Analizar los conceptos de fragilidad, debilidad y vulnerabilidad humana es un reto actual en la ética. En este punto, nos encontramos con dos posiciones contemporáneas que no podemos pasar por alto. Me refiero al pensamiento de Gianni Vattimo, conocido como hermenéutica nihilista, pensamiento débil u ontología de la declinación y a la ética de la compasión del filósofo catalán Joan-Carles Mèlich.
Creemos que ambas posturas tienen algo en común, aunque con sus diferencias notables. Por ejemplo, mientras que uno acoge el nihilismo en su forma positiva, el otro no encuentra ninguna posibilidad en esta perspectiva. Entiendo que para esclarecer una y otra visión, es necesario hacer un diálogo con ambos pensadores para mostrar una intuición que me parece fructífera a saber: de cómo la ética contemporánea se ha ido inclinando progresivamente hacia el debate del respeto al otro; o cómo la ética ha abandonado la base metafísica para sustituirla por un fundamento antropológico y político; también, cómo se desplaza cada vez más hacia la condición humana, entendida como vulnerable y frágil. En resumen, la ética va hacia una secularización del mensaje cristiano, fortalecido con la crítica a la metafísica occidental y al fundamentalismo de tipo político, religioso o en cualquier orden de la cotidianidad.
En Vattimo y Mèlich se observa una defensa del respeto, la afirmación de la condición vulnerable y frágil de la vida humana en el contexto de la globalización alienante. Los discursos de ambos implican a las diferencias culturales, las minorías, los sujetos marginados de la sociedad o los grupos contestatarios que luchan por su dignidad y reconocimiento.ç
A lo largo de su trayectoria como autores, sus filosofías se han desarrollado en momentos diferentes, pero ambos pensamientos determinados por el paso de una concepción de la realidad a la reflexión sobre la razón práctica. Poniendo más atención a los principios prácticos de la existencia como son la política, el derecho, la religión y la vida moral en el contexto de la modernidad tardía y la tecnología punta.
Creemos que sus propuestas éticas se basan en cuatro valores esenciales: la compasión por el otro, la solidaridad, los principios de la caridad y la piedad. Valores y categorías que responden a la condición frágil del mundo. Pensamos que esta teoría ética se opone a todos los principios fundamentalistas y a todos los intentos de sustraer la vida a categorías fijas que atraen un imaginario de lo eterno e inamovible y que construye una visión autoritaria, absolutista de los valores morales que genera violencia ideológica, simbólica e incluso social cuando se pretende defender con las armas.
Hoy nos enfrentamos a nuevos fundamentalismos que se amparan en discursos igual de violentos y totalitarios. Se habla de posverdad, de negacionismo, de cultura de la cancelación. Actualmente nos encontramos en una sociedad en el que las redes sociales, los influencers y la información son cada vez más importantes.
Entiendo que para dar respuestas a esta nueva condición es importante analizar cómo se articula la visión ética entre las dos filosofías, pero también cómo se explican los conceptos de finitud y vulnerabilidad en sus obras. A su vez, nos interesa conocer cómo este discurso ético es réplica a una sociedad que es heredera de la modernidad occidental y de su metafísica.
Si la ética quiere seguir teniendo sentido como disciplina filosófica, y en especial como filosofía práctica, esta debe alzar su voz frente a lo inhumano e informar a la política para la construcción de una sociedad decente y del respeto. Donde la compasión no sea considerada una actitud victimista, sino como resistencia hacia ese poder arrogante que no quiere reconocer la vulnerabilidad de la vida humana.