El Ministro de Educación, Dr. Ángel Hernández, quien posee una larga trayectoria en la actividad educativa, ha centrado el discurso de su gestión en el llamado a prestar atención a la calidad de los aprendizajes, la cual es una atinada y justa aspiración, sin embargo, la gestión sigue considerando, al igual que todas las anteriores, que esa calidad depende estrictamente de lo que ocurre en el aula; lo que expresa una estrechez de visión sobre la complejidad del sistema educativo y de los factores que influyen en los aprendizajes.

Anibal Ponce, en su obra: “Educación y lucha de clases” sostiene que la estructura del medio social siempre condiciona la forma y el contenido de la educación y también en la manera de adquirir y construir el conocimiento.

Si queremos que los esfuerzos impacten de forma positiva en la práctica pedagógica dejemos de estar anclados en analizar de manera desconectada los factores que inciden en la misma. La visión de escuela y educación que queremos debe ser consustancial a la sociedad que queremos también.

Empecemos a ver la escuela como un todo en donde lo sociocultural, lo institucional organizativo y lo didáctico pedagógico vayan de la mano (Jorge R. Seibord, 2000) y comencemos a entender que las políticas educativas pueden ser aplicadas de manera sinérgica, definiendo y atendiendo al qué, al cómo, dónde, quién, a quién y para qué se enseña, prestando atención a la solución de necesidades perentorias que históricamente arrastra el sistema por el no cumplimiento del Estado como principal responsable, artículo 63 de la Constitución Dominicana, de que las políticas aterricen en el contexto escolar con acciones concretas más allá del florido  discurso  en las normativas, documentos y currículum.