Es un acto simbólico… pero, ¿de qué?

Hace justamente una semana laboral que recibí el video que corresponde a la denuncia del vandalismo perpetrado sobre la estatua de Julia de Burgos, la poeta puertorriqueña que adorna el Parque Pellerano Castro, o Parque de los Poetas, o Parque Rosado, de la Zona Colonial. En el video se muestra a la estatua sin ojos ni nariz en la misma posición de ensueño que la conociéramos antes.

Es una estatua hermosa, realizada por el escultor René Guzmán, en homenaje a la susodicha y para cuyo trabajo él llegó incluso a conocer su obra bajo la motivación de la escritora y activista, mi amiga Chiqui Vicioso.

No es la primera vez que ocurre un acto de esta naturaleza en la Zona Colonial. Otros tantos monumentos y ambientes de la propiedad pública han sido vandalizados: de acuerdo con Zonacolonialrd, van más de tres incluyendo una tarja de metal que estaba en la Plaza España y que más tarde fue reemplazada por otra de un material que deja mucho que desear.

En palabras de René: “a pesar de tener muchos años trabajando como escultor en diversos monumetos nacionales e internacionales, este proyecto fue un gran reto, porque no se trataba solamente de realizar un simple retrato escultórico sino de retratar el alma inquieta de Julia y  su amor por la naturaleza, por este motivo la escultura está mirando hacia el río Ozama, emergiendo triunfante de los corales, abrazada por una ola del mar que le susurra al oido palabras que la convertirán  en su fuente de inspiración”.

Si bien el patrimonio cultural queda enlutecido por este acto vandálico, sobre el cual quiero pensar que es un desafuero de un tecato en lugar de una componenda para acabar con los pocos símbolos de cultura que tenemos, hay que recalcar que dicho acto ha concitado una reacción unánime de todos los dominicanos que se han dado cita en dicho parque para divertirse sanamente: asco, repulsión, indignación.

Un parque hermoso, el cual ha sido rescatado por la Asociación de Propietarios y Residentes de la Zona Colonial, con Raquel Casares y Tino Deón, además de un grupo grande de personas preocupadas, donde se da cita regularmente la Fiesta del Libro Cielonaranja de Miguel de Mena… donde encuentran no solo los poetas sino diversas familias un momento de reposo y solaz.