Mirar una exposición, no es nada extraño; pero cuando ese evento artístico y cultural, es de caretas y personajes de nuestro carnaval dominicano,el panorama contextual es muy diferente, porque, al tratarse de caretas y figuras o personajes, el espectador se ve compelido a pensar sobre lo que está  mirando, sin darse cuenta de que también las caretas y los personajes, nos miran a nosotros, como espectadores de un gozoso espectáculo estratégico y político.
Las caretas y los personajes de todos los carnavales, no surgen al azar, sino que responden a una necesidad de enunciar y de protestar o de reclamar o denunciar,  en torno a algo que nos es circundante, y muy propio de nuestra realidad histórico-social, como sujetos actuantes.
Tony Matías.
Eso es lo que, esta vez, se presenta al público, en  este exposición del artista del lente, Tony Matías. Son caretas y personajes hablantes, las miramos y nos miran. Nos reímos de ellas y ellas se ríen de nosotros. Son caretas que sostienen una discursividad apelativa, cuestionadora, acusadora e irónica, a la vez.
 
En cada careta y en cada personaje que aquí se pone ante nosotros, hay un discurso diferente que fluye de sus expresiones y de sus configuraciones. Cada expresión que fluye de estas caretas y de estos personajes, sustenta un reclamo, un rechazo, una abierta cimarronía patética y vivificante.
Indígenas con canoa.
Es esta, una exposición para uno mismo exhibirse y hablarse a sí mismo. Se trata de una acción de la mismidad. Es esta, una metamemoria de nuestro existir.
Esta es una crónica sobre los personajes, vestuarios, formas de actuar y coexistir de nuestro carnaval dominicano. 
Ya no es que cada región tiene su carnal, con sus personajes y sus caretas, es que nuestro país, con ellas y sin ellas, es un espacio encaretado, un continiun histórico de nuestro cotidiano convivir socio-político, religioso, económico y cultural.
En estas caretas y personajes hay un poder deliberado, planificado, muy bien pensado, desde la acción del pueblo, como mayoría del liderazgo natural del carnaval, como "la única fiesta en la que el pueblo es protagonista, sin la tutela directa del Estado o de la iglesia."
(Ver pág. 5 de la obra "Carnaval, cuaresma y fechas patrias", de Guerrero, José G. Editora de Revistas 2003. Santo Domingo, D.N., República Dominicana). 
 
Esas caretas y esos personajes que hoy se exhiben aquí, tienen siglos junto a la Sociedad Dominicana, junto a nuestra independencia como país, abriéndose al gozo e instaurandose como la fiesta más contagiosa, abierta, participativa y democrática de nuestra realidad social dominicana.
En realidad, nuestro carnaval es una manifestación popular y, a su vez, como bien nos dice el amigo y colega, el antropólogo José R. Guerrero, es parte de nuestro patrimonio cultural, y, de eso está bien claro el autor de esta exposición.
En estas caretas y en estos personajes, hay una simbologia de poder, desde la cual el pueblo humilde se burla y se le.ríe en la cara a sus "gobernantes" o a sus opresores.
"Califé-Califé", van cantando a viva voz los grupos en el carnaval, por lo que en esta representación fotográfica, su magia nos envuelve, para integrarnos a su fiesta y convertirnos en un personaje más del ritmo de su güira, mientras el tigueraje de nuestros barrios canta, baila y se tongonea en chercha, mientras el rey del carnaval, como personaje central, asume su liderazgo popular.
 
"La muerte" es otro de los personajes que aquí adquiere vida y ritmo-sentido, para, desde el carnaval y sus guachernas, ponernos frente a frente, a esta incuestionable realidad existencial, no desde el dolor y la tristeza, sino desde la alegría, el humor y la ironía.
Nuestros indios resucitan y adquiren estatura y presencia protagónica, desde el carnaval, para asumir su presencia primaria, en su calidad de seres vivos que representan a nuestros primeros pobladores, asesinados y diezmado por la gula del poder del imperio europeo  de entonces.
La muerte.
 
Las cachúas de Cabral y los bateyes del  Sur, de Neiba, y los diablos "cajuelos", asaltando el espanto de la gente, no para el revivir el miedo, sino para provocar risa y gozo, mientras otros diablos "cajuelos", armados de "vejiga" y fuetes, espantan las distancias y se acercan más a nuestras huellas identitarias, como pueblo tropical y caribeño.
 
 No se asombre al leer "Diablos "cajuelos", porque así es que se pronuncia en nuestro Sur, de donde proceden esos personajes, desde la pronunciación original de los hablantes sureños y sus tonos expresivos. 
 
Con esta exhibición, que no es la primera, el artista del lente, Tony Matías, reconoce que el carnaval es transgresión de lo temporal y de lo espacial. Aquí todo queda transformado, como festividad y como teatralización de la sociedad.
Para el fotoperiodista Tony Matías, en esta exposición, la fotografía se convierte en apuesta artística y en propuesta de refortalecimiento de nuestra identidad cultural, como pueblo tropical y caribeño, desde su otra mirada antropológica, al carnaval dominicano.
Es esta una exposición carnavalesca, llena de caretas y personajes que hablan y que reclaman, desde la imagen de la figura que encarnan el corazón popular y festivo, parlachín y crítico del pueblo Dominicano.
En esta exposición de Tony Matías todos nos miramos y actuamos allí, con nuestras caretas cotidianas y nos convertimos también en personajes danzantes, sobre el escenario vital de la existencia, esta vez, vestidos de "hombres-bestias" y de "mujeres maravillas", sobre el escenario de la vida…detrás de "Califé".