Ya no tengo miedo, nena. Pero no puedo seguirte en tu viaje.  ¿Cuántas veces hubiera dado la vida entera? Porque tu me pidieras llevarte el equipaje. Ahora es demasiado tarde, princesa, búscate otro perro que te ladre, princesa. (Princesa. Joaquín Sabina).

Lugar traquetoso del tóxico placer. El que se enamora, pierde, dice la vulgata bachatera. Un pantano del caimán come rosas. Un clítoris agridulce a mitad de la madrugada. Trampa adicción y brumas. Un arrebato de celos entre un polvo y otro. Lugar traquetoso del tóxico placer. El que se enamora, pierde dice el caimán come rosas, rey del pantano. Nadie volverá a perderse en tus laberintos. A reír como reíamos, menos. Nos llegó la temporada de tristezas y libertad. Bloqueadas nuestras ansias  sin hashtags que nos vuelvan a conectar a esas marañas de conversaciones en mood cálido terapéutico. Espantamos soledades para verlas llegar en loca caravana hasta nuestras puertas. Y aquí estamos, boca arriba, con el yin ya n de los moriviví, con huecos para llenar y formularios de petición para navegar en la pereza.

Solo yo conocí tu vuelta, el círculo que cierras cada noche a fuerza de silencios. Nuestro juego de dedos, tus aromas de eucalipto recién parido. Demasiado…

Let It Be

El truco es dejar pasar. Ser medio pasota, un palabro noventero. Entre ellos y yo nos limita una empalizada de intangibles, los sabios viajeros, la regla amarilla y las ganas de morir a la una de la tarde. Eso sí, nos unen tantos vacíos…

Elevar el desplante

Respira profundo. Has llegado a la edad del no agobio. Llega tarde a las prisas y eleva el desplante a categoría mayor de la sobrevivencia.

Te rompiste el epiplón arañando sin fortuna a las buenas maneras, como un Sísifo cualquiera empujando la piedra sin grandes recompensas ni mejores alivios. Máster Cazado PHD en cazar migajas emocionales. Todos tus bálsamos colocaban el pie derecho en la escalerilla del avión y el otro en tierra.

Y, claro, fracasaste, como debe de ser. Eres el peor de los Indiana Jones. Un Hunter Killer sin puntería. Proverbiales desperdicios de municiones. En algún lugar frenaste la locura y el descarrile. Llegaste a la edad de mirar por la ventana del tren y dormirte repasando el paisaje una y otra vez. Ahora los libros son tus verdaderos amigos. Allí te reconoces, te ves, te das cuenta de que nada ha cambiado. Por dentro seguimos siendo el deseo que muere. Miles de años pisando tierra firme y solo somos eso, el deseo que muere. No está mal, sigues aquí, y eso es lo que cuenta. 

Más mentiras

Es como la mentira, como los libros que nunca intercambiaremos. El saludo pétreo y sonriente, igual que otros saludos de barro y ojos de acero. Saludos de corteza esponjosa. Mentiras, igual que todo lo que se escribe. Lo que muestras para ser aceptado. Mentira, más cerca de ignorarlos a todos y mandarlos al carajo. Mentiras y espejos, cada vez más mentiras y espejos.