Sesenta años después de la muerte del líder del Movimiento político revolucionario Manuel Tavárez Justo (Manolo), el 28 o 29 de noviembre de 1963 mientras encabezaba un foco guerrillero, no está del todo claro cómo y quién fue que ordenara su muerte y quién la ejecutó.
En el libro “Movimiento 14 de junio. Historia y documentos”, publicado en 1983 por Alfa y Omega, Tony Raful sostiene que existe “confusión real en la orden de matar a Manolo”(página 608). Sostenemos el criterio en función de la observación detallada y minuciosa de los acontecimientos que no hubo una orden expresa de fusilar a Manolo Tavárez y a sus compañeros.
Raful señala que el apresamiento del líder de la guerrilla se produjo a manos de una patrulla que lo había emboscado “en la vieja e inconclusa carretera San José de las Matas y San Juan y que esa patrulla “no tenía idea como no la tenía el comando central militar de que se iba a producir la rendición, por lo tanto había sido enviada con el fin de combatir y liquidar la guerrilla”.
El autor destaca que la avanzada encabezada por el doctor (Emilio) Cordero Michel “que iba a negociar esa rendición, fue liquidada por un raso sin el consentimiento del cabo José Tapia”, lo cual explica que Cordero Michel “salvara la vida milagrosamente” y también explica, según Raful, “la discusión entre el cabo Tapia y el raso, en la cual el primero llamara “asesino” al raso.
Raful también dice que “el tratamiento” dado a Cordero Michel contradice la posibilidad de que se ordenara una “liquidación de los integrantes del Frente como orden militar pues no se concibe que (Cordero Michel) hubiese sobrevivido a esa decisión”.
En la página 609, Raful afirma que “atando cabos sueltos”, podía concluirse que “no hubo orden de fusilamiento” y a seguidas ofrece una versión que nadie ha cuestionado públicamente. “Estableciendo cabos sueltos podemos llegar a la siguiente conclusión: Manolo y sus compañeros caen en la emboscada montada por el teniente Juan Polanco”, quien según el autor ,“ignora propiamente la rendición”.
“Los obligaron a quitarse los uniformes, quedándose con la ropa interior, y luego los amarraron. Manolo se negó a quitarse la ropa. Insistía con voz indignada que él era el único responsable del grupo, y que lo que fueran a hacer se lo hicieran a él, que era el único responsable”.
Raful cita a Cordero Michel diciendo que según él “a nosotros (a Monchi, Alfredo y Leonte) nos dejaron pasar, lo cual es muy corriente en emboscada, según el autor, “ para dirigir el foco central contra el grueso de la misma guerrilla, aunque no hay prueba “ si fue así realmente”.
En los párrafos siguientes, Raful dice lo siguiente:
“No hay tiempo posible de comunicación entre el momento en que el doctor Cordero Michel llega preso al poblado de Manaclas y comunica oficialmente la rendición de Manolo a las autoridades superiores y le pide al comandante que le salve la vida a manolo, y al momento en que caen en la emboscada Manolo y su grupo.
“Es más, si Manolo (estaba separado por 4 kilómetros de Cordero Michel y el grupo que se encuentra con el jeep) hubiese oído los disparos de fusilamiento de sus compañeros, que había mandado adelante, lo cual debió haber escuchado, hubiese interrumpido la rendición, y si no la interrumpió fue porque en ese momento él también caía en una emboscada. No tuvo tiempo de retroceder”.
El relato de Raful continúa : “Los soldados que lo apresan escuchan disparos y se sienten justificados sicológicamente a actuar contra los guerrilleros, que alegan con banderas blancas la rendición. “Si el teniente Juan Polanco(que actuó en un espacio de 7 a 10 minutos) comunica la noticia del apresamiento de Manolo, al Comando Central de Manaclas , el fusilamiento no se hubiese producido, por lo menos en esos momentos, sin poder establecer realmente qué hubiera ocurrido pero el hecho de que el doctor Cordero Michel hubiese recibido ese trato en el pequeño cuartel por parte del comandante, nos permite a nosotros llegar a la conclusión de que quizás hubiese salvado la vida a Manolo Tavárez Justo”.
Y concluye diciendo que “si el teniente llama, no se presenta el hecho inmediato del fusilamiento porque según testimonios recogidos, el comandante militar inmediatamente despachó a Cordero Michel para Santiago, con órdenes precisas de que le respetaran la vida, salió para la carretera donde estaba Manolo y no se había montado en el yeep cuando escuchó una descarga horrible de fusilería”.
Por su parte, Fidelio Despradel, en su libro ya citado (editora Búho, páginas 164 y 165) dice que después de tres días alimentándose “con naranja agria y una pequeña porción de chocolate y tomando mucha agua, el día 29 de diciembre, divisaron a lo lejos un bohío y que llegaron a establecer cierto nivel de confianza con el propietario Quirino Rodríguez, quien les reveló “la forma cómo asesinaron a su compañero Francisco Bueno Zapata, arrastrado “amarrado a la cola de un animal”.
“En cuanto a Manolo y los demás 12 compañeros, el campesino nos narró que estos habían sido hecho prisioneros por un contingente de soldados que los estaban esperando, emboscados en la proyectada carretera Diferencia-San Juan de la Maguana”, y agrega:
“Los obligaron a quitarse los uniformes, quedándose con la ropa interior, y luego los amarraron. Manolo se negó a quitarse la ropa. Insistía con voz indignada que él era el único responsable del grupo, y que lo que fueran a hacer se lo hicieran a él, que era el único responsable”.
El dramático relato de Despradel continúa: “De acuerdo a lo que le dijo el campesino a Joseíto Crespo, Rafael Reyes y Napoleón Méndez, después de tener a los 13 guerrilleros un buen tiempo amarrados, pegados a la pared que forma el corte de la carretera en la montaña, estos fueron fusilados, uno a uno, con bayonetas y armas cortantes, y luego fusilados”.
“¡Asesinos, asesinos!, les decía Manolo a los soldados, mientras asesinaban a sus compañeros. Manolo fue el último en ser ultimado”, afirma.