(A Graciela Azcárate)

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Viviamo nell’ombra ma fortunatamente le luci degli scorpioni ci coprono. (Canción anónima)

Cárcel La 40, centro de tortura y asesinatos del dictador Rafael Trujillo.

Es el verano de 1946. Los guardias ejecutan la orden de separar a las prisioneras políticas del resto de la población carcelaria. Es una tarea que no causa el menor problema entre las filas de los chacales, la segregación se impone como el mazo colonial del que ellos sienten orgullo.

Bajo constante amenaza del terror escondido en pequeños pedazos de vidrios incrustados en las paredes de las celdas o el terror omnipresente en los retretes y en el patio, las prisioneras no dudan en brindarse apoyo entre ellas. No hay de otra. Las carencias son muchas (no tienen un mimeógrafo) pero eso no les impide a aprovechar el tedio de un tiempo que transcurre en lentitud, muy lentamente, y publicar un periódico cuántas veces puedan, cuantas veces quieran: Las Ciguapas y el Fuego, así llaman a ese denso collage impreso en una sola hoja de papel lado a lado… fabricamos el papel con nuestras manos, el periodico es una suerte de mapa colorido, con piernas y manos lo suficientemente fuertes para excitar estos cuerpos atrapados, enterrados.

La dirección del periódico invita a todo el mundo a colaborar, las dimensiones o las formas es lo de menos, la convocatoria del periódico apuesta a aunar los sentidos desde la colectividad. La textura frágil y tosca en la hoja se siente dependiendo del material, posibilitando las lecturas táctiles. Grabados hechos a base de papas, granitos de arena y habichuelas representan islas y caminos oscuros, secretos; cáscaras de huevo crean lienzos donde reposan palabras y expresiones de lenguajes hermosos como el que hablan las presas de Samaná o Yamasá. Cualquier obra o gesto: bienvenida sea para darle forma a este cuerpo incómodo de papel en medio de tanta bajeza.

La diagramación del periódico se convierte en un verdadero trabajo conjunto en el laboratorio de escritura y creación que es al mismo tiempo una tumba donde se escucha a todas horas el silencio de la muerte. En la elaboración de tintas se emplean colores naturales fabricados a base de plantas y semillas de frutos venenosos provenientes de un huerto secreto al que solo se puede acceder a través de un túnel ubicado en el inmenso patio. Las tintas también provienen, naturalmente, de semillas fruto del contrabando. Otra fuente vital y material de esas tintas es la sangre que se puede encontrar en todos los rincones de la prisión. La sangre se revitaliza, fluye como ríos de agua viva. La sangre que trasladan de un lugar a otro los mosquitos y las niguas. La sangre mezclada con pus. La sangre de cuerpos tirados en el suelo, más de una docena, sin aliento y sin vida.

El periódico tiene un contenido variado que comprende dibujos, breves informes acerca de la situación mundial, curaciones y cancioneros (letras de salve, tango y boleros), misivas anónimas entre amantes y amores escondidos, anagramas, adivinanzas, poesía (en jerigonza) y traducciones de cuentos y poemas que traen noticias acerca del otro lado de la isla.

Desde el primer ejemplar hasta la actualidad, el equipo editorial de Las Ciguapas y el Fuego deja su huella personal en varias proclamas marcadas—a pesar de la angustia—por una edificante sensatez y ternura hacia las sobrevivientes de este deprimente laberinto, y desde luego,  hacía lectores de nombres tristemente olvidados por la inmisericorde fuerza oculta y sabia de un gran incendio efímero y cruel.