La tradición cristiana celebra el día de los Reyes Magos, ocasión aprovechada por los padres para hacer regalos a los niños. Con este acto se recuerda la visita de los Reyes Magos a Jesús de Nazaret. Los regalos varían conforme al extracto social de cada niño. Dentro de los mismos figuran, juguetes, principalmente; ropa, paseos; dispositivos electrónicos como son computadoras, celulares, tabletas, entre otros; aunque penosamente algunos no pueden disfrutar de este privilegio a causa de la pobreza. Esta costumbre, al igual que todo, ha cambiado en cierto modo, con el paso del tiempo y a consecuencia del mercado de consumo, aunque mantiene su esencia. Lo que resulta propicio para recomendar a la suma de la lista de regalos los libros de cuentos infantiles, debido a los beneficios que producen en los niños en cuanto a diversión, desarrollo cognitivo y psicosocial.
Los niños desde temprana edad pueden establecer vínculos con los libros de cuentos, aunque los adultos puedan pensar lo contrario, debido a que no pueden leer. Si su roce con los libros está acompañado por un adulto, estos reaccionarán a ese coctel de imaginación, fantasía, sonidos, imitaciones y sensibilidad reproducido por el padre o tutor durante la lectura, les ayudaría a leerse a sí mismos y al mundo que les rodea. La experiencia de escuchar una y otra vez el mismo cuento les permite la identificación con algunos personajes y constituye un referente literario, lo que en otras palabras Monserrat Fons y Juli Palau llama lectura vincular.
Resultaría de mucha importancia para los padres conocer las funciones de la literatura infantil, señaladas por Teresa Colomer, en favor de la formación de sus hijos; que son la ide iniciar el acceso al mundo imaginario colectivo y ejercer una función socializadora de las nuevas generaciones, a partir de la propuesta de una representación articulada del mundo. El término imaginario originario de los estudios antropológicos se refiere al repertorio de imágenes, símbolos y mitos utilizados como fórmulas para entender el mundo y las relaciones con los demás. Las personas necesitan usar los elementos del imaginario colectivo para poder dar forma, por medio de la palabra, a sus propios sueños y perspectivas sobre el mundo.
Los cuentos inventados por los padres o recordados de su niñez darían a los niños un sentido de pertenencia que fortalece su identidad y el conocimiento del mundo del cual proceden y se desarrollan.
… La fuerza educativa de la literatura radica, precisamente, en que facilita formas y materiales para esa ampliación de posibilidades: permite establecer una mirada distinta sobre el mundo, ponerse en el lugar del otro y ser capaz de adoptar una mirada ajena, distanciarse de las palabras usuales o de la realidad en la que se está inmerso y verlo como si se contemplara algo por primera vez (Colomer 2010)
No hay mejor documento que la literatura infantil para saber la forma cómo la sociedad desea verse a sí misma (Ib.) Además, ofrece formas para los sentimientos, la contribución al aprendizaje sentimental de los pequeños. De manera que, aparte de contribuir con las capacidades cognitivas conocidas por entendidos académicos se le suma el desarrollo de las emocionales, sociales y artísticas.
Antón Makárenko propuso el cuento como inicio de la educación cultural, sostenía la utilidad de una colección de cuentos en cada familia. Los muy extensos debían de ser adaptados al lenguaje y la comprensión infantil, lo mismo con aquellos que los padres recordaran de su niñez. Entendía, al igual que otros, que los mejores cuentos para pequeños son los de los animales. Así como, dar preferencia a aquellos que despiertan la energía, la confianza, un enfoque optimista de la vida y la esperanza en la victoria. La observación de ilustraciones es útil para el desarrollo de la imaginación y de nociones amplias sobre la vida.
La iniciación de la lectura que generalmente se da en la escuela debe estar precedida por el rol de la familia en este sentido. Los niños contarían con la motivación y vinculación con las historias que han sido contadas, ya sea de forma oral o escrita. Los cuentos inventados por los padres o recordados de su niñez darían a los niños un sentido de pertenencia que fortalece su identidad y el conocimiento del mundo del cual proceden y se desarrollan. Los momentos de lectura entre padres e hijos fortalecerían los vínculos afectivos, al igual que las lecturas en conjunto con otros pequeños las relaciones sociales.
En fin, dado todos los beneficios ponderados anteriormente, los padres deberían aprovechar el día de Los Reyes Magos para regalar libros, especialmente, de cuentos a sus pequeños. Así estarían educando seres más creativos, sensibles, con mayor capacidad de adaptación, más solidarios, altruistas y con mayores capacidades cognitivas, para enfrentar los retos académicos de un mundo cada día más tecnologizado, alfabetizado y demandante de capacidades cognitivas necesarias para el pensamiento complejo y el razonamiento crítico. Así como Los Reyes Magos regalaron oro, incienso y mirra a Jesús por considerarlos productos de gran valor y a Jesús una esperanza para el mundo, así deberían los padres y relacionados de los niños regalarles libros, especialmente, de cuentos.