Las guerras han ocurrido desde el momento en que pobladores de una comarca quisieron someter a sus vecinos y, estos se resistieron, sin embargo, científicamente lo registra, la revista Nature entre 3,000 y 4,000 años antes de lo pensado, es decir, unos 10,000 años antes de la fecha en que se recogen los datos. En un artículo publicado por Mirazon Lahr y Foley de la Universidad de Cambridge, Reino Unido, describen los rastros de violencia entre dos grupos a orillas del lago Turkana, Kenia, se analizaron fósiles encontrados en 2012, en un yacimiento de Nataruk se hallaron fósiles que pertenecían a 21 adultos y seis niños según José Maillo del departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia.

Los combatientes no discriminan en edad ni género durante la batalla, algunas bajas no contempladas se consideran daños colaterales, como es el caso de fallecimientos de infantes. Lo que resulta difícil de explicar a sus iguales que sobrevivan, en ese sentido, la ficción es medio adecuado para mostrar el contexto en que ocurre el conflicto bélico con la menor crueldad posible; de manera tal, que sea comprensible a su edad, sin exacerbar el temor que genera trastornos emocionales, es lo que pretende César Sánchez Beras en su cuento Mami, ¿ por qué no hay clases en abril?. El autor utiliza la descripción como recurso para inducir al pequeño lector en los hechos, con el propósito que sean menos violentos de lo que realmente ocurren.

La narrativa refleja la realidad que vive la familia funcional, que depende exclusivamente del salario del padre, cuyo oficio es ser militar y, estos, históricamente no devengan un salario digno, pese a ser los defensores del suelo patrio en primera fila cuando ha estado en riesgo su seguridad; aunque en ello se le vaya la vida. Sánchez Beras muestra la figura del militar responsable, protector de la familia, que en momentos normales no expone a sus hijos ante su arma de reglamento, excepto en ocasiones de contienda y tiene que estar preparado para cualquier eventualidad; no deja ver ese el lado agresivo, violento que suele ser parte de la mayoría de nuestros militares.

Expone las actividades cotidianas de entornos humildes, como es la figura del pregonero, suplidor de sectores pobres que no tienen acceso a mercados o supermercados y, que se relaciona de manera informal con las amas de casas, proporcionándoles algunos productos que componen la canasta familiar y, que a veces viene directamente del campo.

A través de su narrativa, el autor sigue los planteamientos de especialistas de la conducta, de responder exclusivamente a sus cuestionamientos ante contiendas. Esto con el fin de no atemorizarlos y, esto, se puede apreciar cuando Ricardito veía la ocasión oportuna para divertirse, porque no tenía idea de la peligrosidad que resulta una contienda para las familias, especialmente para los más pequeños.

Por otro lado, Sánchez presenta la mujer de origen humilde atenta a los acontecimientos bélicos, informada sobre la lucha interna que se libraba, consciente de los diferentes roles que desempeñaba, emotiva por la tristeza del momento, que no alcanzaba a comprender con claridad quien era el enemigo.

En definitiva, el cuento es un recurso idóneo para cualquier lector con pocos referentes del conflicto ocurrido en abril en República Dominicana, pese a que durante el desarrollo de la historia surgen términos que pueden ser de difícil comprensión para un niño con poco hábito de lectura, esto, no es una limitante para entender el concepto guerra para cualquier lector sin importar la edad.

Minerva González Germosén en Acento.com.do