Estamos en abril, mes en que el heroísmo y el martirologio dominicanos son tendencia por unas horas. Se recuerdan algunas fechas, algunos héroes, siempre algún medio dedica unas páginas o una entrevista a un sobreviviente o participante en uno de los intentos fallidos de insurrección. Todo queda ahí. Parece como si el pasado reciente de República Dominicana estuviera condenado al olvido. Por dicha, la literatura aguijonea ese manto que cubre la historia y deja ver las manchas de sangre, las sombras, la maraña de hazañas que dio como fruto el débil clima de institucionalidad y democracia que se respira hoy. Tal es el caso de la novela Anti-memorias. La otra última esperanza armada de Manuel Matos Moquete (2 017) Santo Domingo; tema central de este artículo.

La historia da cuenta de un guerrillero herido, quien sobrevive en un levantamiento armado en un lugar llamado Cañadahonda próximo al año 1978; fecha de elecciones en el país. Además, una situación política convulsa, producto del represivo ejercicio del poder de entonces. Durante su espera, ya sea, del rescate o de la muerte y sus desvaríos, fruto de su mal estado físico, rememora todos los movimientos guerrilleros de América y otras partes del mundo. Esto, no solo en su mente, sino, en un diálogo con dos mujeres; una periodista que escribiría un reportaje y otra psicóloga que le ayudaba en su proceso de tránsito a la muerte o a la nueva vida. Al final sigue con vida y liberado gracias al empeño de su mujer, quien resultó ser la periodista disfrazada y a los aprestos del cambio de gobierno con miras a un Estado democrático, que inicia con el regreso de exiliados, presos políticos y todo tipo de revolucionarios.

Entre ficción y realidad, esta novela sitúa al lector en la violenta mitad del S.XX para una gran parte de América. Como su protagonista conjuga los perfiles de militar y combatiente es el personaje ideal para contar los hechos. En sus monólogos repasa la formación política de los guerrilleros, sus perfiles, las acciones para obtener los recursos, la organización dentro de los comandos, los principios, las respuestas de los gobiernos, entre otros. El lector puede diferenciar los factores comunes y diferentes entre las guerrillas de los distintos países. Así como, formularse un juicio propio respecto al éxito o el fracaso de cada insurrección. Queda claro que los movimientos de guerrilla estuvieron entrenados en Cuba, que su base ideológica fue el marxismo, que parte de los recursos vinieron de allá, que los principios eran comunes en todos los lugares, porque sus modelos eran los mismos Fidel, El Che, entre otros. También que murieron muchos jóvenes cuyo único recurso fue el idealismo, no tuvieron la preparación ni los materiales para enfrentar el poder.

El culmen creativo de esta historia lo constituye su personaje. Este narrador protagonista, en su arenga recrea distintos escenarios de la guerra de guerrillas, humaniza líderes que se perciben como dioses inalcanzables, justifica la muerte y algunos delitos con impresionante idealismo. Impregna vitalidad a la nostalgia y romantiza el abandono de esposa, hijos y parientes a cambio de la lucha por el bien común. Permanecer en lugares inhóspitos, con frío, hambre y enfermos son peripecias propias del heroísmo y la resistencia de un combatiente digno y comprometido con la causa.

El tema de esta novela se entrecruza con otras de su misma estirpe; Sombras nada más y La mujer habitada de los nicaragüenses Sergio Ramírez y Gioconda Belli respectivamente. Ambas trabajan el movimiento guerrillero de Nicaragua, tienen en común los mismos principios, procedimientos e infortunios. Comparten recursos como el humor y el sarcasmo, que junto a la ficción conforman personajes de perfiles mixtos matizados por el miedo, la filantropía, el valor y el idealismo que justifican la violencia y la muerte. Así como, Los algarrobos también sueñan de Virgilio Díaz Grullón que toca el fracaso de la insurrección armada, dando muerte a sus insurgentes, al idealismo y al sueño de una sociedad más justa.

Finalmente, Anti-memorias, la otra última esperanza armada se constituye en un resguardo para la memoria. Un a aclarando de los hechos, un desbroce para los lectores formarse sus propios juicios, una razón para cuestionar el lema ¡Patria o muerte ¡y una razón para contradecir su título: Anti memoria.

Andrea Teanni Cuesta Ramón en Acento.com.do