuestas, presentes en su obra El puesto, en donde, la crítica o denuncia social no es panfletaria, no es estereotipada, es sutilmente tratada o su tema, El agua en el siglo XXI, que combina la pobreza, el cambio climático y figuras contextuales del tema del agua entre recortes de periódicos, tuberías y formas cilíndricas relacionadas con el propósito reflexivo del cuadro.

Creo más bien, que esta exposición supo articular temáticas a veces distantes y diferenciadas, para armonizarlas con el uso de colores tenues homogéneos, como el rosa pálido, marrón en variados tonos, el azul cuasi gris, el gris propiamente, así como el azul regulado y verde pálido que, en el contexto de la obra le dieron fuerza visual.

En esta entrega pictórica, el artista logra armonía y sensualidad en sus trabajos, de tanta magnitud, que su contemplación nos dejaba anonadado, como me pasó con su Rosa Duarte, perfecta en el plano de la armonía, su estética, formas y perfecciones en el retrato, dominios perfectos de los colores, como si se convirtiera en el icono de esta, Terra lux.

Nos agradó mucho los temas como Proletarios que recupera con dos objetos bien logrados, su dimensión artística y social: solo con unas páginas de un periódico y dos botas roídas por la explotación laboral, el trajinar del tiempo y la lucha por la vida, fascinante manera de hacer del lienzo, una forma distinta de escribir la historia, con otras narrativas y miradas visuales y conceptuales distintas, bien logradas y sencillas en su configuración, y vista la obra, frente a su composición artística, no hay nada que agregar.

Todo lo anterior me invitó a compartir con el artista el interior que lo motivó a tan exquisita muestra que viene desde finales del siglo XX construyéndose, enriquecida por una peregrinación intensa entre libros, academia, nuevos experimentos pictóricos, premiaciones (1995 Premio del público en la XX Bienal Nacional de Artes Visuales, 1998 Premio de Pintura también en la misma bienal), entre otros reconocimientos.

Otros méritos ganados en su trayectoria, así como su estudio doctoral sobre la estética de lo feo, imagínense todo lo que conlleva como epistemología y problematización teórica esta afirmación, y recorridos de sus obras por muchas partes del mundo que lo hacen compromisario con el artista entregado, que combina el trabajo para el mercado, con su tiempo para pintar la realidad desde su mirada, a su ritmo, sus pausas reflexivas y creativas, sus preocupaciones, en fin dentro de su mundo, su interioridad, su intimidad y sus prisiones como ser humano, artista y ser social.

Importante es saber, que ya estaba la exposición Terra Lux, en la lista de la Bienal XXIX y razones de todos conocidas, lo impidieron. El destino quiso que nos encontráramos de nuevo, esta vez, en el mismo Museo de Arte Moderno y con el mismo entusiasmo que nos convocan sus inspiraciones y grandezas pictóricas.

El 2022, y que bien que lo decidió el destino, vivimos una nueva catarsis pues nos acercó a una experiencia contemplativa de las obras de Dustin Muñoz, una exposición también analítica, para quienes hacen un ejercicio profundo y minucioso del arte, involucrándonos en sus técnicas, dominios selectivos del color, estructuras y otras consideraciones igualmente relevantes en la composición estructural de una obra, y en el parecer del arte pictórico como tal.

El artista no solo produce para él, si le llena su interior, igualmente para quienes disfrutan su producto artístico: el público, quien termina enjuiciando la calidad de su arte. Dustin Muñoz logra adentrarnos en sus preocupaciones, con estética, conceptos, formas y dominios del lienzo.