2.- Educar desde la mentira

Educar desde la mentira es un crimen contra la humanidad, pues deforma cuanto encuentra en su camino y mata el estímulo por la creatividad.

Cuando a un pueblo le niegan las herramientas para crear, nunca saldrá de un insomnio letal: será un pueblo de sonámbulos, de seres idiotizados, que no alcanzan a comprender siquiera el porqué de su propia existencia. Entonces, la sociedad deviene masa indiferente a todo aquello que enaltece el espíritu. Lamentablemente, esto acontece en nuestro país, y debo enfatizarlo porque  aquí este fenómeno tiene garras que cortan y envenenan.

Desde esta perspectiva es muy difícil que la enseñanza teatral se desarrolle libremente, porque se nos quiere convencer de que el teatro es solo un pasatiempo.

Cuando la enseñanza prescinde del acerbo cultural que emana del corazón del pueblo, se coarta el conocimiento, y el arte, en tanto que expresión suprema del hombre, se deforma y le da paso al miedo: esa cosa que nos vuelve viles gusanos, guiñapos, títeres manipulados por manos invisibles, pero poderosas.

Miedo a desentrañar la mentira y los intríngulis del poder; miedo a encontrar nuevas formas de expresarnos, miedo a descifrar el contenido de la verdad; miedo a saber qué hemos sido, qué somos, qué queremos.

¿Quién, con miedo, está en capacidad de enseñar? ¿Quién, con miedo, puede asumir el papel de educador con el propósito de estimular a otros a navegar por los mares del arte? Pero ¿quién, atrapado en el miedo, puede asumir el teatro, el verdadero teatro, como compromiso de vida?

En nuestra sociedad impera el miedo, y se manifiesta en todas las variables del comportamiento humano. Veamos:

-miedo a liberarnos de la cruz;

-miedo a entender que el mundo no es finito;

-miedo a enfrentar la injusticia;

-miedo a desnudar a los corruptos;

-miedo a desmentir al mentiroso;

-miedo a mirar hacia adelante;

-miedo a abuchear a aquellos que dañan la imagen del teatro;

-en fin, miedo a encontrar nuevas formas de vida y de expresarnos, o, lo que sería lo mismo: miedo a darle libertad a nuestros sentimientos.