Camino por Gazcue a las 5 de la tarde Salgo del trabajo y me refugio en tus sombras , en las que todavía nos ocultan del Caribe Brillante, del reguero de ruidos, de lo que somos ahora sin querer.
Gazcue, a nadie le interesa tus silencios de prestigio perdido. La César Nicolás Penson y sus fantasmas debajo de los almendros. La patineta roja que duerme en el césped del privilegio. El piano de cola tocando a Chopin al final de la tarde. El cepillo del SIM anunciando una nueva muerte. La ventana de madera.
La Penson y su aire de conmigo no, a mí no me metan voladoras ni carritos públicos sin vidrios traseros y alicates con puños de manguera para cerrar las puertas.
Tía Nonene y su casa de escaleras de mármol blanco y negro tan brillantes como una mesa de dominó al mediodía La fragancia del Pinol Aromas. Una escalera posee solemnidad, arraigo, tristeza y secretos. Allá, en la Lea de Castro, las calles lucían sus funerales de flores y olores.
A nadie le importas Gazcue. Ya no eres arte. Un amasijo de ruidos. Dióxido de carbono. Siempre el cristal del silencio descuartizado . A nadie le importas El colmado Karina ya sin árboles en la acera de enfrente. La sicaria urbe haciendo el trabajo sucio. La verticalidad no saluda. Del mar te llega la brisa basurero. Nadie está a salvo. Camino por Gazcue cuando salgo del trabajo y me refugio en tus sombras , en las que todavía nos ocultan del Caribe Brillante, del reguero de ruidos, de lo que somos ahora sin querer.