A principio del 2020 el mundo se enteró de la aparición de un virus desconocido, que meses siguientes iría haciendo estragos en la sociedad mundial y cobrando innumerables vidas humanas. La República Dominicana no escaparía a esta oscura realidad global. Muchos nos vimos en la obligación de buscar tranquilidad y seguridad en lugares lejos de casa. Mi esposa y yo, por ejemplo, nos fuimos para Hato Mayor del Rey. El país, como el resto del mundo, se paralizó, y no había más nada que hacer, solamente ver que nos traía el día de mañana. Sin nada que yo pudiera hacer debido a la situación sanitaria, se me ocurrió escribir un diario o una crónica personal que recogiera mi vida y las de mis seres queridos en confinamiento, es así como finalmente nace (Bailar en la sombra) una crónica que contiene narraciones de mi día a día y del desarrollo del virus en el país y en el extranjero. Este trabajo iba hacer destruido en su totalidad debido a una tragedia familiar, la cual se explica en el prólogo, pero en vez de eso lo conservé y finalmente lo tengo agendado para ser publicado en febrero o marzo del 2024. Dejo claro que la totalidad de este trajo fue escrito en los primeros meses del 2020. 

Quise compartir un fragmento de este libro para que más o menos tengan una idea de él.

El libro contiene 21 capítulos. 

Palabras introductorias (fragmento del prólogo del libro) 

Esta obra es fruto de mi vivencia personal en medio del virus que se hizo presente en diciembre del 2019 (el Covid-19) y que siguió expandiéndose rápidamente en todo el mundo a principio del año 2020. Casi la totalidad de la obra, fue escrita en Hato Mayor del Rey, específicamente en la casa de mis suegros y en otra propiedad que tiene la familia en una zona montañosa de la misma provincia.   

Todo lo que se evidencia en los diferentes capítulos que posee este libro, son en base a sucesos reales acaecidos en medio de la pandemia, o, a reflexiones personales de mi niñez. Las cifras de infectados y fallecidos que se mencionan en algunos capítulos, son reales, así como las conversaciones de los personajes; este es un libro de no-ficción y es por ello su crudeza narrativa y la poca elegancia al momento de poner en evidencia los hechos noticiosos. (…) Dejo claro que, al retomar el borrador, solamente eliminé algunas oraciones que me parecieron redundantes, escritas debido a los impulsos del momento, lo demás está igual de cómo lo escribí en los primeros meses del año 2020. Mantiene la esencia de esos negros días y la ignorancia del futuro pos-virus que ya conocemos. 

La llegada

(fragmento/ capitulo uno)

Acostarse sin tener la mínima idea de cómo será el día de mañana es lo habitual en cada uno de nosotros. El inicio de un nuevo año, de alguna manera, llena a uno de una felicidad y una paz muy difícil de explicar. Los primeros días del año 2020 transcurrieron como se podría esperar de un año que está dando sus primeros pasos, hasta que una noticia se hizo viral y esos rostros que antes eran alegres fueron cambiados por unos rostros temerosos y pálidos. La verdad es que nadie está preparado cuando aparecen enfermedades como esta; en muchas situaciones en relación a lo que diariamente se ve, los de altos recursos, me refiero a aquellas personas de la alta sociedad que cuentan con los recursos económicos para hacer frente a las enfermedades, son las que suelen salir victoriosos frente a virus de esta categoría. Lo extraño es que, en esta crónica, pobres y ricos han tenido la misma suerte. 

Cuando escuché que los chinos, de alguna manera, habían creado un virus y que dicho virus se le salió de control en su laboratorio, o algo parecido, ya que todavía las cosas no están claras. Me quedé viendo las diferentes noticias nacionales e internacionales como si nada estuviera pasando, la verdad es que todo en relación a este tema, se ve como una película de ciencia ficción, una de esas películas en donde virus diabólicos acaban con más de la tercera parte de la humanidad, y uno como simples espectadores, las vemos con la cara ahogada en incredulidad. 

Creo que es necesario decir que son justamente las ocho de la mañana, no hace mucho rato que me levanté y dejé escapar la mirada por una de las persianas de mi modesto apartamento. Encuentro extraño que mi vecina no se encuentra sentada, como siempre lo hace, frente de su casa mirando de un lado a otro con esos redondos ojos que la hacen sobresalir, o, que los muchachos del barrio, los mismos muchachos que se pasan el día volando chichiguas, no estén en su labor, enganchados como frutas de tamarindos en los tejados calientes de las casas y pensiones del vecindario.

El toque de queda comenzará a las cinco de la tarde, es la nueva medida que acaba implementar el gobierno dominicano para tratar de controlar el brote del virus; antes, cuando comenzó esta cuarentena, el encierro daba inicio a las ocho de la noche y culminaba a las seis de la mañana, es decir que los ciudadanos tenían tiempo suficiente para hacer sus respectivas diligencias y luego, como buenos samaritanos arrastrados por una pesada monotonía, debían encerrarse en sus hogares a hacer, quién sabe qué cosa.

Si analizamos esta medida resulta un poco ilógica por parte del gobierno para combatir el virus, como si este, en el transcurso del día no se propagara en la población. Se podría pensar, que la población es inmune en el día. Y que es solo de noche que se contagian las personas.

 Mi país fue uno de los últimos en tomar la decisión de poner el estado de emergencia, para cuando lo hicieron, ya la enfermedad estaba haciendo su nido en varios pulmones humanos. Cabe cuestionar el porqué, pero como todo buen ciudadano sabe, no es necesario dar la respuesta a esa pregunta, porque en la República Dominicana todo gira en torno a los intereses políticos.

Desde que en el país dio positivo el primer paciente de covid-19, un sujeto de origen italiano, con el pasar de los días y los meses, todo se ha vuelto un cao; la población está muy asustada, los hospitales y clínicas tienen miedo de ingresar a pacientes infectados con el virus, si se da el caso es su deber hacerlo, pero entre ellos ruegan para que no ocurra.  Muchas personas son asintomáticas, es decir que tienen el virus y no lo saben hasta que es demasiado tarde y en el transcurso de saberlo han infectado varias personas más.

 A medida que el virus siguió esparciéndose en la población dominicana, como un parásito microscópico que se arrastra por tu cuerpo sin aún dar señales, el pánico se hacía más evidente, los mismos responsables de preservar nuestra salud, eran los primeros que caían contagiados. La falta de utensilios médicos hacía que todo esfuerzo para combatir el virus fuese una pérdida de tiempo: sucedía que, en vez de lograr la recuperación o la estabilidad de algún paciente, los profesionales de la salud contraían la enfermedad y sin saberlo iban a sus casas y contaminaban los suyos y los suyos a los demás, hasta que la cadena se hacía más larga. Es algo lógico de que esto pasara, pero tampoco se pueden culpar a los profesionales de la salud, estamos hablando de un país en donde los centros no están equipados para tratar una persona infectada. Cada quien solo piensa en su salud y es algo puramente humano. ¿Quién podría juzgar a alguien en dichas circunstancias? No sería algo lógico. Es como decirles a los especialistas de la salud: “Ve y enfréntate a ese virus, sin la información necesaria y sin la protección requerida” en pocas palabras “Ve y jote”.

No solamente la salud es una de las problemáticas, también está la alimentación de once millones de seres humanos, un país sumamente rico, pero donde los que nos gobiernan son los amos de dichas riquezas, los cuales manipulan la masa a su antojo. El pánico se hace un sordo eco por doquier y no falta uno que sin tener nada, presente todos los síntomas del virus debido al pánico y a la frustración de cuarentena.

El mundo se ha paralizado, los gobiernos tienen sus ojos puestos en el desarrollo de la pandemia a nivel nacional y global… Hasta el momento se ha visto la muerte de varias personas famosas. 

Como ya dije: desde las 8 a.m. estoy en mi apartamento caminando de un lado a otro, buscando la manera de como pasar este día, mi esposa aún duerme, me gusta verla dormir alejada de este triste panorama. Cada día el Ministro de Salud se dirige a la población para hacer un recuento de cuántos infectados y de cuántos muertos se ha cobrado la pandemia. Finalmente, cuando hace el resume mundial, se enfoca en nuestro pedacito de isla y con rostro de seriedad, mientras frunce sus canosas cejas y aprieta la madera del atril, observa fijamente el telefronte…, empieza a leer los nuevos avances del virus, mientras, de vez en cuando, hace una pausa para empaparse sus secos labios de saliva. 

En el día de ayer- etcétera y etcétera- luego continúa—, hoy la cifra de infectados es…Y de muertos es…