A mediados de 1931 la mujer dominicana dio un paso de avance en su organización y en sus planteamientos de género, al formar una Junta de Acción Feminista que se organizó utilizando como plataforma la membresía del Club “Nosotras”, que ya tenía aproximadamente tres años de existencia, pues se había constituido como tal en 1927. Muy pronto esta Junta definió sus propósitos y marcó distancia en relación con “Nosotras”, planteándose como un proyecto autónomo con el nombre de Acción Feminista Dominicana (AFD).

De acuerdo a una nota del Listín Diario del 16 de mayo de 1931, con la que se saludaba la formación de la AFD,  quedaba clara la vinculación del proyecto con la existencia del Club “Nosotras”, al decir que  ”por iniciativa de un grupo de damas representante de esta sociedad (…). Tal iniciativa cristalizó entre los elementos del Club “Nosotras”, como tenía que ser, por encontrarse reunidas en ese núcleo nuestras mujeres intelectuales, o, por lo menos, las de más significación hasta el presente, aunque el nuevo grupo es absolutamente autónomo, sin conexión con la colectividad antes mencionada. (…).Vivimos en una época abierta a las grandes corrientes de la ideas contemporáneas y no es posible sostener un criterio retardatario, en relación con la mujer moderna, que ha sabido, por su propio esfuerzo, abrirse camino, realizando conquistas importantísimas, en el campo de las actividades humanas (…). El grupo de acción feminista de Santo Domingo nace a la vida de la acción, pues, en un momento propició y responde (…) a un clamor universal. Era tiempo de que las mujeres dominicanas abandonasen el reducto en que se hallaban prisioneras, por así decirlo para ocupar el puesto que legítimamente les corresponde en las filas de ese gran movimiento reivindicador femenino que día a día avanza más y más”.(1)

La aparición de la AFD fue coincidente con el inicio de la dictadura de Rafael L. Trujillo, que se había iniciado de manera formal el 16 de agosto de 1930, en el momento en que el mandatario trabajaba en la consolidación de su régimen, con miras a perpetuarse como gobernante de los dominicanos, por lo que promovía el control de los sectores sociales de la República, entre ellos a los estudiantes a través de la formación de la Guardia Universitaria Presidente Trujillo,  a los campesinos organizando las revistas cívicas con las que se obligaba a los hombres del campo a participar de manera compulsiva en la política del gobierno, con la formación del Partido Dominicano,  eliminando el partidismo dominicano, como aparato estructuralmente integrado al Estado. También, obligando a la desaparición de las organizaciones sociales y creando nuevas instituciones que respondieran al proyecto político del mandatario, y desde muy temprano, logrando atraerse al liderazgo del sector femenil, convirtiéndolo en representante de su política social hacia ese sector.

Entre las principales dirigentes de la Acción Feminista se encontraban:  Petronila Angélica Gómez, Abigail Mejía, Minerva Bernardino, Carmen González de Peynado, Isabel Amechazurra de Pellerano, Celeste Wos y Gil, Delia Weber, María Patín Pichardo, Gladys de los Santos Noboa, Carmita Landestoy, Livia Veloz, Mercedes Laura Aguiar y Patria Mella.

En los primeros años de la dictadura de Trujillo, especialmente en el primer cuatrienio,  se ejecutó una política de Estado que perseguía el control del movimiento social y cultural, aunque esto no impidió una cierta resistencia organizada a través de sociedades y personalidades que intentaron detener la implantación de la dictadura, los que fueron definitivamente vencidos en sus propósitos, a partir de la reelección presidencial de 1934. Ejemplo de resistencia fueron la Acción Cultural, y la Acción Cívica Dominicana.

Desde su fundación, la  Acción Feminista Dominicana elaboró y propuso ideas y programas que recogían el  interés en el movimiento feminista, pero teniendo extremo cuidado en plantear reivindicaciones sociales que no fueran contradictorias con las que desde el gobierno impulsaba el dictador; además de lograr consolidar el  acercamiento con el régimen. De esa manera, los reclamos estaban alejados del enfrentamiento político-social con las autoridades y por el contrario, se hacían coincidentes con las iniciativas de las autoridades, acomodando su accionar bajo la “sombra protectora” de Trujillo.

Las necesidades del sector femenil, por las que el conglomerado dirigido por Abigail Mejía decía luchar, fueron señaladas desde temprano, alejadas de los reclamos feministas levantados en otros países, planteando la colaboración con los hombres y no el enfrentamiento con estos. En tal sentido, de lo que se trataba era de solicitar leyes nuevas a favor de la mujer, de los niños, y contra los males sociales, entre los que el movimiento destacaba: la prostitución, el alcoholismo y la reforma a la ley de divorcio, que se dice, esta última, era del interés personal del presidente, como quedó establecido en una “manifestación dirigida por la Junta de Acción Feminista a todas las mujeres de la Republica Dominicana”, el 18 de mayo de 1931:

“Queremos robustecer una asociación que, a la sombra del tantas veces aplaudido Club “Nosotras”", hemos formado un núcleo de sus socias. El Club “Nosotras” es precisamente una demostración de la capacidad femenina: hay en él profesionales de todos los matices, madres de familia, -abejas y reinas-allí se han dado conferencias, exposiciones artísticas, conciertos, manifestaciones culturales de toda especie; su misión ha sido preparar los espíritus, enseñando lo que la mujer puede y sabe. No ha sido sociedad feminista, no lo pretendió, y sin embargo, todo el mundo lo juzga así: prueba de que el feminismo es cosa buena, es el confundir las gentes las labores del Club con las labores feministas. Pues bien: a su sombra, sin desgarrarnos de la rama, un grupo de sus sociales hemos formado esta Junta de Acción Feminista, cuyo objeto es favorecer a todas las mujeres. Ideales nuestros serán luchar por la reivindicación de los derechos femeniles, pedir leyes nuevas que protejan el trabajo de las obreras, de las maestras, de las mujeres que trabajan en general; la protección al niño, etc. En lugar de  combatir al hombre, ayudarle en su mejoramiento social e individual: el feminismo enarbola bandera de paz y no quiere ver armados a los civiles; combatiremos el porte de armas, el alcoholismo, la prostitución, y en fin, hemos de lucha por todo lo que lleve nuestra patria al mejoramiento de sus leyes y a una era fecunda de civilización”. (2)

Como aparece reseñado en el  periódico La Opinión del 14 de mayo de 1931, la junta de mujeres en principios  no promovió aspectos “relativo al status político de la mujer”. La lucha de la  AFD estaba relacionada, en lo  fundamental, con la  asistencia social, a favor de la niñez y la vejez desvalida, y promover la asistencia a la mujer desamparada.

Las conquistas manifestadas por la  AFD fueron acogidas por el entorno cultural trujillista.  Las coincidencias favorecieron una legislación acorde con el sector femenil, pero desde la perspectiva de la manipulación del sector en términos político-partidarios, como aconteció con el derecho al voto de las mujeres dominicanas, a comienzo de la década de los cuarenta. La coexistencia entre el poder y la agrupación cívico-cultural, estuvo presente desde el momento en que Trujillo ascendió al poder y quedó claramente establecido en la campaña reeleccionista para las elecciones de 1934, cuando la AFD pidió a la mujer dominicana que apoyara la candidatura de Trujillo: “Piden a las mujeres que vengan a ayudarlas a conquistar el derecho a votar en las próximas elecciones. “El jefe del Estado, Generalísimo Rafael Leonidas Trujillo y Molina, se ha puesto de nuestra parte y nos ha tendido, galante, su mano poderosa para ayudarnos en la brega. Le hemos presentado nuestra peticiones, nuestros afanes de mejoras a las leyes que han de beneficiarnos a todas”. (…) El jefe del Estado, Generalísimo Rafael Leonidas Trujillo y Molina ha dictado un decreto por el cual invita a las mujeres mayor de 18 años y a las que sean o han sido casadas, aunque no tengan esa edad, a ir a votar por la reforma de la constitución en el sentido de otorgar un día a todas el derecho de elegir y ser elegidas”. (3)

A través de la colaboración con el régimen, exaltando la personalidad del mandatario, y destacándose como gestoras de los eventos del gobierno destinados al sector de la mujer dominicana, la AFD llegó en 1942, como instancia vinculada directamente con el Partido Dominicano, a ser, por ejemplo, la organizadora de la celebración de los cumpleaños del “padre de la patria nueva”.

Fue en el ámbito de la mutua colaboración AFD-Trujillo que las conquistas enarboladas por la AFD fueran acogidas por el entorno cultural trujillista. Las coincidencias favorecieron impulsar una legislación acorde con el sector femenil, pero desde la perspectiva de la manipulación del sector en términos políticos partidarios, como aconteció con el derecho al sufragio  de las mujeres dominicanas.

Notas:

1.-  “El grupo de acción feminista y los reclamos del siglo”. Listín Diario, 16 de mayo de 1931.

2.-  “Manifestación dirigida por la Junta de Acción Feminista a todas las mujeres de la Republica Dominicana”. Listín Diario, 18 de mayo de 1931. Véase también: “La Asamblea magna del feminismo fue una brillante demostración de s organización y pujanza”. Listín Diario, 16 de mayo 1932.

3.- “Manifiesto que la Acción Feminista Dominicana dirige a todas las mujeres del país en ocasión de las próximas elecciones de 1934”. Listín Diario, 13 diciembre 1933.