Ábreme la puerta, Padre,
para poder recordar
los días de luz y cantos
de mi niñez esencial.
Cuando entre velas y flores
desfilaba hacia el altar
entonando villancicos
y queriéndote tocar.
Acostado en el pesebre
me mirabas con amor
como si ya Tú supieras
que te pedía perdón.
Ábreme la puerta, Padre,
ayúdame a proteger
el amor y la esperanza
que sembraste en mí una vez
Y esa bondad infinita
iluminó mi camino
trayéndome hoy a tus pies
segura de mi destino
Ábreme la puerta, Padre,
que no quiero amamantar
un corazón con tristezas
sin recordar tu piedad.
Porque sembraste en mi alma
la esperanza de contar
con tu presencia perenne
que me sostiene al andar.
Ábreme la puerta, Padre,
y así podré penetrar
a la dicha inacabable
que borra el dolor y el mal.
Del libro Oraciones.