El año pasado (2022) se publicó en Buenos Aires, Argentina, el libro Mundo Vallejo (Ediciones del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, CCC), cuyos compiladores fueron la coordinadora del Departamento de Literatura del CCC, poeta Susana Cella y Lucas Peralta. La presentación detalla lo siguiente:

“El poeta, el novelista, el cuentista, el dramaturgo, el viajero, el agudo autor de crónicas y ensayos sobre la vida intelectual, la política, el arte, la literatura, las costumbres. A cien años de la primera edición de Trilce, ocho especialistas dan cuenta del inagotable legado de César Vallejo. Situados en una concreta etapa histórica y en intrincada relación con sus desafíos, una aventura intelectual y literaria que sigue abriendo rumbos es examinada y expuesta por Susana Cella, Esteban Da Ré, Jorge Dubatti, Daniel Freidemberg, Joaquín Márquez, Gito Minore, Lucas Peralta y Víctor Vich. Complementando esas visiones, treinta y ocho poetas hispanoamericanos y europeos dan testimonio de la incidencia de Vallejo en sus obras y en sus vidas.”

Culminando el que llamaron “Año Vallejo”, los autores pusieron a circular la compilación de 302 páginas en la sala Jacobo Laks del propio Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini en Buenos Aires, el 14 de diciembre de 2022. En sus palabras preliminares, Cella y Peralta argumentan que “considerando que de la abundante bibliografía existente lo que predomina son los ensayos sobre su obra poética, concebimos un libro que se refiriera no solo a esta, sino también a los otros géneros que Vallejo abordó a lo largo de su vida, a fin de dar cuenta del conjunto de su producción. De ahí el título, Mundo Vallejo, elegido para este volumen cuyos capítulos fueron escritos por especialistas.

Luego se detalla el énfasis ensayístico de cada estudio: Jorge Dubatti (teatro), Daniel Freidemberg (poesía), Víctor Vich (ideología), los investigadores del CCC Lucas Peralta (cronología), Esteban Da Ré y Joaquín Márquez (narrativa), Sergio Minore (literatura infantil) y Susana Cella (crónicas, ensayo, cartas y poesía). Y añaden que “asimismo, en el capítulo titulado Mi Vallejo, incorporamos los textos de un numeroso grupo de poetas contemporáneos de América Latina y Europa a los que les solicitamos respondieran a la pregunta de qué ha significado para ellos la lectura de Vallejo. A estas valiosas intervenciones sumamos la cita de otros poetas como Raúl González Tuñón, José Ángel Valente, Rodolfo Alonso, Fina García Marruz y de Silvio Rodríguez”.

En dicha parte complementaria titulado Mi Vallejo, correspondió rendir homenaje por el Centenario de la publicación de Trilce a artistas de diversa geografía, tiempo y disciplina: Rodolfo Alonso, Pablo Ananía, Roberto Appratto, Rito Ramón Aroche, León Félix Batista, Diego Bentivegna, Marco Antonio Campos, Susana Cella, Alberto Cisnero, Alejandro Crotto, Arturo Dávila, Marcelo Díaz, Eduardo Espina, Soledad Fariña, Daniel Freidemberg, Antonio Gamoneda, Fina García Marruz, Diego L. García, Cristián Gómez Olivares, Raúl González Tuñón, Pedro Granados, Otoniel Guevara, José Antonio Mazzotti, Maurizio Medo, Víctor Manuel Mendiola, Eduardo Mileo, Lucas Peralta, María Ángeles Pérez López, Jean Portante, Víctor Rodríguez Núñez, Silvio Rodríguez, Gonzalo Rojas, Susana Romano Sued, Roger Santiváñez, José Ángel Valente, Juano Villafañe, Jordi Virallonga Eguren y Miguel Ángel Zapata.

Se recuerda que la primera edición de Trilce se publicó en Lima, Perú, en octubre de 1922. Fue impresa en los Talleres de la Penitenciaría de Lima, en un tiraje de 200 ejemplares, y constaba de 121 páginas de texto y XVI de prólogo, escrito por Antenor Orrego, amigo de Vallejo. Los párrafos que siguen a continuación corresponden a lo que yo escribí.

“Mi Vallejo”

La poesía de Vallejo está profundamente entreverada con mi visión del fenómeno poético, más que con la realidad factual de lo que he escrito. Sucede que alcanzar sus cotas lexicales, el maderamen recio de sus líneas, es una pretensión utópica para cualquiera que haya borroneado versos después de su paso en tromba por las letras.

No leí a Vallejo sino después de haber cimentado mi prehistoria literaria con clásicos como Lope de Vega y Bécquer, y modernos “digeribles” como cierto Neruda o moderadamente vanguardistas como Octavio Paz. Una vez terminada la secundaria a principios de los 80, me inscribí en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, en la que funcionaba la que sería la institución formadora de escritores más importante de nuestra historia: el Taller Literario César Vallejo. El nombre lo dice todo. Aunque su creador, el poeta Mateo Morrison (debido a su imaginario de poeta de postguerra: a la izquierda reivindicativa) muy probablemente pretendiera homenajear más al Vallejo de España, aparta de mí este cáliz que al de Trilce, los poetas que nos formamos allí tomamos la vía opuesta. No podía ser menos, dado que dicho Taller fue el generador de la Generación Poética de los 80, que liberó la poesía dominicana de ataduras político-panfletarias y sociologistas, para ponerle alas de vuelo universal.

Y allí leí a Vallejo. ¿Qué digo “lo leí”?: allí asumí a Vallejo.

Por esos años, circulaba profusamente una edición de su Obra poética completa (probablemente pirateada de la edición de Casa de las Américas, pues traía incluso un texto introductorio de Fernández Retamar). En aquel ladrillo de papel barato cubierto con pergamino gris, se hizo la luz, fue el Verbo. De pronto descubrí dos cosas que marcarían mi devenir como poeta: 1) que era posible romper los diques del discurso y multiplicar sentidos sin dejar de emocionar(se) dislocándolos, y 2) que, a la poesía contemporánea, si quiere seguir siendo, no le queda otro camino que revestirse, como la de Vallejo, de singularidad. Decidí que iba a ser mi derrotero. Por supuesto, sigue siendo tentativa.

El culmen de este vínculo sucedió en 2021, cuando me invitaron a ser parte del dossier Sien en Trilce, en el que “77 escritorxs de varia laya, idioma y ‘ángulo de inclinación’” intervinimos los 77 poemas que componen el extraordinario libro de Vallejo. Yo, muy atrevidamente, reescribí el LVIII: En la celda, en lo sólido, también / se acurrucan los rincones… Cuando se publicó (en La Paz, Lima, París y Santiago), como un número extraordinario de la revista-libro Mar con soroche, sentí que finalmente Vallejo estaba en mí. Para siempre.