En la pasada entrega señalamos la importancia de mirar a la Educación con una visión más integral; alejada de los enfoques unilaterales y reduccionistas que han llevado el debate a la conclusión de algunos, muy limitada en nuestra opinión, de atribuir la responsabilidad de la crisis del sistema educativo a uno de los actores, en este caso al y la docente, llegando incluso a señalar que una educación de calidad depende estrictamente de las condiciones de sus docentes y de su intervención en el aula.
No se deben obviar la multiplicidad de factores socio-educativos que son los que explican claramente por qué no avanzamos en calidad educativa.
La calidad educativa no es un constructo individual, sino contextual. Esto lo confirma la mayor parte de la investigación educativa, la cual, demuestra que el docente no hace al sistema educativo, sino que el sistema educativo hace al docente y que la incidencia de éste es de un 30% en las variables que componen la calidad educativa; el restante 70% son factores sistémicos.
No obstante, siempre debemos aspirar a tener mejores maestros, sin embargo el desarrollo profesional del docente no es un tema únicamente individual, sino contextual.
La calidad de los docentes que tenemos es proporcional a la calidad de la sociedad, a las familias y a las instituciones que tenemos. Si queremos mejores docentes, construyamos una mejor sociedad.