Carmen Natalia Martínez Bonilla nació el 19 de abril de 1917 en San Pedro de Macorís, República Dominicana, una tierra donde el canto lírico siempre ha iluminado la vida. A temprana edad, ella emprendió su vuelo poético, un vuelo intimista. Sin embargo, la represión política, que en ese entonces el país sufrió, la condujo a utilizar la palabra en defensa de los valores que elevan a la humanidad.

Esta poeta, militante de la Juventud Democrática, aspiraba a la construcción de un mundo donde la justicia y el amor vencieran los intereses de quienes intentaban enjaular los sueños colectivos. Carmen Natalia se enfrentaba al régimen dictatorial de Rafael Leónidas Trujillo, que arrojaba oscuridades por todos los rincones de la república. En su canto a la patria encontramos la resistencia, la solidaridad y el latido invencible de la esperanza.

Carmen Natalia.

Una muestra de su espíritu solidario aparece en el poema Ataduras, donde eleva su voz en defensa de los oprimidos:

Mi mano es tan pequeña, tan simple, tan exigua.

Pero tampoco se cerró jamás, hermano,

sino para imprecar a los que oprimen…

A los que con tu brazo hacen comercio burdo,

a los que con tu sangre fabrican sus palacios,

a los que con tus lágrimas celebran sus festines.

Carmen Natalia luchaba por la creación de una ciudadanía sin miedo, por el respeto a la palabra que expande la conciencia de libertad, por el fuego de la vida que nadie debe quitarnos. Su novela La victoria narra una historia en la que convergen el amor y el anhelo de triunfo, y nos deja la lección que debemos esforzarnos aún más si el triunfo está lejos de nuestras manos, pues no podemos conquistarlo sin el temblor de la angustia, sin ofrecer el tesoro que llevamos dentro.

Nuestra poeta, según algunos críticos, forma parte de los “Independientes del 40”. Es preciso mencionar que estos creadores no constituyen una escuela con un manifiesto que explique su construcción poética; no obstante, están unidos en la casa de las palabras que iluminan la dominicanidad. Carmen Natalia comparte con Pedro Mir Valentín, Tomás Hernández Franco, Héctor Incháustegui Cabral, Manuel del Cabral, Francisco Domínguez Charro y Octavio Guzmán Carretero, un abrazo intenso a lo nacional, a los temas que dignifican a los pueblos.

Su obra dialoga con algunos textos importantes de la literatura hispanoamericana. El poeta y crítico literario Miguel Ángel Fornerín, en su artículo Carmen Natalia: Entre el intimismo y la lucha por la libertad, publicado en noviembre del 2017, señala que ella “abrevó en Neruda y García Lorca, en Franklin Mieses Burgos, pero todas estas influencias son mínimas, porque su poesía es muy singular, muy propia”.

En su poema No fue porque yo quise, se puede observar que su canto brota de los espacios más hondos de la tristeza; mejor dicho, de los territorios gobernados por el dolor:

Si llora un niño porque fue golpeado,

porque no tuvo pan ni tuvo nombre,

porque no tuvo amor sobre la tierra,

ni un hogar donde el fuego calentara

y la dulce palabra redimiese…

¡Cómo quieres que el verso no sea triste,

tú que todo lo sabes y lo sientes!

La poesía de Carmen Natalia Martínez recuerda que una de las tareas fundamentales de la humanidad es construir siempre puentes de bondad, amor y solidaridad. Su palabra es fuego contra la sombra del olvido. Ella proclama que uno de los objetivos de la poesía, en los tiempos en que algunos hombres destejen el futuro, es encender las voces de un pueblo. Su voz es poderosa, diseña cuidadosamente una arquitectura sonora sin adornos, auténtica y trascendente.

Esta poeta también le canta a los hombres y a las mujeres que han luchado por un país que les pertenezca a todos los dominicanos. En Oda heroica a las hermanas Mirabal, poema que resalta la grandeza de tres mariposas que soñaban con dibujar la libertad, dice:

No hubo blancura igual a su blancura,

nardo, azucena, lirio… magnolia de su carne,

carne hecha para el beso, fue pasto de las balas,

las Mirabal cayeron bajo el plomo cobarde.

Para la poeta, estas heroínas poseían la frescura de los nardos, las azucenas, los lirios y las magnolias. Esa belleza, a mi juicio, se refiere a los jardines que crecen por dentro y que reflejan la libertad y el amor. Además, expresa que la violencia destruyó las flores, pero sabe, al igual que Neruda y todos los cantores, que la primavera y la poesía son invencibles.

Queridos amigos, los siguientes versos que Carmen Natalia nos regaló, y que figuran en su poemario Alma adentro, pueden permanecer encendidos en el corazón de cada uno de nosotros:

Tú llegarás al alba

con tu alforja repleta de luceros

y entonarás un canto de alegría.

Yo llegaré en silencio,

cuando todo esté en sombras,

y veré con tristeza que no queda ni un verso

en mi alforja vacía

porque los fui dejando en el sendero.