«Todo está hecho», es una frase frecuente entre artistas para justificar, quizás, la falta de originalidad. Natacha Batlle demuestra con su trabajo poético la falsedad acuñada en esas tres palabras.  Construye una poética que posiblemente no tenga par entre sus pares. Y lo hace desde el coraje. Solo así se garantiza la permanencia del poema. El coraje hace avanzar en busca de lo original.  En estos poemas hay una huida de la comodidad, de la imagen fácil. Inerte sobre la gota no es un libro para complacer. Al lector le gusta o le disgusta pero no queda apático ante estas imágenes, ante estos poemas que son «pedradas de humo» que sacuden. «Que todo espere, / debo nacer de las palabras al pie de los espejos», escribe Natacha y la palabra «palabra» se repite como un mantra. Como una fórmula para exorcizar fantasmas. Un coqueteo con la búsqueda, con no ser una creadora mimética, un «se parece a…». Una poesía lanzada al aire, como una pedrada que cobrará víctimas. Eso es este poemario. Un agridulce que invade la lengua. Que deja, sin dudas, ganas de volver a encontrar ese sabor. De morder hasta deglutir estos versos que no se parecen a nada, que inventan un sabor nuevo.  Comerlos y guardar la sensación en algún lugar de la memoria. Esa es la única salida.

 

 

Luis Reynaldo Pérez en Acento.com.do