Es cierto que los/as docentes importan para influir en el aprendizaje de los/as estudiantes y para el logro de una educación de calidad, tal y como señalan los especialistas Denise Bryan y Carlos Marcelo en su trabajo “El ABC y D de la Formación Docente”; sin embargo, estos también aluden a las buenas políticas que deben adoptar e implementar los Estados y las instituciones de formación.
Constituye una visión unilateral y reduccionista, sobre el fenómeno de la educación y la calidad de los aprendizajes, la muy difundida opinión en el país de que la calidad de los aprendizajes depende del tipo de docente que se tiene o que tengamos. Dicha visión pierde de vista el concepto sistémico del fenómeno educativo; asignando una mínima responsabilidad al contexto y demás factores que impactan o deben impactar en la educación para que los aprendizajes sean de calidad.
Los partidarios de dicha visión obvian el “Qué se enseña”, curriculum, contenidos; “Cómo se enseña”, metodología y estrategias; “Dónde se enseña”, contexto sociocultural, pues la escuela está enclavada en una sociedad y en una comunidad en la que inciden las condiciones sociales, económicas políticas y culturales; “Quién enseña”, docente, sus condiciones de formación, socioeconómicas y laborales; “A quién se enseña”, alumno/a, condiciones de un entorno familiar y realidad que le rodea; “Para qué se enseña”, refiriéndose al tipo de ciudadano y modelo societario al que se aspira.
En ese sentido, se hace necesario para la calidad de la educación la responsabilidad constitucional del Estado (Art. 63), pues es este que está obligado a garantizar la educación pública, gratuita y las condiciones adecuadas de la escuela; así como su obligación en propender a la profesionalización, a la estabilidad y a la dignificación laboral de los y las docentes.
Importan también los 13 parámetros establecidos en la ley de educación 66-97, en su artículo 59, considerados determinantes para el logro de la calidad; de los cuales en solo tres incide de manera directa el y la docente; quedando los 10 restantes como factores sistémicos y que dependen de las políticas de los gobiernos a través del Ministerio de Educación y sus dependencias.
Nos parece que es el momento para introducir, al interesante y necesario debate sobre la educación, una visión más integradora que tome en cuenta los tres enfoques de la propia propuesta curricular: enfoque sociocultural, enfoque sociocrítico y enfoque por competencias, ya que, únicamente se ha centrado el debate en destacar el enfoque por competencias, obviando el contexto que circunda a la escuela, y sucede que la escuela no está en la Luna.