En el bloque no hay agua

Lo que corre e' problema

-Tokischa

Por lo general, se entendía la bohemia como un movimiento contracultural que desafiaba los esquemas establecidos: la opresión conservadora y la ideología tradicional de la sociedad.

En Santo Domingo lo bohemio era refugio de lo marginal e irreverente. Se asociaba, a veces con pocas evidencias, a la creación literaria, particularmente a la poesía. Además, los voceros de la cultura dominante le daban a la bohemia una connotación negativa al asociarla con la vagancia y el alcoholismo. El legado colonial y de brutal represión social de las tropas de ocupación yanqui (1916-1924) encarnada en la cruenta dictadura trujillista se ensañó tanto en contra de la bohemia como en contra de la cultura popular la cual en Santo Domingo se construyó a base de la herencia africana con muchísimas manifestaciones de la cultura indígena mancillada por la colonización.

No pudo ser de otra manera.

En una sociedad fundada a sangre y fuego cuya base es la explotación y la sobreexplotación de los cuerpos no blancos, excluidos y marginados, lo bohemio rompía los paradigmas del orden establecido. A razón de todo lo dicho, la bohemia o los cuerpos bohemios estaban en la mira del Estado, de su ojo opresor.

Si antes era signo de rebeldía de aquellas personas, y en particular artistas y escritores, que no se ajustaban a la sociedad capitalista y al medio urbano que ésta había creado, ahora en estos días de resurgimiento fascista y de genocidios, la bohemia, en un contexto despolitizado como el actual, termina siendo una mera pose. Cabe recordar que el arte o la cultura no son instrumentos políticos más bien las manifestaciones y/o artefactos artísticos pueden contribuir a abrir espacios de diálogo crítico o pensamiento crítico. Arte y cultura:tercer ojo. Espejo que ilumina, engrandece o achica o altera la realidad. En sumas cuentas, las creaciones artísticas pueden a la misma vez servir como herramientas de educación popular, goce y celebración en momentos en que los seres humanos necesitamos alimentar o enriquecer nuestras almas y explorar el vasto terreno de la imaginación y lo sensorial porque no solo de pan se vive.

Entonces nos preguntamos ¿Para qué sirve la bohemia?

A falta de la chispa de rebeldía que el impacto de las revoluciones sociales del siglo veinte imprimieron en el arte y en la sociedad, la bohemia se torna en una forma de existir sin ton ni son. [1] En síntesis, la postura bohemia hoy en día es una farsa o una máscara que esconde indiferencia total a la realidad social. La bohemia, al contrario de la rebeldía, no resuelve problemas sociales, materiales o concretos como el hambre, la falta de salud y fondos de educación pública y ante todo, la sed de justicia.

Resumiendo lo anterior, bohemia (encarnada en cierta medida en lo hipster o cultura jister) hoy día es escapismo de la realidad. 

Cultura alternativa

La revolución democrática de 1965 sentó las bases de la cultura alternativa dominicana, una mezcla de lo popular y lo rupturista arraigado en la vanguardia y en los giros estéticos e ideológicos surgidos en contraposición a los autoritarismos imperialistas, a la dominación religiosa en el arte y en la poesia asi como en otros aspectos de la vida; y por último, nuevas formas de ver y de ser a raíz de aperturas sociales, prohibiciones y extirpaciones de la explotación feudal, esclavista y capitalista a través de la historia de la humanidad.

La revuelta popular de abril sirvió de puerto de embarque desde el cual se intercambiaban ideas modernas de todas las culturas y todas las tendencias de la vanguardia artística. En el ‘65, el comité de acción cultural [2] bajo el nombre de Frente Cultural, dirigido por el pintor y militante revolucionario Silvano Lora, sirvió de punto de enlace entre artistas y escritores comprometidos. Desde ese entonces, la tarea de artistas, escritores y trabajadores de la cultura de vanguardia o avanzada, se ha enfocado en la construcción de espacios críticos, pilares del pensamiento crítico dominicano que desde la década de 1960, y tras la caída de la dictadura trujillista, perfora el armazón ideológico de la elite conservadora: el racismo, el patriarcado, la homofobia, el provincialismo, el nacionalismo conservador y el autoritarismo por mencionar los pilares ideológicos más relevantes de este sistema antidemocrático y clasista.

En el proceso de construcción de pensamiento crítico dominicano las ideas marxistas jugaron un papel de primer orden. Y para no caer en abstracciones, aportamos la siguiente clarificación: cuando nos referimos a “ideas marxistas” estamos hablando de un programa político, revolucionario o social de la clase obrera y de otros sectores populares, un programa de carácter internacionalista que tenga como eje principal el establecimiento de un sistema democrático, social y justo sin explotadores ni explotados. En pocas palabras, un programa socialista de gobierno obrero y popular, transformador en todos los ámbitos desde la ciencia hasta la cultura.

Empero, la crisis de la izquierda dominicana y mundial, y obviamente desde el contexto dominicano, la rehabilitación de la derecha y la reacción a causa del lanzamiento de la campaña racista en la década de 1990 en contra del líder socialdemócrata José Francisco Peña Gómez (1937-1998) orquestada por la alianza electoral conocida como el Frente Patriótico (alianza PLD/Bosch-Balaguer) puso en jaque mate el avance de las ideas revolucionarias y progresistas en la sociedad. El impacto de ese retroceso ideológico, político y social todavía está vigente. A consecuencia de estos hechos, la falta de una fuerte dosis de rebeldía revolucionaria, de una verdadera cultura de izquierda, de agitación permanente, dificulta hoy día sostener un pensamiento crítico y una cultura independiente.

Alanna Lockward.

Silencio y complicidad

Pero antes de proseguir echando leña al fuego, echémosle una mirada al impacto que ha tenido la comercialización del arte y la vida en la bohemia y sus prácticas artísticas. Impactada por el consumismo y el mercado, la bohemia clasemediera y pudiente terminó reproduciendo arte aburrido y comercial. Copias. Esto a razón de que artistas chavoneros (egresados de la Escuela de arte Altos de Chavón) y provenientes de otros ámbitos artísticos buscaban insertarse en el mundo del arte motivados por el lucro y la fama. Brillar sin llevar a cabo una obra o trabajo. En síntesis, la calidad artística chavonera se puede contar con los dedos de una mano.

En cambio, otros sectores marginales (lease: sin plata) de la clase media, sostén de la bohemia, se quedan hoy día en el aire, adoptando posturas conservadoras, de derecha; y en la mayoría de los casos, diluyéndose en el sistema de opresión y explotación del que antes huían. En la mayoría de los casos, muchos de estos actores sociales se han refugiado en partidos emergentes de tinte progre sin ideas transformadoras y sin rumbo (lease: Alianza País o Opción Democrática). Otros sectores han quedado al margen, expresando (vaya el colmo) su indiferencia ante los problemas sociales a través del silencio o atacando, desde el parco de observación popis y el desprecio clasista a la cultura barrial, las modas juveniles y las nuevas formas de rebeldía como el dembow y el fenomenal trabajo artístico de Tokischa. Mientras que los sectores populares sufren los embates de las políticas de hambre y explotación, optando muchas veces por el exilio económico.

Como en todas partes donde hay capitalismo (sistema alienante, limitante, desmoralizador) dentro de los sectores populares la división política se resume en dos franjas:

1) Sectores politizados que luchan desde sindicatos, pequeñas organizaciones de la izquierda revolucionaria, grupos estudiantiles y culturales en los barrios y en los campos o en la universidad y el liceo.

2) Sectores influenciados por la religión, la tradición, el conservadurismo y el miedo, la gran mayoría, ligados a partidos populistas de centro y de derecha haciendo política electoralista que promete el cielo y la tierra. Es la “revolución sin sangre” de Joaquín Balaguer (1906-2002) puesta en marcha luego de nuestra sangrienta guerra civil siguiendo los pasos (copiando) las estrategias políticas de sus contemporáneos como Eduardo Frei (1911-1982), por ejemplo u otros momios de la derecha latinoamericana.

Continuidades

Aída Cartagena.

A pesar de los retrocesos, hay una continuidad de la rebeldía de los años 60 la cual mantiene activa la cultura alternativa dominicana desde los colectivos antirracistas a los espacios de disidencia sexual o queer/cuir y en los espacios de contracultura literaria, musical y visual. Cabe resaltar el gran alcance que han tenido en la sociedad y en la diáspora las propuestas feministas del colectivo literario Anticanon en tan poco tiempo. En cuanto a modelos a seguir, podríamos mencionar dos intelectuales que aportaron mucho a la continuidad de la rebeldía cultural: Aída Cartagena Portalatín (1918-1994) y Alanna Lockward (1961-2019).

En el tapete está la cuestión de cómo fortalecer y expandir la cultura alternativa y la rebeldía para seguir enfrentando las cosas añejas y el programa reaccionario y conservador tanto de la derecha como del sistema liberal burgués. Otro obstáculo a vencer con miras a construir espacios de cultura alternativa es la instrumentalización de la cultura popular por parte del Estado.

A primera vista organizar la resistencia cultural parece una tarea difícil a causa de la hegemonía de la ideología conservadora, el anti-haitianismo, la censura y el resurgimiento a nivel mundial de oscurantismos, nacionalismos y movimientos que promueven tesis conspirativas, ofuscando la realidad y el rol de la explotación capitalista.

A la misma vez, hay que tener en cuenta que de forma colectiva podemos transformar el estado de cosas, nuestra realidad. Un primer paso sería entablar un diálogo de forma abierta y democrática acerca de las prácticas artísticas y las lecciones políticas del pasado y cómo engranar ese legado de ayer con las nuevas formas organizativas de hoy.

Notas

1.En cuanto al impacto de las revoluciones en el arte y la gente, resaltemos el rol de la campaña de alfabetización en Nicaragua llevada a cabo por internacionalistas entre ellos el gran artista dominicano Tony Capellán entre otra/os artistas, intelectuales y creadores de la cultura.

2. “El Frente Cultural no era un grupo sino la integración de un comité de acción cultural por la necesidad de la revolución constitucionalista y guerra patria de abril de 1965.” Entrevista con Juan José Ayuso , 9 de agosto de 2013.