Este término tiene aristas que pueden irritar. Es muy interesante por la evolución y por su historia en el seno de la lengua; así como por los desvíos de que ha sido objeto en algunas hablas.

El término desvío del párrafo anterior se refiere a la nueva o nuevas acepciones que ha adquirido bellaco en algunas hablas. No es asunto de escándalo. Las lenguas, así en plural, están repletas de casos en los que durante el transcurso del tiempo las voces suman nuevas acepciones. En el caso de bellaco las acepciones en algunas hablas volvieron a su origen como se verá más adelante.

Puedo recordar cuando oí por primera vez el término del título. Estaba en el campo cuando un lugareño lo usó para referirse a un niño testarudo, desobediente, voluntarioso. La situación despejó para mí el contenido del término. Años después presencié cuando la cara de un puertorriqueño se puso roja al oír el término. Era yo un adolescente y no entendí el enojo. Entenderlo vino más tarde.

En los años en que tuve que leer obras del castellano clásico volví a encontrar el término usado por escritores reconocidos en la literatura internacional. En esos casos se refería a bandidos y truhanes. Así que se impone el examen, la revisión de los genes del término para seguir su progreso a través de la historia.

En el título la voz aparece escrita con una be (B), pero no siempre fue así. Covarrubias en el Tesoro de la lengua castellana o española (1611:1357) registra la voz con una uve (V). No hay que sorprenderse con motivo de ese cambio, Piénsese en el tiempo transcurrido desde principios del siglo XVII hasta ahora. Los cambios en la ortografía de las palabras fue algo común en la lengua castellana o española. Cuando Covarrubias confeccionó ese Tesoro, puede decirse que la ortografía todavía estaba en proceso.

Cuando bellaco se usa en Puerto Rico, cubre matices negativos, así como positivos. Una cosa bellaca es estupenda, buena. Es amigo íntimo, compañero inseparable. Esa misma palabra es persona excitada sexualmente; dada a la lujuria.

Vale la pena recordar que durante años se enseñó la diferencia de pronunciación entre las dos consonantes destacadas en el párrafo anterior. De un tiempo que no puede precisarse a esta fecha se relegó al olvido ese precepto y se acepta que uve y be tienen el mismo sonido. Esta explicación sirve para entender en parte el porqué del cambio de ortografía.

En el Tesoro los conceptos definitorios son, “maldad, ruindad; viles condiciones, bajos pensamientos, indómito”. Esa no es exactamente la terminología empleada, sino las nociones. Trae ese tratado también las palabras “bellaquería, bellacada”. No ha de olvidarse que están escritas con uve inicial. Como se leerá más adelante, en portugués aún se escribe el equivalente con uve.

Cien años después del Tesoro, cuando se publica el Diccionario de autoridades (1716:589), el perfil es de ruindad, malos procederes, condición perversa y dañada. Más abajo explica ese diccionario que se toma bellaco por “advertido, astuto, sagaz, de no ingenua intención, difícil de engañar”. No conforme en otra entrada añade, “malo, perverso, irracional”. En ese lexicón vienen, además, bellacada, bellacamente, bellacón, bellaconazo.

Diccionario medieval español. Imagen cortesía de Todocolección.net

Tal y como se anunció más arriba, La calaña del bellaco fue aumentado con el paso del tiempo y su carácter fue afinándose en la descripción. Del siglo XIII al XV se le definió por su naturaleza pícara, su astucia y ruindad. Diccionario medieval español (1986-I-512). Cervantes utilizó la palabra en el Quijote con el valor de malo, perverso, astuto, sagaz. En el castellano antiguo existió un sustantivo aumentativo, bellacazo, tenido por desvergonzado, muy poco fiable. Diccionario de castellano antiguo (2002:63).

El diccionario de la corporación madrileña de la lengua en la actualidad reconoce varios sinónimos para bellaco. Se copian algunos, “despreciable, bajo, bribón, canalla, maligno, malo, desleal, traidor, fregado, bastardo”. Después de esta caracterización no hace falta agregar más palabras. Tal parece que el bellaco fue recogiendo lo peor del léxico castellano español. Diccionario de la lengua española. (Consultado en línea).

La voz bellaco y bellaquería pasaron a América en el siglo XVI, a Santo Domingo, entre otros lugares. La frase es esta, “Afrentar a las personas diciéndoles que mienten como bellacos”. “…cuan mayor es la bellaquería, más la loa y más quieren que todos la loen”. Léxico hispanoamericano del siglo XVI (1971:119). En este ejemplo, “afrentar” quiere decir, maltratar de palabra; significado propio del castellano del siglo XVI.

La palabra bellaco pasó al portugués, velhaco, con los mismos tintes que despliega en castellano. Novo Aurélio século XXI (1999:2054). En la actualidad, en el español hispanoamericano se emplea bastante la palabra del título en el léxico de la equitación. En Argentina un caballo bellaco es indócil y arisco. Diccionario del español de Argentina (2000:83). Esa acepción es compartida con Chile y Uruguay.

El Diccionario de americanismos aclara muchas interpretaciones con respecto a la noción de bellaco. En Perú es un tipo de plátano. En Cuba, Ecuador y República Dominicana, “Referido a una persona, especialmente a un niño, que tiene tendencia a hacer travesuras o maldades”. En Panamá cambia el tono, persona muy hábil, digna de admiración. Persona que usa sus habilidades para su provecho y en detrimento de otros.

Cuando bellaco se usa en Puerto Rico, cubre matices negativos, así como positivos. Una cosa bellaca es estupenda, buena. Es amigo íntimo, compañero inseparable. Esa misma palabra es persona excitada sexualmente; dada a la lujuria. Utilizado con estos contenidos es término tabú. Del animal en celo se dice también que es o está bellaco. Diccionario de americanismos (2010:239).

El Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española.

Esas acepciones que se destacaron en el español de Puerto Rico, en diferentes registros, vienen de muy antiguo. En las Siete partidas, redactadas entre 1221-1284 se sancionaba con la expulsión de los pueblos a los bellacos que servían de rufián protector y cobrador de la(s) prostituta(s). Esa misma sanción recibían las putas.

Llegado a este punto se entiende el sonrojo del puertorriqueño de mi anécdota. Este es solo un ejemplo de muchos que hay en el idioma común. Es casi imposible evitar errores de este tipo. Es poco menos que imposible incurrir en yerros de esta índole. Hay que pensar que el español es una lengua hablada por muchos millones de personas en territorios muy vastos. A eso hay que sumar que las fronteras y los accidentes geográficos a veces han separado culturas y alentado distorsiones.

Roberto Guzmán en Acento.com.do