El eje transversal de la cultura
Culto es aquel que produce y posee determinados bienes naturales y sabe consumirlos de una manera humana.
La concepción científica del desarrollo de la sociedad nos permite ver claramente que en la medida en que el hombre se desarrolla, la cultura también se enriquece y surgen nuevas formas culturales.
Todas las épocas de la sociedad, o sea: comunismo primitivo, esclavitud, feudalismo, capitalismo y socialismo han generado y generan elementos culturales que han marcando las propias diferencias inherentes a las características de estos sistemas sociales, pues la cultura de los pueblos de hoy dominados por el capitalismo no puede ser jamás igual a la cultura de los pueblos que sufrieron los vejámenes de la esclavitud.
El mismo desarrollo de la técnica, aún cuando esta esté en manos de los sectores dominantes, crea nuevas formas en el comportamiento cultural de los pueblos, las cuales se reflejan tanto en la música como en los más simples movimientos del cuerpo humano. No es casual, si partimos de este concepto, que un inglés, por ejemplo, tenga características físicas muy diferentes a las nuestras. Un inglés camina y mueve los brazos totalmente diferente de como lo hace un dominicano, un africano o un español. Sin embargo, tenemos los mismos elementos corporales, pero nos diferencia el origen histórico, y claro, procesos de desarrollo económico y político disímiles.
Por lo general, no solemos asociar el movimiento corporal del hombre con la cultura, siendo este uno de los valores visuales más definidos a la hora de comprender las ramificaciones de las manifestaciones artísticas.
Si hiciéramos un examen cuidadoso de los bailes que se practican en los distintos países del mundo, podríamos apreciar diferencias fundamentales entre ellos, las cuales son el producto, como hemos establecido, de desarrollos económicos divergentes.
Así, mientras la rumba expresa la furia de un pueblo oprimido, el vals traduce el donaire de una clase usurpadora del sudor del hombre.
Antes de que el hombre creara movimientos rítmicos propios del baile, se sintió atraído por los sonidos de la naturaleza, tales como el movimiento de los árboles, el zumbido del viento, el cántico de los pájaros, el sonido discreto de arroyos y manantiales o el sonido impetuoso de olas marinas y cataratas. El hombre hace suyos esos sonidos y los vincula al papel que ocupa en la naturaleza y posteriormente en la sociedad. Es quizá por este motivo que los primeros instrumentos musicales del hombre primitivo están asociados al sonido de los animales y tienen la misma delicadeza y fragilidad de las ramas de los árboles o recuerdan perfectamente la serenidad de un pescador.
No sería para nada absurdo afirmar que el desarrollo y la evolución de los instrumentos musicales es consecuencia directa del desarrollo y de la evolución de la sociedad, por lo que cada época tendrá sus propios instrumentos musicales. Ahora bien, podría pensarse que como la esclavitud y el capitalismo son sistemas sociales diferentes, los instrumentos musicales con los cuales se expresa el pueblo deben ser también diferentes, pero sucede que el capitalismo es una forma moderna de explotación que somete a trabajos duros y degradantes a la clase trabajadora y deviene un aparato bestial en el que se amparan los dueños de las industrias y de la tierra para mantener en la miseria a millones y millones de seres humanos: en este caso, el capitalismo es la expresión moderna de la esclavitud.
Con estas consideraciones queremos dejar establecido que muchos de nuestros instrumentos musicales siguen siendo los mismos de épocas pasadas porque aún prevalece la opresión, y, por tanto, la injusticia y la marginalidad.