La investigación tiene como finalidad crear conocimientos nuevos; formular nuevas teorías y modificar las existentes con el objetivo de incrementar los conocimientos; establecer principios, reformular planteamientos, refutar resultados de un estudio teórico o empírico.
El editor es la persona o empresa que se dedica al proceso de obras u otras publicaciones. Por ejemplo, un periódico, una revista, un libro, etc., utilizando como medio la imprenta u otro procedimiento con la intención de multiplicar los ejemplares. Es la persona que se ocupa de preparar la publicación de un texto siguiendo criterios filológicos y que posee amplios dominios de determinadas reglas y normas gramaticales.
El editor, en este caso, hace equipo con el autor, dialoga acerca de las mejoras que pueden hacerse a la construcción de la obra, al ritmo, a las imágenes, a la coherencia interna, la estructura, la composición, corrección de estilo y, solo en último lugar, a la corrección ortotipográfica y hasta la traducción de las obras, en caso de que no estén en lengua vernácula.
Un editor de libros se encarga de llevar a cabo la correcta publicación para la difusión, siguiendo una serie de pasos imprescindibles que hacen de la edición un proceso complejo y meritorio. Este profesional cumple un rol muy riguroso, por lo que es necesario acumular una vasta cultura y ser un intelectual de alto perfil. (Ver Wikipedia).
Andrés Blanco Díaz es un literato, investigador y un gran editor, porque él aglutina eso tres atributos que nadie puede cuestionar ni ignorar. Es un profesional con una amplia cultura en diversas disciplinas del saber. Blanco tiene vastos conocimientos de la lengua y sus aspectos, lo que lo convierte en un intelectual con dedicación completa a la investigación y al rescate de textos hasta ahora dispersos de personalidades dominicanas, ya sean poéticos, narrativos, teatrales, históricos, culturales, etc.
Miguel Ángel Fornerín, en su ensayo “La invención de la literatura dominicana y Andrés Blanco Díaz”, publicado en el suplemento “Areíto” del periódico Hoy, nos pondera la ingente labor de este editor: “La investigación sobre ciencias humanas que se centra en la creación literaria tiene distintos momentos, tendencias y aportes significativos en la República Dominicana. Sin embargo, en la actualidad la contribución de Andrés Blanco Díaz con los rescates y contextualización de un pasado donde el dominicano ha ejercido el criterio para explicar el mundo en que vivimos espera por nuevos investigadores, por otras preguntas que permitan crear nuevos saberes sintéticos. Los aportes bibliográficos de Andrés Blanco Díaz, desde las publicaciones de la Fundación Corripio, el Archivo General de la Nación (AGN) y las de la Colección Banreservas, son el cimiento para impulsar los estudios literarios en nuestras universidades. Porque el ser es devenir en el tiempo y sólo lo escrito permanece, en las obras de nuestros principales pensadores, críticos y simbolizadores se encuentran los modelos de vida y convivencia social. En ellos podemos encontrar las razones que han tenido, como si fuera un Sísifo frente a la montaña, la dominicanidad para perfilar su figura en el tiempo”.
Sin embargo, antes de llegar a fondo, enfocándose en la investigación de la expresión artística que tiene como tema la literatura, echa un vistazo al pasado histórico en esta actividad, encabezando la lista, Alejandro Angulo Guridi (1823-1906), polígrafo dominicano quien escribió el prólogo al libro de poemas Margaritas, del cubano Francisco Javier Blanchiez (1822-1847), en 1846, de quien afirma que esa “reflexión sobre la poesía es el primer texto de la vida republicana que he encontrado del ejercicio del criterio para valorar la expresión artística”.
Luego le siguen otros escritores destacados en el último cuarto del siglo XIX, como César Nicolás Penson (1855-1901), autor de Reseña histórico-crítica de la poesía en Santo Domingo (1892) y José Castellanos (1835-1895), autor de la primera antología poética nacional: Lira de Quisqueya (1874). Penson fue poeta, narrador, antólogo, abogado, lexicógrafo y periodista, autor de Cosas añejas (1892) y de la Reseña histórico-crítica de la poesía en Santo Domigo. Además, fundó el periódico El Telegrama, primer diario dominicano, el 7 de agosto de 1882.
Esteban Pichardo y Tapia nació en Santiago de los Caballeros, 1799 y se trasladó a Cuba. Es autor del Diccionario provincial de voces cubanas, publicado en 1836. También el domínico-venezolano Rafael María Baralt fue reconocido como filólogo; de madre dominicana y quien fuera diplomático nuestro en Madrid, donó su biblioteca a la ciudad de Santo Domingo. Con sus libros se formó la primera biblioteca pública que tuvo el país.
Fornerín cita también otros autores que iniciaron en la prensa la crítica literaria, como Rafael A. Deligne (1863-1902), autor de textos críticos sobre literatura dominicana e hispanoamericana recogidos en su libro En prosa y en versos (1903) y su hermano, Gastón Fernando, con Páginas olvidadas (1944), además de las intervenciones literarias de José Joaquín Pérez, quien redactó noticias sobre la poesía del siglo XIX y el prólogo a la primera edición de Enriquillo, de Manuel de Jesús Galván en 1979.
Federico García Godoy (1857-1924) es tratado en la enseñanza escolar por sus novelas Alma dominicana (1911), Guanuma (1914) y Rufinito (1908), y su punto fuerte no es la narrativa sino la crítica literaria. En el primer cuarto de siglo XX es el más constante y sistemático crítico de literatura dominicana. Quien con su “ingente labor de difusión de las letras, de crítica y poda de nuestra expresión artística se echa de ver en una obra que trascendió su lar adoptivo, La Vega, y que se extendió por distintos países del continente americano sin dejar de ser publicado en los centros letrados europeos que eran Madrid y París al comienzo del siglo veinte. Aportes suyos son Perfiles y relieves (1907), La hora que pasa: notas críticas (1919), Páginas efímeras: movimiento intelectual hispanoamericano (1912) y La literatura americana de nuestros días (1915). Las obras de este escritor no podríamos conocerla hoy si no fuera por el trabajo realizado, desde hace muchos años, por el investigador Andrés Blanco Díaz quien, luego de una infatigable investigación y como editor de la Biblioteca de Clásicos Dominicanos, tuvo a su cargo más 40 tomos sobre la materia.
Federico García Godoy precede a Pedro Henríquez Ureña (1884-1946), quien aparece hasta la fecha de su muerte como el más prominente de los investigadores literarios de la República Dominicana y de América, destacando las obras Ensayos críticos (1905), Horas de estudio (1910), Seis ensayos en busca de nuestra expresión (1928), La cultura y las letras coloniales en Santo Domingo (1936), El español en Santo Domingo (1940), Las corrientes literarias en América hispánicas (1949). Después vienen los estudios críticos de Américo Lugo (1870-1952), José Ramón López (1866-1922), José Gabriel García (1834-1910) y los trabajos de Abigaíl Mejía (1895-1941), con Historia de la literatura dominicana (1936). Abigaíl Mejía es autora de la novela Sueña Pilarín (1925). También fue crítica de arte y una de las primeras dominicanas que se graduó de maestra normal en España. Entran también en este inventario Joaquín Balaguer con Historia de la literatura dominicana (1954); Max Henríquez Ureña, con Panorama histórico de la literatura dominicana (1945) y Néstor Contín Aybar con Historia de la literatura dominicana (1984).
Manuel Rueda (1918-1999) era director del Suplemento Cultural Isla Abierta y las ediciones de la Biblioteca de Clásicos Dominicanos que publicó 40. Sin embargo, la pieza clave de tan arduo trabajo de investigación, rescatando textos en los archivos locales y el extranjero fue Andrés Blanco Díaz, su asistente. En los últimos tiempos ha recopilado para el Archivo General de la Nación más de mecio centenar de tomos, entre los que se destaca la recién publicada antología Ideas radicales en la República Dominicana, en dos tomos, una contribución extraordinaria al conocimiento de las ideas políticas que circulaban en el ambiente de la República Dominicana desde 1844 hasta 1924.
De Blanco Díaz, los tomos publicados por la Biblioteca de Clásicos Dominicanos, los preparados para el Archivo Nacional de la Nación pasan de un centenar de volúmenes. Pero hay otra buena cantidad de de libros de cuentos, tradiciones y leyendas compilados para Alfaguara y Loqueleo, de Editorial Santillana, que enriquecen esa ingente labor intelectual y de bibliófilo.
Gracias al prominente investigador y autor del ensayo, “La invención de la Literatura Dominicana y Andrés Blanco Díaz”, de Miguel Ángel Fornerín tenemos noticias valorativas de la labor de rescate, pues la compilación y edición de libros tiene un antes y un después con Andrés Blanco Díaz.
La extensa relación de libros que en su haber demuestra por qué la historia de la literatura y la cultura dominicana lo absorberá como un prominente intelectual de en el área del saber. Es todo un erudito.
Relación parcial de libros de Andrés Blanco Díaz como editor para el Archivo General de la Nación.
1.- José Ramón López: Escritos dispersos (3 tomos) y Más escritos dispersos (3 tomos).
2.- Manuel de Js. de Peña y Reinoso: Escritos selectos (1 tomo).
3.- Alejandro Angulo Guridi: Obras escogidas (3 tomos).
4.- Dr. Alejandro Llenas: Apuntes históricos sobre Santo Domingo (1 tomo) y Ensayos y apuntes diversos (1 tomo).
5.- Félix Evaristo Mejía: Prosas polémicas (3 tomos).
6.- Manuel de J. Galván: Textos reunidos (4 tomos).
7.- Hipólito Billini: Escritos (2 tomos).
8.- H. Thomasset: Memorias, informes y noticias dominicanas (1 tomo).
9.- Juan Vicente Flores: Escritos desde aquí y desde allá (1 tomo).
10.- Mariano Antonio Cestero: Escritos (2 tomos).
11.- Francisco Gregorio Billini: Más que un eco de la opinión (4 tomos).
12.- Rafael J. Castillo: Escritos reunidos (3 tomos).
13.- Bernardo Correa y Cidrón: Vindicaciones y apologías (1 tomo).
14.- Gregorio Palacín Iglesias: Ensayos y apuntes pedagógicos (1 tomo).
15.- Octavio A. Acevedo: Problemas y tópicos técnicos y científicos (2 tomos).
16.- Recuerdos de la Revolución Moyista (1 tomo).
17.- Apuntes de un normalista (1 tomo).
18.- Federico García Godoy: Obras casi completas (6 tomos).
19.- Antonio Zaglul: Obras selectas (2 tomos).
20.- Juan Antonio Alix, Décimas (3 tomos).
21.- Manuel Florentino Cestero: Narraciones (1 tomo); Notas críticas, artículos y cartas (1 tomo); Ensayos (1 tomo).
22.- Américo Lugo: Escritos históricos (1 tomo); Correspondencia (1 tomo); Figuras americanas y otros temas, informes y defensas (1 tomo).
23.- Francisco Caamaño Deñó: 3 tomos: Diario, Correspondencia, Docuimentos, informes, apuntes y estudios.