La generación del 98 surgió de las cenizas que dejó la derrota de España. La pérdida de Cuba y Filipinas llevó la nación a un estado de rendición. Como reacción a esta catástrofe nacional, varios escritores se unen, ya sea por el mismo sentido nacionalista o por los mismos sentimientos. El propósito de estos literatos fue, principalmente, elevar a España de este estado, de sus desventuras. Este movimiento, a diferencia del modernismo, que era literario-poético, era social e ideológico.

Los jóvenes miembros de este movimiento, a pesar de albergar características o influencias de otras corrientes, estaban enlazados por las mismas circunstancias, por el mismo sustantivo que tanta tristeza carga: miseria. Entre ellos destacamos a Pío Baroja, Azorín, Jacinto Benavente y a Miguel de Unamuno.

Antonio Machado es considerado como uno de los integrantes más jóvenes de la generación del 98. Fue y es uno de los poetas más queridos, letra-herido, expresivo y cultivador de las descripciones pintorescas. El escritor, educador y académico Fermín Estrella Gutiérrez en "Literatura española" lo describe como "… un poeta esencialmente lírico, dueño de un arte simple y personal". (p. 574, párr. 1.). Expone que su poesía es "…Sobria y pura, y parece desdeñar los principios de la forma, en lo que se diferenció del modernismo, que cultivó en sus comienzos. (…)". (párr. 4).

Machado fue un huésped desde la perspectiva que planteó el poeta dominicano Manuel del Cabral en el poemario "Los huéspedes secretos". El huésped es un fragmento indivisible del poeta, se habita a sí mismo, es metafísicamente consciente de las cosas que le rodean, especialmente de los elementos de la naturaleza que se presentan como símbolos. Fragmento del poema Huésped no quieto:

¿Lo comprenden los hombres?

¿Lo comprenden las cosas?

 

La mariposa en llamas,

la terca que se muere,

sólo de claridad,

de claridad secreta (…).

 

¿Qué hace aquí este huésped?

¿Qué hace aquí en la carne,

este temblor tan limpio,

tan exacto,

tan plural y con cara de mi origen?

 

Machado sentía la necesidad de unirse a la naturaleza, a las raíces, a las aguas de su España querida, a los campos de Castilla. Retrataba la naturaleza en sus poemas de manera tal, que parecían obras pictóricas. En Soledades, galerías y otros poemas, encontramos lo dicho anteriormente materializado. El apartado Soledades inicia con el poema El viajero y termina con ¡Verdes jardinillos! Esta primera parte del poemario es una especie de introspección llevada a lo poético. El poeta deja ver un poco de sí mismo, expresa melancolía, añoranza, tristeza y asombro por la naturaleza. Más que el tema de la soledad, el poeta tantea el terreno de la melancolía casi placentera, una especie de complacencia en extrañar, rememorar, expresar algunas letras del pasado. La juventud también es otro de los temas, una juventud que es plasmada como primaveral, risueña, rodeada de la flora y la fauna española. Esta época de su vida la recuerda con ternura. Asimismo, la pérdida se deja ver, solemne, ambigua, a lo lejos:

La plaza y los naranjos encendidos

con sus frutas redondas y risueñas.

 

Tumulto de pequeños colegiales

que, al salir en desorden de la escuela,

llenan el aire de la plaza en sombra

con la algazara de sus voces nuevas.

 

¡Alegría infantil en los rincones

de las ciudades muertas!…

¡Y algo nuestro de ayer, que todavía

vemos vagar por estas calles viejas!

Con respecto a la segunda parte de este poemario, El camino, parecen ser los ojos del poeta quienes expresan y hacen existir los versos. Es la naturaleza en su máxima expresión. El camino es la vida, las soledades, añoranzas, las observaciones profundas, la descripción de personajes coloridos y existenciales. El camino es el existir, puro recorrer por los pedregales que se nos presentan, y por los verdes pastos húmedos del rocío matutino. La identidad del poeta es "ciudadano del mundo".

En la desnuda tierra del camino

la hora florida brota,

espino solitario,

del valle humilde en la revuelta umbrosa.

(…)

Vuelve la paz al cielo;

la brisa tutelar esparce aromas

otra vez sobre el campo, y aparece,

en la bendita soledad, tu sombra.

Canciones y Humorismos, Fantasías y Apuntes tienen en común la constante mención del mes de abril, primaveral, vivo, lleno de sorpresas y actividades al aire libre. Ambas partes muestran en múltiples ocasiones esta estructura, la descripción de un entorno florido, los personajes relacionándose con éste en su quehacer diario. Se encuentran unas micro conversaciones que se integran a la perfección al poema:

Abril florecía

frente a mi ventana.

Entre los jazmines

y las rosas blancas

de un balcón florido,

vi las dos hermanas.

La menor cosía,

la mayor hilaba…

Entre los jazmines

y las rosas blancas,

la más pequeñita,

risueña y rosada

—su aguja en el aire—,

miró a mi ventana.

 

Machado, en el poema "Si yo fuera un poeta", describe el oficio del poeta, en este caso, un poeta que le canta al amor, al ser que ha conseguido inspirarlo:

Si yo fuera un poeta

galante cantaría

a vuestros ojos un cantar tan puro

como en el mármol blanco el agua limpia.

 

Y en una estrofa de agua

 todo el cantar sería:

 

«Ya sé que no responden a mis ojos,

que ven y no preguntan cuando miran,

los vuestros claros, vuestros ojos tienen

la buena luz tranquila,

la buena luz del mundo en flor, que he visto

desde los brazos de mi madre un día».

 

El autor de "Caminante, no hay camino" entiende al poeta como alguien que muestra la pureza de las cosas que observa, la pureza de esas personas u objetos que cautivan su atención. La sencillez es evidente, como en sus otras creaciones. No necesita palabras grandilocuentes para presentar estrofas terminadas, estéticas y con una particular cadencia. El ser amado le recuerda a su madre, luz tranquila, luz del mundo en flor. No es casualidad esta mención, debido a la relación estrecha que mantuvo con su madre hasta el día de su muerte.

En el poema ¿Y ha de morir contigo…? se exponen unos versos más existencialistas, pero en relación al ser querido. Se podría decir que es un existencialismo pensado a partir del otro. Rememora, por un momento, otro de sus poemas, "Desde el umbral de un sueño me llamaron". Habla en éste de la voz querida, su amada que le acaricia suavemente, acompañándolo a la profundidad del sueño. En el poema presentado a continuación, la mano amiga amenaza con irse, con no retener más sus sueños, con no proporcionar más esas caricias deleitosas. Se conceptualiza la pérdida.

¿Y ha de morir contigo el mundo mago

donde guarda el recuerdo

los hálitos más puros de la vida

la blanca sombra del amor primero, 

(…)

El huésped se habitó a sí mismo a lo largo de su quehacer literario, otorgándole a su España poemas que, sin duda, ampliaron la visión y el pensamiento colectivo, brindando esperanza. Desde su poesía, asumió el deber de levantar a la nación de su rendición. Su creación fue y es uno de los orgullos de la tierra que le vio nacer. Sin dudas, Machado fue un huésped.