En su apoyo irrestricto y laudatorio al empresario Lisandro José Macarrulla Tavárez, cuya empresa MAC Construcciones, de la familia Macarrulla, ha sido imputada en el expediente del caso de corrupción MEDUSA por la Procuraduría Especializada de Persecución (PEPCA), el renombrado escritor y periodista Cándido Gerón, invocando pasajes de la ficción universal, no advierte que la naturaleza coercitiva del Estado impone los códigos morales como un ejercicio de las Leyes, a pesar de que ambas abstracciones sociales constituyen, esencialmente, objetos dispares.
Para la defensa del mencionado empresario, a quien la PEPCA, por una razón u otra no ha incriminado, el escritor de marras recurre, alegóricamente, a un bosquejo abreviado del dramaturgo Samuel Beckett, relacionado con los “fusilamientos morales en contra de personalidades que incursionan en la política o de familias adineradas”; los “sujetos que…disimulan la envidia y sufren el delirio de no poder gozar los placeres de los demás, y por esa razón se les endurece el alma y sufren de ansiedades psicosomáticas”; y la “opacidad del corazón y la mente de aquellos que desean tener lo que no tienen y, al no obtenerlo, les declaran la guerra a los que sí tienen derecho a tenerlo, porque lo han heredado o trabajado con el mayor esfuerzo”.
El también poeta y novelista irlandés, de acuerdo al esquema del escritor dominicano, igualmente asevera que la intolerancia del que nada tiene “…es tan patética que no existe una aberración más angustiante que aquella en que la circunstancia no otorga categoría superior a los que no la merecen”. Más aún: “…que la ambición del que nada tiene siempre será una amenaza para hombres y naciones. Hemos visto…que países pobres les han declarado la guerra a potencias, por el mero hecho de las segundas poseer privilegios que los primeros nunca alcanzarían ni siquiera con un milagro de la naturaleza.”
De igual manera, Cándido Gerón recomienda volver a leer La comedia humana de Honoré de Balzac o el Retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde. Este último acuñó la subsecuente máxima célebre: “…me molesta que hablan de mí, pero más me molestan cuando no hablan”. O el verso del poeta místico San Juan de la Cruz: “Nadie puede ignorar la presencia del que existe”. Además, la reflexión del filósofo griego Platón en cuanto a no apresurarse a juzgar a los hombres, sino vivir al lado de ellos, dejarlos que se expliquen y desenvuelvan cada día con la finalidad de comprenderlos.
Todo un escenario narrativo, bien visto el punto, que obra con la expresa intención y finalidad de colocar al empresario Macarrulla fuera de un entramado teatral que anida, intertextualizando con la película “El padrino”, todas las modalidades del delito que han hecho metátesis en el cuerpo social de esta media isla Barataria: el caso MEDUZA. En efecto, apoyándose en una auditoría de la Cámara de Cuentas (CC) y una firma extranjera, Cándido Gerón, en su primer ditirambo titulado “Lisandro Macarrulla” (acento.com.do, 24-06-2022), sostiene, como un hecho irrefutable, “…que el ingeniero Lisandro Macarrulla se formó y se hizo rico con la fuerza de su yo y no cometiendo supuestas irregularidades en trabajos otorgados por la pasada Procuraduría de la República…”. Lo califica, en el contexto delictivo e histórico que ha estremecido el país, de “laborioso…soldado disciplinado…vocación de…trabajo y…capacidad de servicio”, entre otros.
Así las cosas, el literato, lamentándose de esta “democracia mostrenca”, arremete contra los que les palpita la envidia y no pueden exhibir logros, “los que hacen causa con sus propias miserias económicas y humanas”, además de las redes sociales que “han socavado considerablemente la base ética, moral, social y profesional de las familias y los sujetos en general”. ¡Aaah!, “francotiradores de la maledicencia”, enemigos de los sectores más poderosos del país, cuya acumulación originaria es el fruto, según Gerón, del trabajo que le legaron sus antepasados. Afirmaciones éstas cabalmente cuestionables, sobre todo si pensamos en las ventajas competitivas que otorga el Estado a las élites del sistema que al mismo tiempo controlan el Estado, constituyéndose de esta manera una ética o moral atinente al poder institucionalizado, y no tocante a toda la sociedad en términos de una auténtica democracia participativa y decisoria en los aspectos, mínimamente, del bien común. Y si bien es cierto que de las redes sociales manan pus, también es cierto que manan el pus de todos.
Posteriormente, después que trascendiera a la opinión pública el expediente acusatorio que sindica, en un esquema de soborno, directamente al Ing. Lisandro Macarrulla Tavárez de aceptar la construcción de la moderna cárcel, Nueva Victoria, a cambio de pagar un 20% al principal imputado y ex procurador de la República, Jean Alain Rodríguez, el escritor Cándido Gerón escribe su segundo artículo apologético (acento.com.do, 08-07-2022) denominado “Algunas aguas borrascosas: la licencia espontánea de Lisandro Macarrulla”. En éste, Gerón, a pesar del mismo tono de su primera entrega, recula un tanto en cuanto a pedir al Ministerio Público, a que respete, en justicia, el debido proceso. Él señala: “El Ministerio Público debe hacer constar con precisión no prejuiciada si hubo o no sobornos respecto a las empresas de la familia Macarrulla, y también, identificar a los sujetos que supuestamente sobornaron y los montos consignados en la operación”. De ser así, el autor augura que su amigo, ahora con el agua puesta, “conseguirá salir airoso de este reto.”
Ahora bien, ¿cómo podría explicarse la construcción ética o moral fundamental del capitalismo: propiedad sobre los recursos naturales, medios de producción, distribución e intercambio, apelando a un modelo interpretativo fundamentado en la ficción literaria? ¿Existe un modelo ético o moral abstracto y universal al margen de las relaciones sociales? ¿Acaso la ética o moral normativa de MAC Construcciones se corresponde con los juicios de valor y las acciones humanas correspondientes a las estructuras sociales del sistema político vigente, o de la condición humana en general? ¿Podría el caso MEDUSA considerarse como una combinación de los poderosos para oprimir a los pobres y preservar para ellos la desigualdad de los bienes? ¿Acaso el “esbozo sintetizado” de Samuel Beckett podría ser extrapolado, como una parábola universal, a otros contextos o latitudes históricas? Veamos.
La sentencia memorable de Beckett, citada por Cándido Gerón, en el sentido de que países pobres le han declarado la guerra a potencias por el mero hecho de éstas poseer privilegios que los primeros nunca alcanzaron, bien podría ser cuestionada tomando en cuenta que, precisamente, dichos países, o imperios, han obtenido sus riquezas producto del saqueo sistemático a que han sometido sus colonias. Tal es el genocidio del Congo, una de las mayores tragedias de la humanidad, orquestada y financiada por el rey de Bélgica, Leopoldo II, y apoyada tanto por Europa como los Estados Unidos. Bajo el eufemismo de una misión humanitaria y civilizadora fueron exterminados millones y millones de habitantes de la región. En ese contexto, ¿pudieron los nativos colonizados del Congo, resistiendo a los invasores, endurecérseles el alma y sufrir de ansiedades psicosomáticas ante el delirio de no poder gozar de los placeres y las riquezas del sujeto colonizador? ¿Heredó o trabajó con el mayor esfuerzo el rey Leopoldo para conseguir las riquezas del suelo congoleño? ¿Por qué tenían que albergar los congoleños la opacidad del corazón y la mente ante sus deseos en obtener lo que realmente les pertenecía? ¿No tenían el derecho en declararles una guerra de resistencia a los colonizadores belgas por arrebatarles sus riquezas? ¿Por qué había que otorgarle una categoría superior a los colonizadores, y no a los colonizados? ¿Poseían los primeros privilegios que los segundos no poseían? ¿Por qué la ambición del que nada tiene, y no de los que tienen, siempre será una amenaza para los hombres y naciones? ¿Constituyó el discurso y la resistencia de los congoleños un fusilamiento moral contra el rey Leopoldo II y demás personalidades adineradas de aquellos tiempos? En cuanto la frase de Óscar Wilde, el verso de San Juan de la Cruz y la reflexión de Platón, podríamos argumentar, en general, que los mismos deben ventilarse en un contexto específico, dado que una lectura subjetivamente descontextualizada sería presa de múltiples e indeterminadas interpretaciones.
Importante: después de todo, Honoré de Balzac, dentro de La comedia humana, había sentenciado un precepto, epígrafe de El padrino de Mario Puzo, provocativo y memorable: “Detrás de toda gran fortuna siempre hay un crimen escondido”.