La reflexión de la semana pasada que deja iniciada esta serie de artículos sobre el tema que seguiremos abordando, ha sido muy bien recibida en los lectores de Kalunga y otros que se han encontrado con el escrito en algún lugar de este mundo virtual que nos une. Es por esta razón que antes de iniciar, lo primero que quiero es agradecer por el apoyo de tanta gente que valora, lee y se interesa por nuestro trabajo, por igual, agradecer a quienes se toman el tiempo para criticarnos, por no estar de acuerdo con lo que hacemos. Esa es la gran fortaleza del juego de la democracia, de la libertad de pensamiento y de opinión.

Crédito de la foto: https://www.diariolibre.com/opinion/en-directo-el-ensalmo.

Los ensalmos y la práctica de ensalmar

En esta serie número II, compartiremos sobre los ensalmos y la práctica de ensalmar, como fenómeno vinculado fundamentalmente a estas temáticas que estamos tratando. Los ensalmos, aunque no propiamente llamados de esta manera, son prácticas ancestrales legadas por nuestros ancestros, que, sin importar de las transformaciones de las culturas, no pierden vigencias en el tiempo, o como se dice también, no pasan de moda.

Si nos adentramos al estudio de estas prácticas ancestrales en las personas, la ciencia antropológica la sitúa dentro de la folkmedicina, medicina popular, folklore médico, etnomedicina y otras denominaciones que la antropología como ciencia dedica al estudio de la importante sabiduría popular y tradicional en relación a las enfermedades de las personas y el arte de curarlas, como establece el investigador español, folklorista de la medicina popular y etnólogo, Antonio Castillo de Lucas en su obra: Folkmedicina,1958: "Para nuestros ancestros, la salud no necesariamente tenía que comprenderse como la ausencia de enfermedad sino, más bien, como la mantención de un estado corporal y espiritual equilibrado con seres naturales y sagrados que posibilitan la vida en comunidad".

El diccionario etimológico castellano, refiere que el término "ensalmo" está formado con raíces latinas y significa, "curación usando oraciones". Sus componentes léxicos son: el prefijo en- (hacia a dentro) y psalmus (salmo, de griego psalmos que originalmente se refería a las cuerdas de un instrumento musical).

El historiador español, Pedro Laín Entralgo, estudioso del tema en su obra: "La curación por la palabra en la Antigüedad clásica", 2005, considera sobre la práctica de ensalmar: "A diferencia de la plegaria u oración religiosa que tiene el carácter de ruego humilde a un personaje sagrado solicitando protección y alivio, los ensalmos, al igual que los conjuros, tienen mayor carácter esotéricomístico y mágico. Quien lo aplica es denominado ensalmador, también llamado curandero o chamán, dependiendo el país".

Pero es importante destacar lo que establece una organización de prestigio internacional, como la Organización Mundial de la Salud, OMS, que refiere sobre la medicina popular: "Conjuntos de prácticas terapéuticas que han existido por siglos, desde antes del desarrollo y la difusión de la medicina científica moderna, cuyo uso persiste en nuestros días".

En el contexto dominicano siempre han existido los sabedores y sabedoras o curanderos, en los pueblos y hasta en las grandes ciudades, han estado curando con sus palabras, poniendo a disposición su práctica y su don sobrenatural al que los creyentes no tienen que buscarles explicaciones, solo tener fe desde su cosmovisión. A muchos de nosotros, aunque seamos de estos tiempos, en algún momento de la vida, nos ha curado un sabedor o sabedora con sus oraciones bajitas, entre los dientes, que nadie nunca lo escucha, ni se ha dado cuanta que dicen en el momento de la acción. 

Marcelino el sabedor mayor

Nosotros particularmente tuvimos nuestro abuelo paterno, que se dedicaba a estas prácticas de curandería, con oraciones, hojas especiales y el uso de las llamadas botellas, que de acuerdo a la situación presentada por la persona variaba en sus preparaciones y forma de toma. También recuerdo en el barrio donde viví hasta los 16 años, un Sr, llamado Marcelino, alias El Mocho, que nunca tuvo hijos, ni parejas y su casa estaba en un espacio entre árboles y callejones.

Era el curandero del barrio Las Cañitas, el sabedor mayor que ensalmaba en su casa los martes y viernes antes de las seis de la tarde. Sus dedos de las manos no tenían uñas y usaba unos aceites que preparaba con otros brebajes para sus procesos. Marcelino ensalmaba toda clases de dolores y enfermedades, además leía la orina a las personas y les decía que enfermedad padecían y lo hacía con todo el que le visitaba, gente de todos lados, de hecho, a un servidor en varias ocasiones me ensalmó dolores de cabeza y una varicela con la edad de 13 años.

Pero también escuchaba, que mi abuela decía, que Marcelino ensalmaba el Padrejón a los hombres, que la RAE establece que el padrejón. (Arc.). m. es na afección de tipo histérico en el hombre, con palpitaciones de la arteria epigástrica en la boca del estómago.

El mismo diccionario de la REA reconoce a la Republica Dominicana como uno de los países donde se usa el termino y refiere: En el drae se encuentra desde 1936-39 con una acepción afín: «Histerismo en el hombre». En el dcech iv se registra por primera vez en 1836, en Pichardo. Malaret la sitúa también en Chile, Puerto Rico, Santo Domingo y Uruguay, como voz campesina, al igual de lo que sucede en Canarias; el tlca proporciona referencias para Colombia y Perú; el damer confirma su vigencia de uso en el habla actual de la República Dominicana y Venezuela, y el crea ofrece un texto reciente de Puerto Rico (de 1989). Tampoco es ajena al habla peninsular, ya que Alcalá Venceslada la recoge en su vocabulario andaluz y Viudas Camarasa, en Extremadura, mientras que el corde ofrece un único ejemplo extraído de la novela La puchera (1889) de José María Pereda: «respondió que las enfermedades más comunes allí eran la lijadura, el padrejón, el paralís y las del arca». No figura en el dea y el due ii la considera no usual.

El ensalmo del Padrejón y la Madre, una práctica muy poco vigente en el país

Pero Marcelino, también ensalmaba la madre a las mujeres que iban a buscar cura a su dolor. Aunque para estos tiempos es muy probable que mucha gente ni siquiera nunca en su vida se haya topado con esos términos, hay que saber que unos años atrás esas enfermedades eran comunes y el pueblo se trataba con los curanderos y los ensalmos.

El Dr, Cesar Mella, reputado médico dominicano estudioso del tema, en un trabajo publicado en El Nacional en el año 2016, titulado: De Salud y otras cosas, en su reflexión sobre los dolores del Padrejón en los hombres y la Madre en las mujeres, nos explica: "El padrejón o la madre es un dolor fuerte en el epigastrio o zona superior y central del abdomen o barriga de aparición súbita, que los científicos atribuyen al plexo solar o enjambre nervioso colocado en la zona. Es de inicio súbito y se presenta con retortijones dramáticos. Se llama la madre cuando ocurre en mujeres y padrejón si se presenta en hombres. Solo un grupo de elegidos personas con poderes pueden solucionarlo. El “ensalme o ensalmo”, para este dolor consiste en masajes directo al área acompañada de ejercicios respiratorios dirigidos por el curandero o Chamán. En la práctica empírica de base científica una cucharada de un buen antiespasmódico resuelve el cuadro".

Palabras de sabedores que curan

Otro investigador que se interesó por trabajar el tema del ensalmo en país, fue Carlos Esteban Deive, quien en su extraordinaria obra: Vudú y Magia en Santo Domingo, 1975 dedicando varias páginas a la práctica en el capítulo XII, titulado: Medicina Popular y Curanderismo, paginas 327-337, donde comparte sus investigaciones con datos e informaciones que daban sus informantes curanderos en sus trabajos de campo en diferentes zonas del país. Deive refiere: "Ensalmos y recetas domésticas, bálsamos, ungüentos y pócimas, constituyen los pilares terapéuticos de los ciudadanos dominicanos. Sobre el dolor de muele un informante le manifiesta a Deive lo siguiente: El dolor de muela y las caries se curan con ensalmo, ya que esos dolores son producidos por los gusanos. Deive establece que esas creencias pudieron llegar con los españoles a la isla, ya que se encontraba muy difundida en Europa y así lo refiere la obra: El Medico en la historia, donde Haggard hace mención de ella". 

Ruda, muy usada en los ensalmos y la Religiosidad Popular. Fuente externa.

Otras enfermedades que se curaban con ensalmos y que ya han perdido vigencia o se escuchan en el pueblo o se conocen con otros nombres son: La culebrilla, que se creía y personas creen aun, que el que tiene culebrilla o cincha si la afección se encuentra en medio del cuerpo el paciente muere. Se trata de una condición producida por un virus que inflama los nervios intercostales, produciendo pápulas o burbujitas en el trayecto de la piel paralela a las costillas y que es sumamente dolorosa. Nosotros vimos una amiga de infancia con esa enfermedad y eso fue algo muy triste, por lo que se decía, que a ella casi se le estaba cruzando, pero fue ensalmada tres veces por Marcelino y se curó Juana Iris.

En unos apuntes en un trabajo de investigación en Villa Mella, un curando nos dijo, que en el ensalmo para curar la culebrilla, se hace lo siguiente: Se escriben los nombres de Jesús, María y José, sobre la raya de la culebrilla; en primero en una punta, el segundo al centro y el ultimo en la otra punta, se mezclan aceite y vinagre, se empapa con la mezcla una rama de pequeña de ruda o hinojo y se azota tres veces a la persona en la parte afectada rezando tres padres nuestros seguido del siguiente ensalmo:

Culebrilla yo te corto

Sin cuchillo ni machete,

Con las palabras divinas,

El vinagre, el hinojo o la ruda y el aceite.

Otra variante del ensalmo para curar la culebrilla, la refiere Deive en su obra y dice:

Culebrilla yo te mato

Sin cuchillo ni machete

Solo con las palabras de la Santísima Trinidad

Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Obra de Carlos Esteban Deive, Vudú y Magia en Santo Domingo, 1975.

Otros ensalmos se usan para los embuchados de mayo que es una alteración digestiva que atribuyen al consumo de las primeras aguas de este mes y a su toma de forma inadecuada, además ensalmos para la hemorrágica de la menstruación, El mal de ojo, que constituye una antiquísima etiología que consiste en que el futuro enfermo recibe el influjo de una mirada maligna o envidiosa de un ser dañino y entonces, entiende o afirma que “le hicieron mal de ojos”. Se ensalman los azabache o piedrecita en forma de mano que se usan como brazalete en una criatura recién nacida, se afirma es un talismán de protección. Por igual se hacen ensalmo para las "secas", que son infecciones de los ganglios de la ingle con fuerte dolor. Usa el ensalmo de San Hilan y San Hilario o San Cosme y San Damián, muy usados en la región sur del país. Esos ensalmos los decía mi abuelo. Además, ensalmos para la "erisipela", que el pueblo le dice disípela. Los ensalmos para las personas que le daba "la gota". Este ensalmo aún se encuentra en las botánicas de venta de forma impresa y es una oración a San Antonio Gil.

Sobre la gota, Deive refiere citando a Ramón Emilio Jiménez en la obra: Al amor de Bohío, 1927, que la gota es diferentes al ataque que les da a las mujeres en los velorios, ya que, sobre este, cuando una mujer cae en un velorio se dice que le dió el mal o el may en el Cibao, y para calmar y levantar a las mujeres que caen en los velorios se le hace este ensalmo en el oído izquierdo: Recuerda que hay gloria, infierno y caridad, luego se le llama tres veces por su nombre y apellidos, por ejemplo: María Pérez, María Pérez, María Pérez, habla si no eres muda, y la persona se levanta sin recordar nada de lo ocurrido.

Además, existen ensalmos para el ojo de pecao, para la picadura de una cacata y un ciempiés, para los gases, para las nubes en los ojos o cataratas, las amigdalitis, dolor del estómago, de cabeza, para las hemorragias. Son cantidades las oraciones que se venden con oraciones y ensalmos y que la gente usa para curarse y para protección. Antes era más público, pero ahora la práctica es más discreta.

Otras obras que trabajan el tema y son conocidas en el país, son: Medicina Folklórica, 1980, de Dagoberto Tejeda, Fernando Sánchez, Rafael Cantisano, Daniel Guzmán, Luciano Castillo y Antonio Zaglul. Por igual, Religiosidad Popular y Psiquiatría, 1993, de Dagoberto Tejeda y Cesar Mella; Medicina Popular, 1981, de Renato Castro, Alejandro Crespo, Sampertegui, Barbara Ehrenreinh, Sussara Bresarnt, Eduardo Estrella y Alberto Vasco, entre otras.

Finalizamos con este ensalmo que nunca he olvido enseñado por mi abuelo paterno, usado para el dolor de muelas y dientes:

Por la estrella de Venus y el sol poniente

por el Santísimo Sacramento que llevo en el vientre,

que no te duela más, ni muela ni diente.

Hasta la próxima semana.