Lo que desde el asombro se mira y asume como “lo visible”, en el poeta es el objeto sueño, esto es, lo que poetas como Breton, Eluard, Souphault y Péret asumieron en el campo generador modélico del inconsciente. Así, la mirada del poeta escruta, intuye el desdibujamiento y el retorno a lo visible-invisible:

“No es el trozo de una cima; ni es el juego del relámpago;

Ni el odre donde los vientos de la fábula cabían;

Ni tampoco es un fantasma que al final se pareciera

Llegando de lo profundo de la bóveda celeste;

Ni la irradiación de un ángel que desaparece yendo,

Fuera de un sepulcro abierto, hacia el gran dios Jehová;

Ni nada de lo que en sueños o en desvarío se nombra."

(Ed.cit.p.305)

Justamente Victor Hugo consume y materializa su mirada nouménica desde la presentificación de la danza mítica y poética:

"El aire es himno esparcido; el aire entre escollos

de nubes que van rodando en convulsivas bandadas,

Arroja mil voces que se ahogan:

Las fluidos, el azur, el efluvio, el elemento,

Componen una armonía donde flotan vagamente

Ignotos Orfeos tenebrosos.

(p.306)

Y siguiendo el tiempo de la misma travesía, rítmica y poético-discursiva asumirá los contenidos que se motivan desde la tradición clásica a la moderna y la vida de las formas poéticas:

“Los espíritus del aire contemplan maravillados

este extraordinario engullimiento.

Avanza, ya no está ahí;  y qué ha pasado, pues, con él?

Está en lo desconocido, permanece en lo invisible;

baña al hombre en la región del sueño,

en el hecho, en la claridad, en la profunda certeza,

en el celeste océano repleto de una verdad

que el sacerdote ha desfigurado”.

(Ibídem.)

El predicado poético que como dinamismo verbal muestra el fenómeno posicional del poema, cobra cada vez más su intencionalidad y teleología:

Si el día se eleva, avanza; si se desvanece, avanza;

Construido para el día, también acepta la noche.

Es la hora de estrellas incontables;

en que, visto desde el nadir, este globo se asemeja,

con su ancho cono oscuro que se despliega bajo él,

a un enorme cometa de sombra…."

“La Noche saca del fondo del desconocido abismo

su red donde brilla Venus y donde Marte reluce,

y a medida que la horas pasan,

esta red aumenta, sube, llena el cielo de la tarde,

y entre sus mallas de sombra, y en sus redecillas negras,

las constelaciones se estremecen…"

(p.307)

Babelización y búsqueda del paraíso constituyen en la poética de Victor Hugo la obra, el fundamento de una obra decididamente libertaria. La vastedad de la obra poética de Victor Hugo reclama un lector que la modernidad proscribe de la nueva escena de la escritura. Sin embargo, desde la inclusión de la historia como pronunciamiento, se ventila un orden simbólico y trágico reconocido en una dialéctica de las formas históricas y modulares del pensamiento.

De esta suerte el dictum o modo de decir y articular lo poético se define en la visión de la pregunta desde el relato-poema:

"Dónde, pues, se detendrá este hombre sedicioso?

El espacio ve, con gestos que desvelan su inquietud,

la huella de la planta humana sobre las nubes;

Mantiene por los extremos las cosas desconocidas;

Junta ahora los abismos con el barro primitivo;

Y ya se le puede ver marchando por lo infinito.

Dónde, pues, se parará el poderoso rebelde?

Hasta qué distancia se alejará de la tierra?

Hasta qué distancia se alejará del destino?”

(p.311)

Victor Hugo construye su poema desde una babelización que anuncia el pensamiento crítico moderno y posmoderno. De ahí que la apertura de su poética haga posible una significación espacial y temporal, a partir del retorno a los orígenes, esto es, al fundamento sagrado y a la historia. Salvación y finalidad marcaron entonces su sentido del poema y de la historia:

“Construyendo para el hombre una ciudad para el cielo,

un único pensamiento con toda la inmensidad,

ha abolido las antiguas reglas;

ha rebajado los montes y suprimido las torres;

ha introducido a los pueblos, caminantes perezosos,

en la comunión de las águilas.

A ella en fin le corresponde la casta y divina misión

de componer allá arriba una patria para todos,

que sea a la vez primera y última,

De pasear el progreso por el resplandor eterno,

Y de obtener que se cierna, borracha de firmamento,

la libertad en la luz del cielo.”

(p.319)

Es importante destacar en este sentido la doxa crítica de Albert Beguin en su libro El alma romántica y el sueño (1954) publicado en el Fondo de Cultura Económica, de México. Libro fundamental para comprender filológicamente los elementos y aspectos del romanticismo como actitud y práctica de creación de la modernidad. Dicho libro fue escrito y pensado por un filólogo y estudioso que profundizó en el romanticismo europeo como expansión de escritura y productividad dejando una huella histórico-crítica en tal sentido.

Nuestro ensayo se detiene aquí para avanzar una propuesta de lectura que justifique en el marco de la interpretación fundacional, una travesía de la lengua, la historia y la cultura de los signos en La leyenda de los siglos. Pero además, nuestro ensayo se inscribe en un marco de apertura analítica de las raíces míticas y fundacionales de una poética que, como la de Victor Hugo, provoca y ciertamente produce el estallido estético-filosófico de la modernidad.