Al maestro Mateo Morrison, por ser la luz que iluminó este camino.
Nadie como yo, ha sufrido tanto esta antología.
Por suerte o desgracia, ya tengo experiencia en la materia. En el año 2005 realicé la antología La Poesía Contemporánea de Santiago: 1977-2005, siendo la primera que se ha realizado.[1] El objetivo, reconocer y resaltar a nuestros poetas olvidados y marginados en la historia de la literatura dominicana actual, donde los grupos tienen sus preferidos y se autoincluyen, ignorando a otros que son iguales y algunos están por encima de ellos. Ideé otra de cuentos, para eso busqué al narrador y ensayista Máximo Vega. El proyecto general era hacerlo en cada provincia que tenga el mismo nombre, sin embargo, solo lo logré con la de Santiago de Cuba (2007). Hicé el financiamiento y el prólogo, pero la selección fue hecha por dos admirados y respetados amigos poetas: León Estrada y Pedro López Cerviño. Ahora vuelve y me toca, en mi condición de fundador y director del Taller Literario Virgilio Díaz Grullón. Solo espero que esta pueda cumplir el rol que merece en la historia de las letras provinciales y nacionales.
Esta es una antología literaria histórica, porque reúne creaciones poéticas, cuentos y microrrelatos de los miembros del taller, de diferentes períodos, hasta llegar a nuestro trigésimo aniversario. Toda antología es un riesgo y una aventura hacia lo desconocido, porque su registro es temporal para tratar de buscar la intemporalidad de algunos textos literarios. Como se puede observar es una tarea muy comprometedora e insegura, porque nadie puede garantizar nada.
Todo escrito es testigo de un sujeto, el cual tiene que justificarse, no en sí mismo, sino en su creación. La literatura es un hecho de la lengua, porque es en ella y para ella que se debe trabajar. El mejor lauro que puede tener un autor, es buscar a través de un consciente, arduo y permanente oficio su propia impronta literaria. La personalidad de un escrito está moldeada por su autor, que tiene que trascender la palabra más allá de su ámbito individual y egoísta. Debe de ser un yo «plural», donde las distintas identidades se encuentren y se relacionen.
La historia de la literatura universal está llena de escritores que es mejor conocer sus obras, que sus personalidades. La verdadera grandeza de un literato la hallamos en su escritura. Es mejor valorar -si lo tiene- la obra de un autor, que su persona, de inmediato, me viene a la memoria Jorge Luis Borges, para solo nombrar uno de nuestro idioma. La genialidad de él no estuvo en su personalidad sino en su escritura. Dejó de ser el autor argentino de su primer poemario Fervor de Buenos Aires, en 1923, con apenas 23 años de edad, para ser un autor ecuménico.
Desde esta perspectiva, comenzamos la siguiente antología literaria para conmemorar los treinta años del Taller Literario Virgilio Díaz Grullón, recinto Santiago, Universidad Autónoma de Santo Domingo. Fundado un 30 de junio de 1994,[2] fecha que se rememora en nuestro país, el Día del Maestro y el profesor-cuentista, Juan Bosch.
Fue muy amigo, de quien lleva el nombre de nuestro taller, considerándole como el escritor dominicano, que escribió el cuento perfecto: La enemiga. Si Bosch es considerado el maestro de la cuentística tradicional, teniendo el don de escribir el primer decálogo del género en República Dominicana; Grullón tiene el altísimo mérito de inaugurar el urbano, pero también de introducir los aspectos psicológicos en los personajes de la narrativa corta. Uno y otro se admiraban y se respetaban, hasta el día final de sus vidas. Ambos fueron dos grandes escritores de nuestras letras nacionales y caribeñas.
La presente compilación servirá para mostrar los trabajos de los miembros del taller, los que permanecen y los que se fueron, tanto de este espacio grupal como existencial. La misma estará dividida en dos tipos de textos: poesía, cuento o microrrelato. Ninguno tendrá ventaja sobre otro; todo dependerá de la capacidad escritural de sus autores. Ahora bien, tendrá dos objetivos innegociables para poder aparecer en esta antología: primero, los textos deben tener cierta calidad para poder estar aquí; segundo, que no hayan sido publicados en ningún tipo de libro. En una antología hay creaciones excelentes, buenos y malos, aunque estos últimos deberían ser los menos. Igualmente, cada quien posee su estilo, que lleva a cuestas en su andadura literaria. El que escribe es el único responsable de las virtudes o carencias de sus obras. He considerado, desde hace décadas, que los escritores jóvenes deben leer más que lo que escriben. Para hacer un buen poema, primero debemos leer en profundidad a cientos de poetas. La poesía es la diosa de la lengua y la madre suprema de la literatura, porque ella revela lo irrevelable de las palabras y las cosas que nombra, para trascender al propio sujeto y al milagro que la forja.
Nadie puede ser un literato, si no conoce muy bien su lengua y sus grandes escritores. Hay que leer más, para escribir mejor. Los buenos creadores, fueron primeros consagrados y geniales lectores. Tengo años, viendo con asombro e incertidumbre, a muchos autores autoproclamarse escritores, sin tener el dominio del instrumento de su trabajo, pero peor aún, sin poseer una obra que lo justifique como tal. Vivimos en un mundo donde todo se ha prostituido, y eso ha pasado también con la palabra escritor. Asumiendo estos preceptos, establecemos que el material, reunido en esta ocasión, son textos literarios de talleristas que, de acuerdo a cómo desarrollen su competencia, podrían convertirse en futuros escritores, siempre y cuándo cultiven con esmero y dedicación su talento creativo.
La poesía es una sola; es decir, es revelar lo irrevelable, lo intangible, lo que se oculta detrás de lo que se designa. Así ha sido la buena tradición de la poesía, a lo largo de los siglos. Solo sobrevive la que logra esa condición suprema. El poeta es un mago de la palabra, un inventor de nuevas posibilidades. Con sobrada razón, Vicente Huidobro, escribió: «Que el verso sea como una llave/que abre mil puertas/». «Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra; / el adjetivo, cuando no da vida, mata». «Sólo para nosotros/viven todas las cosas bajo el sol. /El poeta es un pequeño Dios»,[3] porque tiene la capacidad de crear. De esa idea, surgió su creacionismo poético, solo basta leer dos textos maravillosos de él: «Arte poética» y «Altazor», en ambos reside toda su filosofía sobre la poesía, sabedor de «[…] el vigor verdadero/ reside en la cabeza». Ya para el chileno universal, la poesía era crear y pensar.
Ahora llegó el momento, para que los lectores abran y lean cada uno de los textos que conforman esta colección, para que puedan valorarla o rechazarla, según sus criterios o gustos literarios. Una obra después que se publica, no pertenece a sus autores, sino a sus lectores. Aquí está disponible la primera antología del Taller Literario Virgilio Díaz Grullón, recinto Santiago, Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), con ella conmemoramos nuestro trigésimo aniversario. Festejar tres décadas, no importa el área que sea, de manera ininterrumpida, no es una tarea fácil, más aún, si es en el ámbito de un grupo literario universitario. Hemos tenido que aguantar y soportar toda clase de vicisitudes, embestidas y mediocridades, pero estamos dando la batalla en medio de esta sociedad líquida y frígida por el vacío y el espectáculo. Sin embargo, en un mundo caracterizado por la banalidad, la desesperanza y la sinrazón, por suerte, nos queda la utilidad de la literatura y la poesía como una luz de eternidad. Como dijera el poeta de la brevedad alucinada Dionisio López Cabral, sobre nuestro taller: «Una fuente de luz/una esperanza abierta/hacia el todo y la nada/de un universo sin tiempo».[4]
El libro es el mayor patrimonio cultural de la humanidad, porque concreta, expande e inmortaliza el pensamiento propio y universal. Ya lo dijo, el consagrado intelectual y amigo de Pedro Henríquez Ureña, Alfonso Reyes: «Los libros enriquecen la soledad y la compañía. La vida muere, pero los libros permanecen».[5]
En esta antología se incluyeron los que tenían creaciones literarias y quisieron estar. Además, absorbe y representa, con decoro, los treinta años de existencia del taller; aunque aparezcan algunos textos insípidos o simples, como cualquier trabajo de este tipo. Hoy, la colocamos en los ojos absorbentes y suaves manos de los lectores, para que puedan leerla y hacerse sus propios juicios. Pues, aquí la tienen, todo lo demás es historia y nada más. Si no cumple la exigencia de tu apetito, haz de ella una fogata para que el humo de su fuego levante el insondable espíritu de la nada, en la misteriosa sombra del silencio eterno.
[1] Dentro de sus metas literarias, el autor aspira a publicar una serie de libros que posean relevancia para su ciudad o provincia. Ha dedicado más de dos décadas a la investigación de las letras locales, culminando en la publicación del primer volumen de Historia de la Literatura de Santiago de los Caballeros: 1694-1899, editado en el año 2020. Actualmente, se encuentra en proceso de elaboración del segundo tomo, que abarcará el periodo de 1900 a 2020. Asimismo, tiene previsto la creación de otros dos trabajos: una Antología histórica de la poesía de Santiago, que incluirá a los poetas anteriores, y el Diccionario de autores santiagueros.
[2] Ver anexo, pág. 107.
[3] Jiménez, J. O. (1995). Antología de la Poesía Contemporánea: 1914-1987, págs. 129-130. Madrid: Alianza Editorial.
[4] Véase la página 118.
[5] Reyes, A. (21 de febrero de 1938, pág. 1). La Capital Virtual. Obtenido
de http://www.alfonsoreyes.org.mx/capilla.htm