En su anatomía material
tu pequeña voz
ya no se oirá de este lado
Desde esta íntima casa
contigo hablarás a las tardes
a las cotidianidades
que no saben que te has ido
a mudar la forma impostora
la costumbre de sujetarte
al envés del iris empinado
para que existan las cosas
que nos ven al mirarlas
de igual a igual todas
en la vigilia de este sueño
espejo de cóncavas nieblas
hacia el que se van
a voluntad de algún designio
lo que hemos creído vivir
las despedidas
el después de siempre
la niñez postergada
los naipes jamás echados
por el temor de perder
y acaso despertar
si alguien dijera el nombre
esa diminuta eternidad
que es la memoria
Perdonadme
por las necesarias palabras
que devoró el silencio
hijo que despierta del otro lado
sustancia de vivencia toda
ahora Realidad Pura
que no es posible decir
Estemos aquí y siempre
en esta manifestación circular
que hace bien saber
Seamos de amor el agua
estemos de niño en la sonrisa
digamos el mar
el hombre que saluda al pasar
con la alegría de volver
a los aleros de la casa paterna
la paz de los quietos árboles
la campana de la flor
que de amarillo abre su aroma
(debí decir con mayor suerte)
la voz que llama a la vida
réplica toda de los arquetipos
habitaciones de la otra casa
la Belleza que es el resplandor
de la Verdad de las cosas
(eso que a mis hijas les he dicho)
la música de lo que es sin cesar
Y en ella
ya os lo he dicho
todo está en su lugar
en la estancia sin límite
de su imperdurable instante
Y tú y yo sabremos
de este amor de ocultarte
en la claridad del día
esa ladera etérea
de hifas que dice el micelio
para pequeñísimos hongos
de insoportable belleza
bajo los almendros
en ese modo de ser nosotros
en el fondo del patio
Y sé también conmigo solo
que desde el blanco lirio
nos mira Madre Dolores
peinando con las suyas
las recias manos de mi padre
ese hombre callado
que suelo ser cuando despierto
y me doy a decirle a la noche
todo lo que él le decía
con solo entrañado mirarla
el propósito de lo que puede ser
Hacia la clorofila del Tao
pausado yo también me he ido.