"Comer es el acto más político de todos", escribe M. Foucault, en su texto Los usos del placer. Ética y estética [P.138]. “El poder está en todas partes”, y continúa afirmando: “disciplina la mesa y la cama, dicta normas del mal y del buen comer, y establece los regímenes alimentarios”.
Levi-Strauss afirma lo mismo en su libro, Le triangule culi naire, voluminoso tratado sobre la comida, en donde sostiene que el poder determina lo que se come, cómo se come y con quién se come. Además, en este texto construye el concepto por vez primera del triángulo culinario, en donde establece las relaciones estructurales entre lo crudo, lo cocido y lo podrido.
Los comelones, personajes del carnaval de la provincia Duarte, creado y recreado por el artista plástico y “perfomero” Jochi Marmolejos, representa a un político de saco y corbata, disfrazado con una boca gigantesca, que lo devora todo: paisajes, constituciones, leyes y decretos [ver video clip La barbarie de concón quemao.]
Este comelón, parodia, caricatura y sátira de todos los políticos, recuerda a Melesio Morrobel, personaje creado por Freddy Beras Goico, que siempre ofertaba sus promesas de campaña alrededor de una mesa.
De Trujillo, cuentan que almorzaba a mediodía, con sus favoritos en Palacio, la bandera dominicana: arroz, habichuela y carne guisada.
Balaguer comía frugal, prefería las sopas, los caldos y el consomé. Acompañado con el jugo de jagua, escaso, tacaño, administraba la mesa como administraba el Estado.
De Bosch, afirman, le gustaba sentarse a la mesa para recordarles a los anfitriones sus gustos y predilecciones: “de la tierra, el carnero y de la mar el mero”.
Para Peña Gómez, su delicia era combinar el sancocho con el buen vino. De Hipólito Mejía se sabe que desayuna pesado, mangú, salami y huevo frito como buen cibaeño.
De Leonel y Danilo poco se sabe, más allá del uso de la comida como instrumento de campaña: canastas navideñas. Funditas balaqueristas, visitas sorpresas, junto al pica-pollo, la botella de ron en marchas y caravanas. Ignorar lo que comen, parece ser el origen del mote de comesolos.
Estrategia, política y comida
Sin banquete ni bacanales, los primeros emperadores romanos, tenían en cuenta la relación de la comida y el poder. Templanza, modestia y humildad, aconsejaba Julio César al comer. Tito Livio decía de Aníbal que solo comía y bebía como medida de responder a sus necesidades y no al apetito; su sobriedad al comer y al beber la utilizó como estrategia para ganar batallas. Cuenta el mismo Tito Livio que Aníbal ganó una batalla en el año 212 a.c. frente a un contrincante que celebraba haber ganado su primer encuentro. Afirma Tito Livio que Aníbal se dejó ganar con toda intención, para sorprenderle borracho en el campamento y destrozar todo su ejército, de estos hechos proviene el dicho: ganó una batalla pero no la guerra.
Propaganda y comida
Meses antes de que estallara la Revolución Francesa, corrió el rumor, fake news le diríamos ahora, de que María Antonieta había dicho en un banquete: “el pueblo, que coma pasteles”. Esta expresión fue muchos años después desmentida por Rousseau en las cartas persas. Mas, ese rumor hizo acrecentar el odio del pueblo, odio que hizo que rodara la cabeza de María Antonieta en la guillotina.
Políticos campaña y comida
Donald Trump, comedor de comida basura, aprovechó su mal gusto al comer, y se retrató comiendo McDonald, Kentucky Fried Chicken y hot dog, en sus días de campaña. Los estrategas le indicaron que esto lo acercaba al pueblo. Nelson Rockefeller recomendaba que ningún candidato de un partido político podía ser elegido en América si antes no se fotografiaba comiendo hot dog. Ángela Merkel fue fotografiada devorando salchichas alemanas; Barack Obama llevando a sus ministros e invitados a comer McDonald y helados. Estos hechos nos revelan lo superficiales y profundas a la vez que son las relaciones entre la mesa, el poder y la comida.