A principio de año el presidente Luis Abinader visitó la Ciudad Colonial acompañado del ministro de Turismo, la ministar de Cultura, la alcaldesa del Distrito Nacional y representantes del clúster del centro histórico de la capital dominicana.

El mandatario aprovecho la visita para anunciar la puesta en marcha de la segunda parte de la revitalización del antiguo casco urbano de Santo Domingo, financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo con un préstamo de US$ 90 millones. Desde entonces poca cosa se ha hecho.

Como cronista gráfico de la vieja ciudad y ciudadano nacido y crecido bajo la sombra de sus Murallas observo con alegría cómo, independientemente de la dejadez y el descuido de las autoridades, la Zona Colonial se ha convertido en el primer centro de sana recreación, seguridad y cultural del país.

A quien dude de esta afirmación lo invito a visitar después del mediodía, preferiblemente de viernes a domingo, la calle El Conde, la Meriño, la Isabel la Católica, la Plaza España, el Parque Colón, la calle Hostos, la Luperón y otras vías aledañas. Allí se concentran miles de citadinos y turistas a disfrutar de este ambiente recomendado para la salud mental y espiritual.

O disfrute de un paseíto, los domingos, después de la 5 de la tarde, por las Ruinas del Monasterio de San Francisco de Asís, para que vean un pueblo loco de alegría bailando a ritmo de la agrupación musical Bonyé.

La presencia de músicos, pintores, teatristas, cantautores, artesanos, malabaristas, magos, estatuas vivientes, galerías de arte, escuelas de teatro, tertulias y peñas literarias en restaurantes y cafeterías enriquecen el ambiente que se traduce en un relax para quienes disfrutan este maravilloso espacio.

Veo, como algo justo, que el trabajo cultural y artístico que vienen realizando los artistas itinerantes de la calle El Conde y el Parque Colon sea remunerado por los ministerios de Cultura y Turismo. La entrega de estos incentivos económicos se traduce como un reconociendo a la gestión cultural que realizan y que viene redundando en un florecimiento o renacimiento de las artes y la cultura en la vieja ciudad.

A esta recreación sana se le agrega los atractivos turísticos tradicionales de la histórica Ciudad amurallada, prolifera en templos coloniales, museos, restaurantes, casinos de juego, hoteles, apartahoteles, callejuelas, artesanías, monumentos, plazas, puertos y la belleza del malecón más bello del mundo.

Repito, todo ello está ocurriendo sin la puesta en marcha de la segunda revalidación del casco urbano de Santo Domingo que incluye el Convento de San Francisco de Asís, la rivera del Ozama y los museos del Alcázar Don Diego Colon, el de las Casas Reales, el de la Fortaleza Ozama, La Catedral de Santo Domingo. y el Convento de Los Dominicos.

Falta la restauración de las viejas edificaciones del barrio de Santa Barbara, la calle El Conde, que está arrabalizada. Asimismo, falta la instalación del alumbrado soterrado, la reparación de algunas calles y aceras deterioradas, como la calle Luperón. Se necesita también mejorar servicios como el agua potable.

Cuando estos problemas se resuelvan, con la segunda y tercera revitalización, entonces de seguro podemos decir con orgullo que hemos logrado colocar a Santo Domingo como un destino turístico de los principales del Caribe y más allá.

Este renacimiento de la vieja ciudad nos retrae al movimiento cultural que existió en los primeros años de la década del 60, cuando un grupo de jóvenes intelectuales de la época crearon un espacio cultural en la calle El Conde, al lado del Palacio Consistorial, denominado ‘’Arte y Liberación’’.

En este espacio los viernes se instalaba una plataforma donde se subían a leer y declamar los poemas de Pablo Neruda, Jacques Viau, Nicolás Guillén, Mieses Burgo, José Francisco, Manuel del Cabral, Pedro Mir, Juan Sánchez Lamoult, Norberto James Rawelt, Miguel Alfonseca, Mateo Morrison, Andrés L. Mateo Janet Miller, Grey Coiscu, Efraím Castillo, Antonio Lockwart Artiles, Víctor Villegas,quienes incluían en su repertorio los de su propia autoría.

Al lugar acudían, además, pintores de renombres como José Oviedo, Silvano Lora, Ramírez Conde (Condesito), Virgilio García, Elsa Núñez, Asdrúbal Domínguez, Ángel Haché, teatristas, caricaturistas, entre otros.

La velada cultural terminaba en ‘’La Cafetera’’ y ‘’El Sublime’’, donde entre sorbos de café se iniciaban tertulias ‘’interminables’’, ricas en análisis y comentarios de las últimas obras de la literatura latinoamericana, anécdotas y cuentos.

No fue casual que este florecimiento del arte y la cultura ocurriera con la instalación en el poder del gobierno democrático del profesor Juan Bosch. Pues estos espacios van de las manos con gobiernos respetuosos de la libertad y la democracia plena.

Los jóvenes que disfrutamos de estas veladas que terminaban en ‘’La Cafetera’’ y ‘’El Sublime’’, entre sorbos de café sentimos su desaparición tras el golpe de Estado del 25 de septiembre de 1963, que desplazó del poder al profesor Juan Bosch.

La revolución cultural que hoy vive la Zona Colonial se corresponde con el ambiente de libertades que impera en el país bajo el gobierno del presidente Luis Abinader.

Aplaudo la iniciativa gubernamental de reiniciar la segunda revitalización de la Zona Colonial y la del malecón de la avenida España, en el municipio Santo Domingo Este.

De la misma manera me llena de satisfacción lo que sucede cada domingo en Santiago de los Caballeros en el barrio Los Pepines, con el espacio sonero de ‘’Antonio Keka’’, donde el Son y el Merengue se bailan en la calle.

Algo semejante al espectáculo artístico que se produce cada domingo con la actuación de la agrupación Musico Cultural Bonyé, en las Ruinas de San Francisco, que disfrutan locales y turistas.

Se requiere dar prioridad a la continuación del rescate y restauración de la Ciudad o Zona Colonial de Santo Domingo.

Vista del Altar de la Patria, en el Parque Independencia.