“Una vez que dejas de aprender, empiezas a morir”.

Albert Einstein

El peor error, el que más daño nos hace, es ignorar que somos incompetentes en algo. Noel Burch, psicólogo de Gordon Training International, introdujo en la década de los 70 del siglo XX  la escala de las 4 etapas para aprender una habilidad: 1. Incompetencia inconsciente.  2. Incompetencia consciente.  3. Competencia consciente y 4. Competencia inconsciente.

La conciencia de la propia incompetencia es un salto formidable en el saber: salimos de la incompetencia inconsciente, en que la persona no sabe que no sabe, por lo que puede sufrir accidentes graves. a la incompetencia consciente, en que adquiere consciencia de que no sabe.

El hacer conciencia, el darnos cuenta, nos permite elegir si desarrollamos una competencia o no, en función de nuestras prioridades, intereses, propósitos y metas personales. Y esa es nuestra condición actual en cuanto a las competencias lectoras.

Al no saber que no sabemos, que somos lectores incompetentes, flotamos en ese mar de inconsciencia que es la incompetencia inconsciente y no hay manera de salir de él, salvo el ser lo suficientemente humildes para aceptar que carecemos de esa competencia y decidir convertirnos en lectores competentes.

En la sociedad dominicana (y hablo de la que conozco y en la que participo, pero lo más probable y seguro es que sea un mal común y muchas otras estén en las mismas), se cree absurdamente que basta con estar alfabetizado y ya se sabe leer, ignorando que hay que adquirir competencias lectoras eficientes y éstas se adquieren por entrenamiento, por capacitación, deliberada y a cargo de personas formadas en el ramo.

El leer no es una competencia natural, sino cultural, adquirida por entrenamiento. Y el cerebro de quien lee es estructuralmente diferente y superior al cerebro de quien no lee. Eso lo acaba de confirmar un estudio aparecido en el volumen 303 de Neuroimage, el 1ro. de diciembre del 2024 firmado por Mikael Roll, en que se muestra que, tras analizar datos de más de 1.000 participantes, han encontrado algo sorprendente: el cerebro de los buenos lectores es estructuralmente diferente. No se trata de pequeñas variaciones, sino de diferencias importantes en dos regiones específicas del hemisferio izquierdo: el polo temporal anterior, un verdadero centro de procesamiento de significados, y la circunvolución de Heschl, que es parte de nuestra conciencia fonológica. (https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1053811924004270?via%3Dihub).

De hecho, se ha asociado en analfabetismo, incluyendo el analfabetismo funcional, a un mayor riesgo de demencia.

¿Por qué urge adquirir competencias lectoras eficientes?

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Knowledge Doubling Curve (Curva de Duplicación del Conocimiento).

La adquisición de competencias lectoras es de suma urgencia. ¿Por qué? Porque vivimos en un mundo en donde el volumen total de información disponible se duplica a una velocidad pasmosa.

Veamos estos datos que arroja Naveen Kumar en un artículo del 13 de noviembre del 2024.

Cada día se crean 2,5 quintillones de bytes de datos. Eso significa que el 90% de los datos del mundo se han creado en los últimos dos años: 2023 y 2024.

El arquitecto Richard Buckminster Fuller desarrolló lo que denominó la Knowledge Doubling Curve (Curva de Duplicación del Conocimiento). Y en su modelo mostró que en 1,900 la humanidad duplicaba el conocimiento cada 100 años. En 1945 cada 25 años y en 1975 cada 12 años.

Para el 2015 se estimaba que el conocimiento se duplicaba cada dos años. Y para el 2020, el hindú Amitabh Ray advertía que el conocimiento humano se duplicaba cada 12 horas.

No se trata solo de nueva información, también se trata se la obsolescencia, de la gran cantidad de seudoinformación, de información obsoleta que ocupa nuestra mente y nos perjudica, por falta de actualización.

Las redes sociales, los websites, están repletos de personas que ventilan y exhiben su atraso, su falta de actualización, repitiendo ideas, conceptos, modelos y supercherías hace tiempo descartadas y superadas, escudándose en los títulos, grados, obtenidos hace añales y que solo demuestran su falta de acuciosidad para mantenerse al día en sus disciplinas.

Si el 90% de la información disponible fue creada hace solo dos años, ¿cuánta de la información que poseemos ya fue hace tiempo sepultada por los avances científicos? Y eso es solo el comienzo.

En 1900 la Biblioteca de Londres, que se consideraba entonces la mayor biblioteca del mundo, tenía registrados unos 500,000 libros. Entonces, en 1992 inició la explosión en la internet. En el 2002 solo el 0.01% de los libros estaba almacenado en papel. En el 2006 se estimaba la información disponible equivalente a dos pilas de libros desde la tierra a Plutón. Y para el 2010, doce pilas de libros desde la tierra al sol. ¡Y estamos en el 2024, 14 años después!

Ya hablamos de infoxicación. Y apenas comenzamos.

Las expectativas de crecimiento de la información para el 2025 son prodigiosas.

Los cuatro niveles de competencias, de Noel Burch.

Las competencias previas a las competencias de lectura eficiente

Para adquirir competencias de lector eficiente, previamente hay que tener siete competencias fundamentales adquiridas y desarrolladas en el proceso de alfabetización.

Estas competencias previas son:

  1. Descodificación: fragmentar una palabra y saber cada elemento que la integra.
  2. Repertorio verbal: poseer un vocabulario apropiado y conocer el significado de las palabras.
  3. Fluidez: capacidad de leer de forma ágil y rápida.
  4. Manejo de frases y oraciones: entender cómo se construyen las frases para tener sentido.
  5. Razonamiento: ser capaz de evaluar la lógica y el sentido de lo que leemos y extraer conclusiones.
  6. Conocimientos previos del asunto: tener una familiarización base con el tema o asunto de lo que se lee.
  7. Memoria funcional y atención: conectar con lo que hemos leído antes del asunto y ser capaz de gestionar nuestra atención de forma voluntaria.

Solo a partir de esas 7 competencias básicas de alfabetización podemos plantearnos el adquirir competencias lectoras.

Las anteriores son las bases de las competencias lectoras, ¡pero no son las competencias lectoras! Si nos quedamos solo en ellas, somos lectores incompetentes, lo aceptemos o no. Muchos, también es verdad, no llegan a ellas y forman parte de esa masa de analfabetos funcionales que dominan nuestras sociedades (incluyendo las de países desarrollados), personas que no entienden lo que leen y, por ende, no leen.

Adquiridas las competencias básicas de alfabetización, que son las siete antes descritas, procede movernos hacia la adquisición de las competencias básicas de lectora que nos convertirán en lectores eficientes.

De las competencias básicas a las competencias de lectura eficiente

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Dominic O´Brien, ocho veces campeón del mundo en memoria y récord Guinnes 2002.

Dominic O´Brien, británico, quien ha sido ocho veces campeón del mundo en memoria, entrenador de Peak Performance Training y autor de varios libros sobre entrenamiento de la memoria, nos muestra el grado de nuestra ineficiencia lectora en su libro How to pass exams (cómo pasar exámenes):

“Sabemos que el ojo humano puede cambiar de enfoque en menos de 1/500 de segundo. El ancho del texto que cada ojo, a una distancia de lectura normal de 45 centímetros (18 pulgadas), puede enfocar es aproximadamente dieciocho letras en un tipo de letra medio, como en el que está ambientado este libro.  Eso es alrededor de tres palabras, en promedio. Por lo tanto, en teoría, el ojo humano debería ser capaz de leer 1.500 palabras por segundo o 90.000 palabras por minuto; sin embargo, la velocidad media de lectura es de unas 200 palabras por minuto.

Entonces, ¿qué pasó con las otras 89.800 palabras por minuto?

Quizás se perdieron cuando nos enseñaron a leer (en voz alta) con la lengua en lugar de con los ojos.”

Richard Buckminster Fuller.

Las competencias de lectura eficiente cubren una serie de habilidades:

  1. Capacidad de definir propósito, meta y grado de información de su esfuerzo lector: un lector eficiente sabe aplicar técnicas de extracción, transferencia, asimilación, retención y recuperación de la información. Entiende los distintos tipos de lectura y aplica la estrategia apropiada a cada tipo.
  2. Capacidad de modular la velocidad lectora: que implica el disminuir o acelerar la velocidad de lectura en función del grado de conocimiento y del grado de pertinencia o relevancia del contenido con relación al propósito lector. Un lector incompetente lee todo a la misma velocidad lectora. Un lector competente varía la velocidad en función del grado de conocimiento y el grado de pertinencia de la información, yendo más lento cuando es información no conocida y relevante, más rápido cuando es conocida y relevante y súper rápido cuando no es relevante, sea o no conocida.
  3. Capacidad de optimizar el número de palabras por fijación: el lector eficiente ve varias palabras en cada fijación, lee por frases. El sentido de una palabra está en la frase, más que en sí misma. El otro asunto es que el 50% al 60% de las palabras en un texto son palabras vacías, comodines sintácticos: artículos, conectores, etc., y entre aproximadamente un 50% o menos, según cada texto en específico, lo conforman palabras llenas o con contenido. Eso significa que si dedicamos una fijación por palabra estaremos desperdiciando entre un 50% y un 60% nuestro esfuerzo de lectura. Más interesante todavía: si optimizamos el número de palabras por fijación, digamos un promedio de 4 palabras por fijación, un renglón de 12 palabras sería leído en solo tres fijaciones, lo que significa que estamos acelerando en un 75% el tiempo de lectura con respecto a un lector incompetente.
  4. Capacidad de activar el conocimiento pasivo: el lector competente sabe crear el espacio de aprendizaje apropiado, al activar de manera deliberada el fondo de conocimiento pasivo, hacerse las preguntas adecuadas para despertar curiosidad, interés y atención.
  5. Habilidades para convertir palabras, frases y oraciones en imágenes: el cerebro piensa en imágenes. Luego, cada persona traduce (codifica) sus imágenes mentales a lenguajes específicos: verbales, sonoros, visuales, motrices, etc. Las demás personas entran en contacto con esos códigos y tienen que reconvertirlos en imágenes en sus mentes para poder entender al emisor. Muchos lectores incompetentes quedan atrapados en los códigos, en los grafemas y sílabas, en los sonidos, en la forma, y no consiguen con facilidad la traducción o conversión de estos en las imágenes que son las portadoras del sentido, por lo que leen y no entienden lo que leen. Tampoco saben hacerle al texto las preguntas pertinentes para que revelen la información que contienen (que es mayor que la que el propio autor pensó que puso en lo que escribió).
  6. Capacidad para sintetizar y estructurar la información clave en un mapa mental o neuroformato: La lectura eficiente es un trabajo intelectual que consiste en detectar, apropiarse y transferir la información de la página a la mente. No es lectura recreativa, salvo que ese sea el propósito al leer ficción (poesía, novela, cuentos, teatro). Y una de las herramientas fundamentales para producir esa apropiación y transferencia son los neuroformatos, de los que el mapa mental es el principal. Eso implica la capacidad de resumir y sintetizar en conceptos claves toda la información y vincularlas en subtemas y conceptos relevantes, hasta condensar en una estructura gráfica la esencia de la información relevante contenida en un capítulo, fácil de repasar y codificar para recuperar a voluntad.
  7. Posee la competencia de hacer prelectura y codificar en colores la información: Los lectores ineficientes suelen empezar los libros sin previamente hacerle prelectura y codificar en colores la información que contiene el libro. Eso los lleva a abandonar los libros a medio leer y a perder tiempo en páginas llenas de información conocida e irrelevante, en vez de dirigir su tiempo, esfuerzo lector y atención a aquellas páginas ricas en información relevante y desconocida. Saber hacer scanning o lectura por encima y skimming o prelectura y codificar en colores son otras competencias que diferencian a a los lectores eficientes de aquellos que no lo son.
  8. Los lectores eficientes saben hacer codificación en imágenes y poseen estrategias de retención y recuperación, superando la Curva de Ebbinghaus: No basta con leer y comprender, necesitamos retener la información adquirida y recuperarla a voluntad, además de ser capaz de aplicarla productiva y creativamente, de cara a una mejora sensible en el desempeño, el rendimiento y el cambio personal. El 90% de la información adquirida se pierde en las primeras semanas. Eso lo demostró experimentalmente el alemán Hermann Ebbinghaus, considerado el padre de la psicología experimental, al estudiar la Curva de Olvido o, como también se le conoce, la Curva de Ebbinghaus. No tiene sentido alguno hacer un esfuerzo cuyo resultado se perderá en un 90% en las subsiguientes semanas. Al saber codificar en imágenes la información y aplicar las estrategias adecuadas para retener, refrescar y recuperar a voluntad la información, superando la Curva de Ebbinghaus, un lector eficiente hace que el leer tenga sentido y valor.
  9. Un lector eficiente sabe cuál es el propósito de leer y se enfoca en validar, enriquecer y convertir la información en conocimiento a través de la aplicación: no leemos para presumir de eruditos ni para apabullar a nuestros coetáneos: leemos con miras a expandir nuestra mente, alcanzar nuevas alturas, incrementar nuestro conocimiento, mejorar nuestras habilidades y perfeccionar nuestro desempeño. Y sabemos que la información no es conocimiento, pues el conocimiento pasa por la experiencia y la práctica. Al entender el propósito y sentido de leer, sabemos a qué se dirige ese esfuerzo, qué buscamos obtener. Y eso es clave.
  10. Un lector eficiente entiende igualmente que toda comunicación tiene un propósito, una estrategia y responde a unos intereses y a un punto de vista: que la comunicación tenga un propósito, un interés, una estrategia y un condicionamiento particular no significa que de por sí sea mala o inicua, simplemente entendemos que algo se propone el emisor al realizarla. Podemos estar de acuerdo con él: eso no significa que sea más válida o conveniente, simplemente que compartimos el mismo punto de vista. Es de gran valor cuestionar la estrategia discursiva y los propósitos subyacentes a toda comunicación. Y relacionarlo con los propios criterios, intereses, agenda, objetivos, propósitos y puntos de vista. Y eso implica aplicar varios niveles o grados de lectura: Literal, implícito, inferencial, crítico y creativo.

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Hay diez diferencias entre un lector incompetente y uno competente

Habría cada uno que medirse con honestidad y autoevaluarse en cada una de esas diez áreas de diferenciación entre un lector incompetente y un lector competente que posee eficiencia lectora. Pongámosle una escala de 5 niveles, desde la absoluta incompetencia a la total competencia, y que cada uno se mida a sí mismo con honestidad (o se mienta a sí mismo, si es incapaz de autoevaluarse decentemente).

Así 1 es total incompetencia, 2 es parcial incompetencia, 3 es mediana competencia.  4 es amplia competencia. Y 5 es total competencia.

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Área                                                         1    2    3    4    5

Define propósito, meta y grado de información a adquirir

Capaz de modular a distintos ritmos la velocidad lectora

Puede incluir 4 o más palabras por fijación

Sabe cómo activar el fondo de conocimiento pasivo

Convierte automáticamente palabras y frases en imágenes

Sintetiza y estructura la información en un mapa mental

Hace prelectura y codifica la información en colores

Codifica en imágenes y sabe superar la Curva de Olvido

Sabe convertir la información en conocimiento

Sabe detectar la estrategia, agenda y propósito del autor

Si se suman los resultados, de 10 a 30 se trata de un lector ineficiente, que lee de manera empírica y carece de competencias lectoras eficientes. Del 35 al 50 es evidente que se trata de un lector que posee en un amplio grado competencia lectora, que podría pulir y perfeccionar con la práctica, pero cuya capacidad y calidad lectora es por mucho superior al 90% de la población.

Aquiles Julián. Presidente del Centro PEN RD Internacional