Se aproxima el Festival Internacional Semana de la Poesía de Santo Domingo, 2024, que tendrá lugar entre los días del 17 al 23 de octubre del año en curso; y este redactor ha querido rendir tributo a sus gestores, desde la estatura intelectual que ellos representan para la lengua y las región, a ese evento trascendental, releyendo la obra lírica de algunos de sus fundadores, promotores, poetas, ensayistas y narradores que han conseguido aglutinar lo más granado de la poesía nacional e internacional en torno a un evento que irradia paz, concordia y buena voluntad allende las fronteras de la isla de Quisqueya.
Más que la voluntad de creer, lo que muchas veces necesitamos es el deseo de descubrir y asombrarnos. Es una opción nada desdeñable que recomiendo cuando de alimentar nuestra alma se trata. Un gesto que implica comunión con el otro, pero con nosotros mismos por sobre todas las cosas. Y es, dígase, un imponderable, un apremio para estos días severamente humanos.
Por eso me aferro a la poesía como materia de sanación. He estado acercándome a los creadores dominicanos y les quiero compartir mi infinita placidez cuando descubro autores substanciales, proteicos, yo les llamo poetas bumerang, es decir, aquellos creadores cuyos poemas, poéticas y poemarios regresan a nosotros una vez leídos y “lanzados” al espacio siempre fiel de la memoria.
Hay un alma colmada de ansiedades, creativas, expresivas, insaciables. Alma de mujer. Una libertad plena que se manifiesta entre versos, cincelando la piedra temática que constituyen sus poemas. La poesía vasta, no le basta al ser alado, conmovedor y sensible que la habita. Les estoy hablando en esta ocasión de Ángela Hernández Núñez, (Jarabacoa, 6 de mayo de1954). Graduada -con honores- de Ingeniería Química, poeta, narradora, fotógrafa y pintora, gestora cultural Premio Nacional de Literatura, 2016 y tres puntos suspensivos.
Ángela Hernández Núñez me ha resultado ser una de esas voces líricas a las que regresas. Su poesía también, de alguna manera, se instala en uno y abre nuevas apetencias, insólitas vibraciones. Sus poemas destilan potentes sentimientos, y trae su origen de una emoción engendrada en la calma del alma –y también viceversa-. Leerla, me ha hecho comprender que es una autora laboriosa, una proletaria de la palabra. Ella forja, en el crisol de la creatividad, un lenguaje muy peculiar, cuyas estructuras sintácticas fomentan nuestros enlaces neuronales. Su poesía es estimulante.
Debo ser franco en absoluto y de inmediato. Me fascina la composición de aquellos elementos que conforman los vínculos intelectuales de Ángela Hernández Núñez. La materia, la energía y sus transformaciones, en el bregar con que -por muchos años- forjó Ángela su vocación creadora y alimentó sus inquietudes artísticas, luego que un extenso y sinuoso devenir profesional, personal e intelectivo fusionaran su personalidad con las artes. Diría que es de esas artistas que encuentran en el universo interdisciplinar la confianza potencial para cristalizar la conexión humana y en particular con ella misma.
Una relación (reacción) inequívoca que surten los procedimientos de su formación profesional, las triada observación, experimentación y trascendencia; procesos que la vida le facilita también para involucrar al individuo con aquellos elementos que le sean asequibles para configurar los intercambios de estados con su contexto. Extraer de la “probeta” que es la vida, sus inquietudes literarias o artísticas en términos generales.
Nada más parecido a la poesía -metafóricamente escribiendo- que la alquimia; sí, aquella práctica proto científica con tintes filosóficos que combinaba elementos o disciplinas del saber humano hasta entonces, reconózcanse la medicina, la astrología, la metalurgia, la física, el lenguaje, la química, el misticismo y hasta el espiritismo; todos con francos tintes de sublimes expresiones humanas.
¿Acaso los poetas, en la construcción de sus textos, no son poseedores de estas relaciones legendarias que validan la búsqueda de la piedra filosofal, la transmutación de las almas y la percepción de la vida? ¿Qué es sino la poesía?
Los poetas perennemente luchan con las palabras, forcejean con cada vocablo. Mientras redacto estas líneas hay rapsodas bregando con su ejército de verbos, sustantivos, adjetivos, partículas, pronombres, expresiones, en un pacto que nadie imagina. Hay alguien en este preciso momento con esa obsesión por llevar el lenguaje hasta los límites más –o menos- insospechados. Legitimar la palabra. Su palabra. Redimirla. Ese es el tipo de poeta que, les aseguro, es nuestra autora. Hay en ella una voluntad por la sanación emocional a través de la palabra que la distingue.
Ella se permite manifestar sentimientos e inquietudes como un signo de catarsis emocional. Porque la poesía es un sistema para liberar conmociones y paroxismos que, de no estar en sintonía con el ser, estarían aprisionadas dentro de nosotros. Su poesía nos otorga la capacidad para expresar nuestras propias emociones de una forma segura y constructiva. Identificarnos con ese sujeto que nos habla desde la página que alguna vez tuvo delante, pulcra o muda. Una complicidad atemperada. Y le doy las gracias por retratar(nos) o poner(nos) frente al espejo nuestra naturaleza con su alma desnuda.
La de Ángela Hernández Núñez es una voz poética que conecta con la emoción del lector, cuando leemos sus poemas experimentamos una reacción inmediata dentro de nosotros mismos, una suerte de endotermia del estado de ánimo, pero también podemos dilucidar lo que podría ser el universo interior del otro, el velo se descorre y es como experimentar un desprendimiento y una impregnación energética simultáneamente. Ella lo reconocería como procesos exotérmicos y endotérmicos. La inducción está en que la autora recurre a un lenguaje espontáneo y limítrofe con lo coloquial, pero al mismo tiempo lúcido e introspectivo, para oxigenar esa sensación de intimidad y conexión emocional que generan los poetas genuinos en nuestras almas.
Y el alma… ¡Ah! el alma es uno de sus temas recurrentes como veremos. ¿Será que, después de todo, nos repara el aliento esta poeta que ofrece la suya como un sesgo que nos permita conectar con nuestro uni-verso interior por nosotros inexplorado?
Explorar temas como el amor, la identidad y la memoria, vecinos de nuestro entorno inmediato, requieren ese intercambio a nivel de vibraciones, energético y sensorial.
Se asegura que La Poesía nos permite conectarnos con nuestro ser anímico y sondear esos aspectos recónditos de nuestra alma. Allí arroja luz la poeta. Y respiración. Soplo. Un ensimismamiento apto para la reflexión; es la expedición de la realidad más penetrante de nuestra esencia. En ese contexto conforma nuestras experiencias, y nos ayuda a encontrar un sentido sobre nuestra vida como ecosistema para la conexión interpersonal. La poesía que he leído en sus libros sabe, huele, transpira, la vida enhebrando, conectando con la gente. Insisto, con el alma de la gente. Poesía escrita por mujer.
“En parte se ve un alma”, nos dice en uno de sus poemas Ángela, un atisbo de mujer, un “trance sonoro”, que en el acontecer de cada página devela su insaciable inquietud espectadora, que se ha propuesto legitimar la cuidada y meticulosa manera de expresar su presencia entre nosotros; así, la naturaleza que explora y “retrata” -a veces literalmente-, aparece a manera de poemas breves, brevísimos, permitiendo que espacio y luz se fundan en lo que fuera la página en blanco. Su poesía es dueña de un enfoque profundo en temas de identidad, cultura, naturaleza; y la experiencia femenina, sensualidad, tradición, el cuerpo y otros tres puntos suspensivos.
Su poesía es manifestación del ser humano en su estado puro e intuitivo. No pudo ser creada simplemente como consecuencia de la razón y la técnica. He de apostar porque la elevada poesía que aparece en su obra surge de esas emociones, auténticas e intensas, que provienen de la ecuanimidad donde se asientan experiencia e introspección; allí donde los sentimientos suelen fluir libremente y ser exaltados sin filtros ni prejuicios.
Todo un mosaico de criaturas, acontecimientos, personajes, detalles, sensaciones, conceptos, geografía, sentencias, gestos, quimeras, preguntas, ¡siempre preguntas! que es el mejor estado de la materia en que se pueda hallar a un poeta de la magnitud y los universos discursivos de Ángela Hernández Núñez. “De las continuas progresiones de la memoria humana”, para apropiarnos nueva vez de sus formidables versos, son extraídos sus poemas. La inabarcable brevedad con la que ha sabido condensar una poética que produce acople, sacudida de admiración y asombro en el lector; sensibilidad lírica que se conecta con la experiencia humana en tono profundo y conmovedor; impulsándonos a leerla con la certeza de que estamos delante de una poesía que detenta una muestra del poder transformador de la palabra. La suya es una poesía rica en significado y emociones.
Por eso su poesía se convierte en enlace para conectar al ser humano con sus sentimientos más prístinos y, en consecuencia, con el espacio y el tiempo en que confluyen, creando una simbiosis entre pensamiento y naturaleza. Es sabido que la poesía es una fuente de conocimiento que nos permite explorar y comprender al individuo y su relación con el mundo a través de las palabras y las emociones. Nombrar y asombrar, como refería en un párrafo anterior, es condición humana insoslayable. Ángela y su obra lírica son testimonios de estas cualidades.
Apuesto por creer, Ángela, que allá en los “límites de la acústica” las almas de “todos los seres/siguen nuestro rastro”, remontan pasión y deseo en “algebraicos vuelos”, para encontrarle sentido a sus vidas, acompañamiento a la soledad y entusiasmo a la esperanza. Credo “que se ha encerrado en símbolos” trascendentes de naturaleza humana, como la mejor metáfora de la renovación y crecimiento espiritual de los individuos. Ahí me encuentro felizmente y “cautivo del aire” de tu obra poética y artística, “al saber que la alegría gana guerras”, preña al silencio de murmullos y cadencias sutiles que propone una búsqueda del significado de la vida.
En algunos de sus poemas, Hernández Núñez se vale de una exposición más abstracta del tiempo, tirando de un lenguaje que evoca aquella sensación del instante sin medida, infinito…eterno. Pulsa ese sentido de espiral que es la “acústica del límite”, para adueñarme de sus propias palabras; asociada también con un sentido de observación y superación de los propios contornos que (des)dibujan al individuo. Los poetas con frecuencia superan las fronteras del lenguaje, el significado, y su connotación adoptando una sintaxis o preferencia de palabras poco convencionales, para situar al ser en las coordenadas de su infinitud. Ángela, en su escritura, suele explorar muchas veces temas relacionados con identidad, lenguaje y comunicación, desde una perspectiva cuyos efectos nos resultan seductores.
El tiempo es en ella un ápice de esta realización. El tratamiento del tiempo y el Ser en la poesía de Ángela Hernández se visualiza natural, aun cuando se encauza a través de la subjetividad, la fragmentación de este elemento y la relación que con él hemos establecido los hombres; inquiriendo al pasado, explorando el presente, como si fuesen partículas compuestas de una manera no lineal, para crear imágenes que evocan un sentido de tiempo cotidiano, sublime, simbólico.
Lo siento de esta manera, la poesía, que permite a los lectores escapar de la realidad cotidiana y adentrarse en un mundo de belleza, emoción y significado más profundo, nos permite conectar lo que a menudo parece irreconciliable: lo profundo y lo superficial, lo trágico y lo cómico, lo eterno y lo temporal, la luz y la obscuridad, el silencio y el bullicio, la paz y la hostilidad, el amor y el desamor; (la relación de pares temáticos sería tan infinitos como intensa). Lo cierto es que, en lugar de separar y categorizar, etiquetear y disentir; la poesía escrita por Ángela Hérnández, nos une y nos muestra que todas las experiencias humanas son válidas y significativas. Apremiantes, sí, pero algo de lo que necesitamos como puerta a otras vidas, algo que nos permite escapar de la realidad cotidiana y adentrarnos en un mundo seductor, emocionante y substancial que acentúa la naturaleza trascendental de la vida.
Palabras claves. Ángela Hernández, Poesía dominicana, Festival Internacional Semana de la Poesía de Santo Domingo