Primero de diciembre, en la oficina se calentaban los comentarios y las bromas sobre el pago del doble sueldo que se acercaba, en las redes sociales crecían los memes al respecto, unos referentes a las deudas, otros, a la cantidad, al carrito que estaba esperando pa da el tiro y tragarse el doble, esperado durante un año. La publicidad hervía, una atmosfera de buenos deseos, fraternidad, colaboración, alegría y felicidad se dispersaba por todo el entorno, nadie como la publicidad para crear ese estado de bienestar embriagador, navidad tiempo de amor y paz, navidad tiempo para la familia, el recuentro, recibe tu regalo, regálale a un ser querido, los mejores precios, si compras aquí, si compras allí, allá o en cuyá. La radio, la televisión, las redes, periódicos y todo lo parlante o gráficos abigarrados de imágenes, con todo tipo de música se empeñaban en llamar a comprar. Los agitadores de la solidaridad hacían lo propio, rifas, bonos, entidades benéficas llamaban a colaborar, a la empatía a hacer feliz a los más necesitados. En fin, la navidad es una ocasión para dar.  Las fiestas de las empresas, los juntes de los amigos, de las promociones, de las familias, de las iglesias, los teteos, las promociones de las casas licoreras, beba esto, beba aquello, bride con tal, brinde con cual, celebre ¡celebre, porque ¡Legó Juanita!

Diez de diciembre, Alicia está sentada en la oficina, hace rato quiere ir al baño, pero no se para. Concentrada en el informe de fin de año que debe terminar, su jefe lo espera con vehemencia, es importante para la empresa, siente de dolor de cabeza, no sabe si es causado por la presión del tiempo para la entrega, los zapatos altísimos y cerrados que presionan sus pies y su vida o el malestar del ciclo. También puede ser causa de los pendientes, la reunión del colegio de los niños debe prepararlos para la fiestecita de fin de año, comprarles una ropita, regalitos para el angelito y la maestra., así como sacar unas horas para llevar los resultados de los análisis al pediatra, han estado agrupaditos y con dolor de garganta últimamente, Mario, está inapetente y mal humorado. Tiene que visitar a mamá, a su suegra, a las tías, a su amiga que siente no le ha dado el apoyo que merece durante el proceso de radio y quimioterapias. Un sonido la saca de su vida, es el celular, lo mira es el símbolo del Gmail, lo abre y lee:  depósito de nómina, abre el internet Banking y ahí está el doble sueldo, la regalía, que no es regalo, o como se le quiera llamar, consulta la cantidad, sin impuestos y se dice a sí misma: ¿hasta cuándo ganaré menos que mis compañeros? ¿cuándo vendrá el aumento? ¿Cuándo me aplicarán el incentivo por la maestría y por el tiempo en la empresa? ¿Debería irme, explorar otros horizontes? ¿Y si emprendo? Porque la verdad cada día alcanza menos lo que gano.

Alicia como un robot va de quehacer en quehacer, termina, salen a la plaza comercial, trata de relajarse, pero el tránsito y las peleas de los niños le juegan en contra, se compone, el día está precioso,  sol radiante, ambiente festivo, se concentra en el ahora.

Volvieron las bromas en la oficina, en los grupos de WhatsApp y todas las redes, los programas radiales interactivos sobre lo efímeros del doble, que si lo debía, que si fue cebolla, que si debo al veinte, la mujer lo esperaba, le encontró oficio, en fin, cada pena un cantar. Pasó la fiesta de la empresa, los buenos deseos, las críticas por debajo a los jefes, a los comportamientos, la apariencia, los jumos, entre otras. Alicia frente a su pc piensa que podría hacer las compras a la salida, pero piensa de nuevo dejarla para el sábado, así puede llevar a los niños, hace días que no salen juntos ¿Y si invita a Mario padre? Su esposo, hace tiempo que no comparten fuera de casa, los cuatros, la familia. Pero no, cada día está más resabioso, nada le parece bien, callado, llega tarde, no colabora con nada, ni los niños, ni la casa, siempre pegado al celular, por momentos cree que  no está ¿tendrá una amante?   Borrar esa idea de su cabeza, se siente tan cansada. A propósito, debe planear que hará con los niños en esos días que están de vacaciones y ella trabajando.

Llega el fin de semana y Alicia se dispone a salir de compras, se levanta temprano, quisiera quedarse un rato más en la cama, pero no puede, debe levantar a los niños, prepararles el desayuno, buscar su ropita, revisar el carro, sacar la basura, llamar a su madre quiere visitarla después de las compras.

Alicia como un robot va de quehacer en quehacer, termina, salen a la plaza comercial, trata de relajarse, pero el tránsito y las peleas de los niños le juegan en contra, se compone, el día está precioso,  sol radiante, ambiente festivo, se concentra en el ahora. Entre frenazos y bocinazos llegan a la plaza, eligen, devuelven, esto está bien, aquello está caro, esto para perencejo, aquello para sutanejo, ya se miden, ya lo dejan, cuando cree haber terminado recuerda los pijamas, para las fotos de publicar en las redes, se devuelven por ellas, piensa el la tarea de convencer al esposo de la foto, de sonreír, llega a su memoria la acostumbrada expresión:  ¡Por Dios, Mario, hazlo por los niños ¡ Cuando cree tenerlo todo, con los pies adoloridos se dirige a la caja, debe esperar, la cola es larga, los niños, juegan ríen, se pelean. Al fin llega su turno, van pasando los artículos uno por uno, parece interminable, la cajera del otro lado muestra el monto, Alicia pone cara de asombro,  pasa la tarjeta, espera unos segundos, la cajera le dice que mire, le muestra el mensaje: declinada, balance 00.00, no hay un chele, Alicia siente un vahído, por su mente pasa el último chequeo a su estado de cuenta, la tarde de ayer, todo estaba en orden, el monto era correcto, unas vocecitas la traen a la realidad: – mami, mami- ¿estás bien? En ese momento, Alicia trata de recomponerse, de pensar, no sabe si escapar de su propio rollo o del país de las maravillas.

 

Andrea Teanni Cuesta Ramón en Acento.com.do