Si se le preguntase a cualquier joven dominicano algún dato sobre Haití es probable que no pudiera responder algo con precisión, más allá de lo referente a los veintidós años de ocupación haitiana a la República Dominicana, algún artista ubicado en el extranjero o que es un país en crisis; esto por los últimos acontecimientos y el impacto de las redes sociales en la información. Y es que, a pesar de que República Dominicana y Haití comparten la misma isla, en el imaginario popular están distantes. Generalmente los jóvenes dominicanos crecen de espalda a su frontera, Haití es un lugar remoto y desconocido. En este sentido, la novela juvenil Al Este de Haití de César Sánchez Beras constituye un buen recurso, no solo literario, sino, como referente cultural para los jóvenes, especialmente para los dominicanos, a fin de conocer un país que en vez de significar la otredad, forma parte de su territorio y cosmogonía.
La historia, contada por un narrador omnisciente, trata de la vida de una familia formada por hombres, el abuelo, el hijo y el nieto. El abuelo se dedica a las tareas agrícolas junto a la crianza del nieto, quien es dejado por el padre a temprana edad; el hijo, a quien el niño conoce por medio de la lectura de su diario. Durante el relato se revelan los detalles de sus vidas; el abuelo sufre la pobreza económica, la partida del hijo y el duelo por la esposa; el niño, es afectado por la precariedad material y abandono de los padres, pese a ser amado y protegido por el abuelo. Este disfruta la escuela, los juegos tradicionales y la lectura; esta última, le sirve para conocer al padre ausente y tramar una estrategia para encontrarlo. El hijo, quien es un activista social, que junto a su mentora y luego compañera emprende la lucha y abandona su patria.
Los miembros de esta familia se sostienen en una alta escala de valores, a pesar de la extrema pobreza en la que viven. La responsabilidad, el esmero, la disciplina, entre otros, forman parte de la educación del niño. El trabajo, la honradez, la lealtad y el amor a su familia conforman el coctel de principios del abuelo, aunque los beneficios económicos del trabajo no alcancen para sostenerse con dignidad. Para el hijo es fundamental el compromiso social hasta el punto de renunciar a sus aspiraciones personales. Cada personaje representa los símbolos morales y humanísticos fundamentales en la formación integral de los jóvenes.
Dos aspectos importantes en la educación de los jóvenes, muy presentes en el relato, son la lectura y la escritura, tanto como fuentes de conocimientos y conformación del carácter, como catarsis. Ambas están presentes en el accionar de dos de sus personajes y constituyen las herramientas para desarrollar el pensamiento crítico y el empuje a la toma de decisiones. Les presenta una visión global del mundo, un futuro que trasciende sus fronteras, les imprime fortaleza y los libera de la cerrazón que produce la procedencia de un entorno pobre, carente de oportunidades para el desarrollo personal y social.
Además de los personajes principales actúa otro de mucha fuerza, el de la maestra, quien funge como un faro de luz en la inmensa oscuridad del pensamiento, propio de un lugar en ruinas. Simboliza la civilización en el ámbito intelectual. Llega de París con amplios referentes culturales, una gran vocación para enseñar y el compromiso con la educación de la infancia. Además, su trato afable con los niños es el mejor aprendizaje que les puede legar, siendo ejemplo de un ser social sensible y creyente en la educación como arma redentora de los pueblos.
En términos literarios cuenta con descripciones muy vivas, que despiertan la imaginación, la curiosidad por el vocabulario y la identificación con los paisajes tropicales muy similares entre sí. Al igual que los espacios, que más allá de lo físico dan una idea de las condiciones económicas del lugar.
En fin, como se ha afirmado anteriormente, esta novela juvenil constituye un recurso de excelencia para cualquier joven, en especial, dominicanos. Puesto que no solo disfrutarían una prosa atractiva para su edad, por su ligereza, pero bien cuidada, sino, que conocerían sobre su entorno; un país a quien están unidos de por vida, que forma parte de su génesis y su historia. Verían a sus habitantes no con el recelo con que se mira al otro, sino, con la cortesía, empatía y solidaridad con que se trata a un vecino. En sentido general valorarían la lectura y escritura como actividades beneficiosas para cualquier persona, no solo por sus aportes al sistema cognitivo, sino, como herramientas de fortalecimiento de las emociones para una vida más amigable con el mundo y ellas mismas.