He leído con cauteloso fervor (valga el oxímoron) el poemario Cielo invertido, de Alejandro Santana. El encanto me lo produjo la mágica musicalidad de los versos, la mesura, la experiencia de vida expresada en cada conceptualización. La precaución me fue impuesta por la dictadura de los años: ha transcurrido tanto tiempo desde que tuve ante mis ojos La piedra del muro, libro emblemático de Alejandro Santana, que ya no recordaba sus virtudes de poeta de fina estirpe, de versos comedidos dentro de la pasión que su alma en apariencia introvertida contiene.
Con notables variaciones de recursos expresivos, las tres partes que componen Cielo invertido “Polvo eres”, “Materia de eternidad” y “Las infinitas formas del vértigo” permanecen entrelazadas por temas e imágenes que enriquecen la poética del texto. Desde las páginas iniciales, la muerte se erige como el centro temático de los poemas, si obviamos la presencia continua de Dios, iracundo en los versos de este libro: te empuja a recordar que del polvo procedes y a él habrás de retornar.
La muerte, majestuosa, aguarda en el porvenir, su presencia nos subraya la inutilidad de la existencia, lo fútil que resulta emprender cualquier proyecto de fe e ilusión humanas; todo será olvido, nos advierte el poeta, con esmero de orfebre de las palabras: “Querrás saber, ¿cómo fue que llegaste a este puerto de luces y olvidos? ¿A través de qué sonidos y silencios y salobres misterios?”
Escritos a manera de plegarias, los versos de Cielo invertido suelen cuestionar al bélico Dios a través del ser poético que es enfocado desde una segunda persona narrativa; así, el sujeto imaginario a quien el poeta se dirige, recibe un recordatorio para que reflexione acerca de su frágil permanencia en el mundo: “te le escapaste a Dios de entre los dedos”. En esas plegarias, el escritor unas veces se compadece de Dios, como ocurre en el poema 12, cuando exclama en fugaz venganza terrenal: “Por eso siento lástima por ti, pues debe ser terrible espantoso y aburrido estar sometido a ser Dios de manera irrenunciable, eternamente”.
Lo maravilloso de la vida consiste en sus enigmas, en la excitante congoja de no conocer nuestro final, nos hace recordar el autor, y agrega que la muerte es una presencia que iguala a los seres humanos, porque, además, los eventos habrán de repetirse alguna vez, historia cíclica.
La intromisión de los sueños en la realidad y, más frecuente, de la realidad en los sueños, permite la creación de imágenes oníricas, sin perder de vista que en Cielo invertido los conceptos predominan sobre la plasticidad de las expresiones, aun cuando el lector disfrutará de versos de un lirismo lúdico, resultado del manejo preciso de las estructuras sintácticas de la lengua: “Como quien acosa y le arrebata al aire su elemento, allí donde la claridad no cesa y el corazón, vuelto en llamas hacia las cenizas de la noche, en perfumada languidez, terrible pasa”.
En Cielo invertido los sueños son premoniciones que la vigilia obnubila; contribuyen estos poemas-plegarias a anteponer lo humano a lo divino, a pesar de que los mortales hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios.
Poemario exquisito, en Cielo invertido confluyen, como he anotado, el lirismo sosegado con matices narrativos e inusuales combinaciones sintácticas, confluencia que engrandece la poética de Alejandro Santana. Así lo percibimos cuando el poeta sentencia: “Serás azar bifurcado en cenizas de luz. Apenas llegues, recogerás imágenes que convertirás en palabras, materia fulgurante”.
Las frecuentes interrogantes completan esta atractiva poética, evitan la repetición de estructuras que podrían limitar la capacidad expresiva del autor, de cualquier escritor.
ALEJANDRO SANTANA Poeta, narrador, crítico literario y gestor cultural. En 1996 obtuvo el Premio de Poesía Pedro Henríquez Ureña, concedido por la Universidad (UNPHU), a su libro Palabra Presente. Tiene varias obras publicadas tanto de poesía como narrativa. Es miembro de la Asociación de Escritores y Periodistas Dominicanos (ASEPED).
*NAN CHEVALIER, Autor de una sólida producción literaria, la cual abarca narrativa, poesía, ensayo y minificción. Varias de sus obras han sido merecedoras de importantes reconocimientos, entre ellos: Premio de Cuento Juan Bosch, Funglode, 2011; Premio Único del III Concurso Nacional de Minificción, Ministerio de Cultura de la República Dominicana, 2013; Premio de Poesía Pedro Mir, Funglode, 2016; Premio de Novela Manuel Salvador Gautier, con su obra “Tibieza”, 2022.