Una vez, Nostalgia estaba sola, y en su aposento, le nacieron telarañas a Olvido. En las redes, los hilos de Pena se columpiaban como si quisieran alcanzar nuevas paredes para salir corriendo del abandono. Nostalgia, que en el corazón tenía a Lágrima, decidió dar un paseo. Quiso salir y distraerse, llenar los vacíos que le había dejado Adiós.

Entonces, cuando iba a dejar el aposento, los hilos de Pena la atraparon. Estos no querían que ella se fuera. Se le lanzaron por el cuello y la rodearon, le pidieron encarecidamente que no los dejara, porque Soledad, con sus misterios y su mudez, llenaría el aposento con Silencio, su primo.

Nostalgia, que en sus manos andaban las despedidas, sintió derretirse a Lágrima en su corazón. No quería que los hilos de Pena sintieran lo mismo que ella. Por eso, se la veía triste, con los ojos a medio cerrar, derrumbada.

Ella siguió su vuelo, entró a todas las casas donde había enamorados.

Nostalgia no quería apartarse de Pena ni de Silencio ni de Lágrima. Sin ellos nunca sería la misma Nostalgia de siempre. Sin embargo, ella no podía seguir viviendo así, tenía que rebelarse, o simplemente pasaría la vida mirando los hilos de Pena tejer telarañas para huir de los olvidos.

A su aposento llegó una mariposa volando tranquila. Sus alas se movían con un ritmo extraño. Llegó llena de ensoñación, como si estuviera enamorada. Nostalgia la observó y empezó a imitar su vuelo. De pronto, Nostalgia volaba y volaba. Salió por la ventana y miró para atrás, y los hilos de Pena trataban de alcanzarla…

Ella siguió su vuelo, entró a todas las casas donde había enamorados. Y Nostalgia, volaba, volaba… Los enamorados querían imitar su vuelo, y empezaron a volar en una danza. Y desde entonces, Nostalgia se convirtió en bolero.

Virgilio López Azuán en Acento.com.do