Este trabajo ilustra de manera sucinta, la grandeza artística de los grandes maestros del arte dominicano de finales y principios de los siglos XX y XXI y muestra al mismo tiempo la forma en que fueron tejiendo sus respectivas apuestas plásticas hasta convertirse en referentes internacionales.
Desde el punto de vista de sus códigos y estilos, de sus particulares composiciones artísticas, sus tendencias teóricas y sus diversas técnicas, debemos destacar que su incansable y constante esfuerzo por alcanzar los límites de la creación artística, fue la fuerza que los impulsó a trabajar infatigablemente para conseguir sus registros, facturas y marcas propias y, en tal sentido, los maestros vivos y fallecidos, han llenado de gloria el arte pictórico nacional.
En este período de cambio tecnológico se produce una ruptura interesante con relación a los mercados del arte, por las formas diversas de los artistas promover sus obras sin la política oficial de algunos gobiernos, que anteponen la cultura a los intereses particera de la inteligencia artificial permite a los galeristas y a las subastas como Christie’s, Sotheby’s, AstaGuru, Martini Studio D’Arte, Dorotheum, Artsy, Bonhams, China Guardian, Heritage Auctions, Beijing Poly International Auction Company, Artcurial, Wright Auction, Phillips y Louis C. Morton, entre otras, formular en línea interesantes apuestas y ventas de obras sin que los coleccionistas tengan hoy día que viajar a los destinos donde se realizan dichos eventos porque la tecnología les permite hacer sus pujas, adquirir las obras, hacer depósitos vía correos electrónicos conectados con los bancos y de esa manera los coleccionistas recibir las obras intactas en las puertas de sus respectivas residencias o empresas.
Acontecimiento que se desarrolla en sus distintas características y modalidades y que permite algo más que la difusión y venta de obras de arte, debido a que produce una serie de intercambios y comunicaciones con artistas, coleccionistas, medios de comunicación digital y críticos de arte, aún en las regiones más apartadas del planeta. Por lo tanto, la era de la inteligencia artificial plantea abiertamente un horizonte planetario a los maestros de la pintura dominicana proyectando, de este modo, exuberantes expresiones pictóricas que los hacen acreedores de creciente prestigio.
Esta dialéctica global del arte dominicano y de otras latitudes forma parte de un horizonte que sólo la era de la inteligencia artificial puede ofrecer y que permite, además, que el pensamiento y la realidad se transformen en una iconografía renovada que se proyecta en la dinámica tensión de la memoria; se trata de un nuevo interés de interpretar los acontecimientos que se abren espacios ilimitados en el orden de las creaciones pictóricas.
En la era de la inteligencia artificial, los artistas tienen un modo de aproximación con lo global como nunca tuvo el arte en más de cien años. Esto permite que su obra se muestre distante en el tiempo y cubra la geografía universal sin perder su asiento original, su ámbito plástico, las circunstancias y sensibilidades, la temática, las visiones o éxtasis de su creador.
Las obras pictóricas de nuestros grandes maestros forman parte de ese ideal del que habla el genio muralista mexicano Diego Rivera, cuando afirma:
Para ser un artista primeramente se debe ser un hombre, vitalmente comprometido con todos los problemas de la lucha social, retratándolos resueltamente, sin ocultamiento ni evasiones, y sin huir de la verdad como él la entiende. Como pintor, sus problemas son aquellos propios de su oficio. Es un obrero y un artesano. Como artista, debe ser un soñador; debe interpretar las esperanzas, los temores y los deseos inexpresados de su pueblo y de su tiempo. Debe ser la conciencia de su cultura. Su obra debe incluir la substancia completa de la moralidad, no sólo en contenido, sino más bien con la fuerza absoluta de sus principios estéticos.
Como podrá comprobarse, las ideas de Rivera están condensadas en las obras de los maestros dominicanos porque cada uno de ellos asimiló desde su perspectiva visionaria, social y estética, el ordenamiento de los elementos compositivos, respondiendo simultáneamente a la expectativa de cada época, lo que confiere a los cuadros de los maestros dominicanos audaces propuestas de un carácter estrictamente plástico, hecho que resulta trascendental en el contexto de los mercados internacionales del arte.
Quien estudia la historia del arte dominicano en su proceso analítico llega a la conclusión de que éste se vio sometido a un largo olvido en los siglos XIX y XX y que hoy, debido a la revolución tecnológica, obtiene un mayor reconocimiento en el mundo, debido a que su fuerza estética y expresiva es reconocida por los coleccionistas más importantes a nivel internacional, quienes encuentran en las obras de nuestros grandes maestros una iconografía pictórica a la par con los artistas latinoamericanos y de otras latitudes del mundo.
El surgimiento de la era de la inteligencia de la artificial ha permitido a estos coleccionistas estudiar a profundidad las audaces innovaciones de las obras pictóricas dominicanas y la particular personalidad de cada maestro, cuya obra responde a una calidad cada vez más artística; por lo que resulta estimulante lo que hoy vive cada artista dominicano como consecuencia de la eficiencia y los logros sucesivos que han traído consigo las tecnologías de la inteligencia artificial.
En la era de la inteligencia artificial el arte dominicano ha logrado principalía e impacto en su promoción y difusión que le permite explorar todos los mercados del mundo y este acontecimiento de las post vanguardias ha coadyuvado a identificar la cantera de excelentes y consagrados maestros que, en materia de del arte pictórico, posee nuestro país.
La revolución tecnológica permite que nuestro arte viaje a velocidades sorprendentes y permite romper el aislamiento insular a que estaba sometido. Los hilos conductores de lo digital hacen saber al mundo que en este país predomina un arte que está por encima de una mayor creatividad, y cuenta con maestros que pueden competir en cualquier terreno del mundo por la excelente calidad pictórica de sus obras.
Durante muchos años el arte dominicano se sustentaba en la promoción nacional y una que otras exposiciones individuales y colectivas en el exterior; sin embargo, ahora es sorprendente el reconocimiento internacional que ha obtenido en menos de veinte años como consecuencia de las distintas propuestas que proyectan las obras de artistas mencionados en este contexto.
Cuando nos detenemos a contemplar las particulares composiciones estéticas de los grandes maestros de la pintura dominicana, nos vienen a la mente aquellas palabras pronunciadas por el talentoso arquitecto mexicano Luis Barragán, al ser distinguido con el Premio Pritzker: “¿Cómo comprender el arte y la gloria de su historia sin la espiritualidad religiosa y sin el trasfondo mítico que nos lleva hasta las raíces mismas del fenómeno artístico? “.