Cuando el diestro carpintero Pedro Mella (1895) presintió que se le iba la vida, llevó ocho sacos de maíz de 320 libras para gastos de su funeral a su íntimo amigo, el conocido comerciante del pueblo Maximiliano Fernández. Y así sucedió en 1971, con 76 años cumplidos.
El proverbial hombre había llegado a la comarca en 1925, desde su natal villa de Petit-Trou (Enriquillo), 74 kilómetros al este. Vino de la mano del escritor y primer encargado de la colonización del Sector Sur de la frontera, Sócrates Nolasco (Arístides Sócrates Henríquez Nolasco), con la encomienda del gobierno de Horacio Vásquez (1924-1930) de construir la colonia de Pedernales para dominicanizar aquel lugar sitiado de haitianos.
El 1 mayo de 1928, el mismo Nolasco confirmó a Listín Diario la terminación de unas 50 casas, cada una con cocina y baño adentro, en tejamaní, techadas de zinc, paredes de tabique, dos escuelitas, un horno para hacer pan, un mercado público, un potrero para cada familia, depósito para guardar equipos usados en la colonización y una iglesia católica para evitar que los recién nacidos fuesen declarados en Haití. El general Genaro Pérez Rocha, quien llevaba años viviendo por estas tierras, fue encargado de reclutar 40 familias en Duvergé.
Con Pedro Mella había llegado, entre otros, Carmelo Méndez, quien, luego, a finales de los años 40, plena era del tirano Trujillo, se marcharía del pueblo impotente ante la violación de sus tres hermosas hijas por parte de Danilo Trujillo, dueño y señor de la zona, hijo del hermano del “jefe”, Virgilio.
Varias casas tradicionales y la antigua logia de madera sobre pilotillo, en la calle Duarte frente al cine Doris (quemada durante los sangrientos 12 años de gobierno Balaguer) y la construcción de la carretera que lleva a Oviedo, en la que fungió de capataz, tienen su sello.
Él no sólo era fino ebanista. Fue sembrador de arroz y otros productos en su finca de Ávila, en la sierra Baoruco a 12 kilómetros de la sabana. Participaba en las actividades sociales, era odfelo (Odd Fellow) y gozaba de sobradas habilidades para hacer cuentos a los muchachos, tan increíbles que ellos le tildaban como “el más jablador”.
Su hijo, Julio Antonio Mella (Cucullo), 82 años, lo atestigua:
“Pedro Mella, mi padre, era un hombre jocoso; tanto así que hacía muchos cuentos a los muchachos y eso le hizo ganar el mote de jablador o embustero. Aparte, fue un elemento servicial y estaba en todas las actividades de Pedernales. Siempre estuvo en la frontera, engalanado y participando en los juegos deportivos en San Juan, en Caballos”.
Y refiere: “Recuerdo yo que una vez, como en el año 1944, para el aniversario de la Restauración, Maximiliano, Millín y él hicieron una carrera a caballo en la calle Juan López y, al final, el caballo de Maximiliano (Marcí) se cayó y lo tiró al suelo. Era una carrera de cintas”.
“Mi papá sembraba a arroz Fidelina en los años 40 y 50 del siglo pasado. Sembraba en tierra seca, no era por inundación… Era una agricultura de subsistencia y el conuquismo predominaba, aunque algunos sembraban cocos”, enfatiza.
Hasta los últimos días de vida, el viejo Marcial Mejía decía que, al filo de los años 40 del siglo XX, cuando las familias cibaeñas llegaron para poblar parte de las secciones agrícolas del lado sur de sierra Baoruco, algunas, como los Espinal, vieron en los predios profusión de yerba de guinea, señal de que podían sembrar arroz.
Y esos rubros plantaron en Mencía, Cabo Duarte y Banano; mientras otras se decantaron por el tabaco en tierras de Ávila, El Manguito y Los Corrales, que iban a vender a Santiago, afirma el agrónomo Ricardo Estévez.
La gestión de gobierno del tirano Rafael Leonidas Trujillo Molina (1930-1961) había iniciado un plan de deshaitianización de los pueblos de la frontera. Parte de esa iniciativa fue llevar familias de piel más clara desde el Cibao (Monción, Santiago, San José de las Matas) y del sur (San José de Ocoa), a las cuales asentó en parcelas de las secciones agrícolas del Baoruco (Aguas Negras, Mencía y La Altagracia).
Pérez Rocha se dedicaba a la crianza en pasto libre y a moler caña en su trapiche para producir raspadura.
Siembra en el peladar
En el llano llueve poco. La pluviometría media es 583 milímetros. El sol achicharra. La temperatura media es de 27 grados Celsius. Pero el río Pedernales no exhibía la escualidez de hoy. Un sistema de rigolas fue creado para irrigar potreros y tierras cultivables, como la de Los Olivares Carlos Pérez, Carlito o Mano Carlo (1904-2000) fue uno de los que desafiaron la dureza del clima en aquella planicie plagada de bayahonda, cambrones y guasábaras.
Miguel Pérez, de 82 años, asegura que su padre produjo arroz en pequeñas cantidades.
“Recuerdo que Carlito producía arroz en un conuco que tenía detrás de la fortaleza (hoy cuartel de la Policía y cárcel), en la parte que hoy es el barrio Alcoa, por la calle Club de Leones, desde la Libertad hacia el norte… Tenía unos 400 metros cuadrados… Una parte se usaba para producir arroz y otra para yerba de guinea. Otros también tenían y molían en pilones. Recuerdo que, en nuestro caso, se almacenaban dos sacos de 320 libras con el arroz en cáscara que molíamos a dos manos, por parte, según la necesidad de la casa, en pilones o morteros. El arroz lo secaban en los glases que existían para secar café. En ese tiempo se producía habichuelas, guandules, batatas, guineos, mangos, más en Bucampolo (Las Mercedes), y ñame y toronjas en las lomas”.
Elsa Pérez sostiene que había mucha caña sembrada “que se procesaban en el trapiche de Genaro Pérez Rocha, y llegué a ver las siembras de tabaco que hacía Pedro Mella y lo convertía en andullos. También había un gran cocal propiedad de Pilín, se producía mucho café en las lomas, hasta arroz en el pueblo, mucha yuca en Las Mercedes o Bucanpolo, en los conucos de la playa había muchos manos y víveres”.
Arturo Reyes, 90 años, llegó a Pedernales en 1953 desde La Descubierta. Y, según cuenta, ya no había trapiches. Recuerda que cuando dividieron las parcelas de Los Olivares y le hicieron rigolas, en los años 50, había sembradíos de caña, pero luego “sembraron arroz, y se dio muy bueno”.
Pero eso duró poco. Los agricultores prefirieron cultivar productos de ciclo corto.
“Pero en Mencía sí sembraban arroz; incluso, había una casa que servía de depósito y una máquina para despulparlo. También se sembraba tabaco y la mayoría de gente hacía sus cigarros con las hojas… Lo sembraban en las lomas: La Rosa, Mencía, La Altagracia, Mencía”, afirma Arturo.
En los años 60, hubo zafra de maní. Lo sembraban en las colonias animados por La Manicera de Santo Domingo. Maximiliano, representante de la empresa, proveía las semillas a los agricultores y luego compraba la producción, descontando el precio de las semillas. El producto era llevado a la capital para convertirla en aceite y otros derivados.
En los predios del municipio Oviedo hubo grandes siembras de algodón y sorgo, proyectos de sábila y sisal. Pero la crianza de ganado ha sido el fuerte y ahora crece en producción de plátanos.
Genaro Pérez Rocha y Manuelica Méndez criaban ganado en pasto libre. Él tuvo un trapiche para procesar la caña y producir raspadura.
En modo turismo
Las siembras de arroz, maní, tabaco y caña son cosas del pasado en la provincia Pedernales. Igual las carreras a caballo para engarzar cintas, durante las celebraciones culturales del pueblo.
La del arroz, hoy, es una industria próspera que atiende gran parte del consumo nacional. El periodista Esteban Delgado publicó una historia en El Dinero del 4 de junio de 2021 en la cual resalta el registro del Banco Agrícola de una media anual de 12.3 millones de quintales en la década 2011-2021.
La producción está concentrada en ocho regiones agropecuarias, 21 de las 31 provincias, con 30 mil productores (45% parceleros y 55% privados), según un estudio del Instituto Interamericano de Producción Agrícola (IICA) y el Ministerio de Agricultura.
Con 300 factorías genera RD$ 45,000 millones de pesos (mdp) cada año, 90 mil empleos directos y 320 mil indirectos, representa un pilar de la economía nacional, de acuerdo al presidente Luis Abinader durante rendición de cuentas a la Asamblea Nacional el 27 de febrero de 2023.
La gente que vive en Pedernales se sostiene ahora con el comercio informal con Haití, la pesca, la agricultura de subsistencia amenazada siempre por la falta de agua, el motoconcho y unos cuantos empleos públicos y privados de poca monta.
En las lomas del Baoruco, sobre todo en Los Arroyos, predominan cultivos de aguacate Hass para exportación, así como papas, vegetales. Los cafetales comienzan a renovarse.
Y en el llano, en Los Olivares, predomina el proyecto de mangos para jugos, ahogado por el escaso apoyo técnico oficial y la falta de una agroindustria local que compre y proceso los productos.
El 57 por ciento de pobreza y los precarios servicios básicos desnudan el destierro sufrido durante décadas por esta provincia distante 307 kilómetros del D.N.
El Proyecto de Desarrollo Turístico de Pedernales sigue en ejecución. El Gobierno asegura que es punta de lanza para arrinconar el empobrecimiento y lograr el desarrollo integral de la región Enriquillo (Independencia, Baoruco, Barahona y Pedernales).
En Cabo Rojo han comenzado la construcción de dos hoteles que suman 1,100 habitaciones, y han anunciado el inicio de otro de 500, de las 12 mil contempladas en edificios de cuatro pisos al final del proyecto en 10 años.
Las obras hidrosanitarias y las redes eléctricas van a buen ritmo, contrario a la reconstrucción de la carretera Barahona-Pedernales. Avanza la readecuación del viejo muelle de exportación de bauxita y otros minerales para convertirlo en puerto de cruceros. El presidente Luis Abinader ha garantizado la llegada de primer crucero en diciembre de este año.
La ruta de los colonos
No hay indicios de trabajos en el prometido tramo de unos 50 kilómetros por sierra Baoruco, que conectará la carretera de la bauxita con Puesto Escondido, Duvergé, para completar el circuito vial de la región y reivindicar a los hombres que bajaron por el escabroso Baoruco, entre pinares, para fundar el pueblo. Reduciría a menos de 60 minutos la vuelta de cuatro horas hasta las vecinas provincias Independencia y Baoruco.
En 1927, recorrieron el camino Canote-Bucampolo (Las Mercedes) que había abierto en 1909 un grupo de hombres reclutados en Duvergé por Genaro Pérez Rocha.
Carlos Alberto Pérez (Calú), hijo de Genaro y esposo de la conocida emprendedora Tatá, citaba los nombres de los exploradores que llegaron con su padre antes de la colonización de Horacio Vásquez: Braulio Méndez, Ruperto Pérez Rocha, Epifanio Pérez (Negro Cruzao), Juan Matías del Valle, Antonio Pérez (Macho Santo), Ildefonso Peña (Fonsito), Mauricio Medrano Pérez, Policarpo Guzmán (Tuli) y Nicolás Féliz.
Hasta su muerte, con su voz ronca, este ganadero reclamó para su padre la paternidad de la fundación de Pedernales y la condición de organizador a Sócrates Nolasco.
Explicaba que los exploradores salieron de Duvergé el 10 de diciembre 1909 y llegaron a la Sabana Juan López (hoy Pedernales), nombre del lugar conforme el mapa de 1907 del ingeniero Casimiro N. de Moya. Y aquí construyeron 17 ranchos de tejamaní, la primera para su padre.
El Pedernales del siglo XXI está a las puertas de experimentar con el gran turismo. Atractivos naturales tiene, algunos singulares, como el “hoyo de Pelempito” y los cenotes.
Las autoridades estiman que el proyecto generará 20 mil empleos directos y 50 mil indirectos en diez años. Han garantizado turismo ecosostenible y sustentable con un turista más comprometido con el medioambiente, y han enfatizado en que se enfocan en lograr el desarrollo integral de la región.