La novela Bondyé del ensayista, poeta y narrador Luesmil Castor Paniagua, presenta un fascinante recorrido por la historia cultural y religiosa de esta isla del Caribe, desde una perspectiva mágico-religiosa. Pues, su cosmovisión articula la magia, la religión y la tradición para brindar significado, consuelo y poder a una comunidad marcada por la opresión y la lucha. En ese contexto, los personajes característicos de la cultura isleña y heredera de un pasado afrodescendiente no solo buscan subsistir a las circunstancias, sino también trascender, en un diálogo continuo entre lo humano y lo divino al emplear las tradiciones del vudú, los ecos de la esclavitud y las luchas por la identidad, para elaborar un relato de resistencia que busca preservar las tradiciones ancestrales.

Uno de los puntos claves de la novela es la representación que hace del vudú como un sistema cultural y espiritual con arraigo en la comunidad que articula las vivencias de los personajes. Ya que, desde el inicio introduce rituales llenos de simbolismo como es el canto dirigido a Papa Legba, el cual es descrito como “el abridor de camino”. "Padre Legba, Ven y abre la puerta… ahora somos tus hijos, ven y monta tu caballo en la noche". Esto no solo manifiesta elementos ceremoniales del vudú, sino que refleja, además, la función que desempeña como puente entre los vivos, los muertos y lo sagrado.

El relato sitúa los rituales en un ambiente de lucha, donde lo espiritual se erige como el motor de acción y resistencia en donde Papa Legba figura como mediador entre lo humano y lo divino. Lo cual subraya la conexión con las raíces africanas y cómo se fueron adaptando al entorno caribeño. Sin embargo, desde una perspectiva antropológica, no se circunscribe a los componentes rituales, pues, además, explora la organización de estos espíritus dentro del quehacer mágico-religioso. En este sentido, Luá y Petró, deidades del inframundo, son invocadas con el fin de orientar las decisiones y proteger a la comunidad. De tal manera que, el vudú se representa como un sistema de creencia colectivo que ordena las relaciones sociales, reforzando así la identidad colectiva, que se evidencia en la liberación del espíritu Ogou. "Raudos, buscaron la botella ya indicada… y fue en ese instante que, terminado de ingerir el líquido espirituoso, sopló con toda la fuerza interior posible y puso de inmediato el tapón".

En otro orden, la novela con su narrativa de alto valor simbólico, cultural e histórico revive acontecimientos emblemáticos como la revolución liderada por François Makandal hacia 1791 en Haití quien en la ceremonia Bwa Kayiman impulsó la idea de una liberación del dominio colonial de los blancos europeos. "Desde allí veía todo, sí, los más mínimos detalles de cómo en su momento François Makandal se sublevó… proclamando jefe supremo de la rebelión a Dutty Boukman”. Con ello el autor ofrece una relectura de la historia desde el oprimido, destacando cómo los mitos traídos desde el África se hayan profundamente vinculados a la resistencia negra.

Esta idea se ve reforzada con la representación del barco negrero portugués en el cual llegan los esclavos al Caribe. "Ella quedó dormida, sumida en un letargo del cual despertó cuando ya estaba entre grilletes que ataban sus pies y sus muñecas" Y Allí, la novela describe la brutalidad de la esclavitud y la resiliencia espiritual de los negros que llegaron con sus deidades a estas tierras, donde “el rictus de la vida es el altar de los muertos”. Pese a ello, se muestra cómo esta comunidad mantuvo vivo su sistema de creencias adaptándolas o reconfigurándolas a un contexto esclavista hostil que les permitió a sus descendientes reconstruirse con una nueva identidad vinculada a su pasado.

Además de lo antes mencionado, la novela Bondyé ofrece una rica representación de la vida cotidiana del Caribe rural resaltando prácticas agrícolas, alimentos y la farmacopea popular. Los cuales subrayan el vínculo entre las prácticas sociales con las creencias espirituales. Tal es el caso del uso de la sábila como un medicamento para curar a los enfermos junto a un ritual ligado a los orígenes africanos. "Bruñé tomó la penca que Decena llevó en sus manos y con ella tocó y untó el viscoso líquido de la sábila en el seno que tenía el cáncer". Ello supone una íntima conexión entre lo natural y lo trascendental.

La riqueza de la novela aumenta cuando se muestran aspectos lingüísticos como el uso del criollo haitiano y el español aportando autenticidad a la narrativa, a su vez resaltando los vínculos culturales que caracterizan a la región. Este componente multilingüístico, además de constituirse en un recurso estilístico encarna el testimonio del sincretismo lingüístico que acompaña a las prácticas religiosas en toda la isla. Así pues, Bruñé personifica en la novela el ideal de redención y de servicio. Su ministerio basado en el principio “Haz el bien sin mirar a quién” constituye el resumen de los valores éticos y espirituales que orientan y une a la comunidad.

La muerte de este también está matizada por un fuerte simbolismo. Pues, este se transforma en un mito al tiempo que consolida el legado de resistencia y esperanza de la comunidad a la cual sirve traspasando las barreras de la religión oficial. El hecho de que Bruñé se acueste sobre las pencas de sábila provocando un fenómeno natural con carácter sobrenatural:" Bruñé salió al patio, recogió pacientemente pencas de las diferentes montañitas de sábila y en medio de ellas improvisó un espacio justo de su tamaño y allí se acostó. Cerró los ojos, y ya, cuando su diminuto cuerpo dejó de respirar toda la comarca se iluminó, cesaron los truenos, los vientos, la lluvia, los relámpagos y rayos”

Este acto refuerza la idea de que la trascendencia espiritual sobrepasa las barreras materiales. "El sol de verano empezó a brillar de manera intensa aun siendo las siete de la tarde-noche… y el pequeño y endeble cuerpo de diecisiete años de Bruñé quedó tendido sobre y en derredor de las sábilas". Esto lo eleva a una figura mítica que le consolida en el ámbito popular como un puente entre los vivos y los muertos, entre la deidad y la humanidad.

De tal manera que, en esas acciones se manifiesta el culmen de la novela, dado que sintetiza los temas centrales, la tradición mágico-religiosa, el sacrificio por el bien común, el poder redentor de la fe y la trascendencia espiritual de los individuos. Construyéndose así la identidad sociocultural de los pueblos que se representan en la novela cargada de esperanza y lucha contra el sistema opresor.

En definitiva, la novela Bondyé, con una prosa evocadora y unos personajes memorables evidencia una narrativa profundamente vinculada a la cultura y la historia de resistencia de estos pueblos del Caribe. Además, es una obra que exalta las raíces del sincretismo religioso y cultural como una garantía de la continuidad del tejido social. Al mismo tiempo, se constituye en una denuncia contra las injusticias históricas que perviven en el contexto isleño y en una exploración de las dinámicas antropológicas de las comunidades afrocaribeñas.